De entre todos los conceptos que ahora pululan en todos los debates políticos, y que antes estaban prácticamente reservados para los debates técnicos entre economistas, hay uno de especial interés que conviene ayudar a clarificar: el de los mercados financieros. En efecto, hoy los mercados financieros están en todas partes (televisión, prensa, e incluso en los bares), pero en general todavía hay un amplio desconocimiento acerca de lo que son realmente y cómo funcionan. Por eso he decidido hacer unas breves anotaciones que puedan ayudar a resolver algunas dudas importantes.
¿Qué es un mercado?
En primer lugar conviene recordar que el término mercado hace referencia al espacio, físico o virtual, en el que se encuentran compradores y vendedores de algún bien o servicio. Es decir, existe mercado allí donde se intercambien productos entre dos partes, la que los compra y la que los vende, y por ende cualquier producto tiene su mercado.
Eso significa que si nosotros queremos vender nuestro viejo libro de economía neoclásica, porque ya no nos sirve, lo que tenemos que hacer es ir a un mercado donde podamos encontrar compradores para el mismo. Lógicamente no vamos a ir al banco a venderlo. Lo que hacemos es buscar un mercado de libros de segunda mano. Cuando vamos directamente a la librería de segunda mano lo que estamos haciendo es ir a un mercado, el de los libros de segunda mano, porque sabemos que esa librería actuará de intermediario. La librería se encarga de reunir a compradores y vendedores y tratar de ir realizando transacciones a cambio de una comisión. La librería te compra el libro a 5 euros y lo vende a 7 euros. Actúa como intermediario y como creador de mercado puesto que en sí misma la librería es el mercado. Puede haber muchas más librerías de ese tipo en la misma ciudad, e incluso librerías online, y al negocio completo lo llamamos en abstracto el «mercado de libros de segunda mano».
La liquidez y el precio en un mercado
Cuanta más participación haya en un mercado mayor capacidad tendremos nosotros para poder comprar y vender nuestros bienes y servicios. Si resulta que hay pocos vendedores y pocos compradores de libros el mercado será lento e ineficiente. Si queremos vender nuestro manual de economía neoclásica y resulta que dentro de los pocos compradores potenciales de libros no hay ninguno al que le interese la economía no podremos realizar la venta. Eso significa que seguiremos esperando un comprador con nuestro libro en la mano. Se dice entonces que el mercado es poco líquido, es decir, que la capacidad de convertir los bienes en dinero constante y sonante es muy reducida. Si por el contrario hubiera muchos vendedores y muchos compradores sería mucho más sencillo encontrar otra persona que quisiera nuestro libro, por lo que quizás en muy poco tiempo obtendríamos el dinero.
Y de la relación entre el número de compradores y el número de vendedores surgen los precios. A partir de la siguiente regla: a mayor demanda, mayor precio (y mayor oferta, menor precio). Si, por ejemplo, vamos con nuestro libro de economía a una librería especializada en física es probable que no encontremos compradores y que el intermediario -sabedor de ello- no quiera comprarnos el libro o nos ofrezca por él un precio muy bajo, digamos de 1 euro. Si en cambio nos dirigimos a una librería especializada en economía entonces allí sí habrá muchos compradores y, por lo tanto, demanda. Si quisiéramos vender nuestro libro directamente a los compradores, éstos competirían entre sí por ofrecer el mejor precio con el que convencernos. Exactamente como en una subasta. Así que el intermediario -sabedor de ello también- nos ofrecerá por nuestro libro un precio mucho más alto, digamos de 5 euros.
Cada mercado tiene sus participantes
En el mercado de libros de segunda mano suelen participar únicamente individuos particulares que desean comprar y vender libros, pero no participan bancos, empresas o agentes económicos más grandes. Eso es porque cada mercado suele tener sus propios tipos de participantes.
El mercado inmobiliario, por ejemplo, hace referencia al espacio donde se encuentran compradores y vendedores de viviendas. Ahí ya no sólo encontramos a particulares sino que también encontramos en ambas partes (la del comprador y vendedor) a los bancos, a grandes empresas o incluso al Estado. Todos esos agentes negocian los precios con los que comprarán y venderán las viviendas.
Y esto es muy importante porque todos esos agentes que no son individuos, y debido a su poderío económico, pueden modificar el mercado con facilidad. Precisamente porque tienen la capacidad económica, ya que manejan grandes sumas de dinero, pueden comprar y vender de forma estratégica, buscando ser favorecidos en las transacciones.
Por ejemplo, los bancos actualmente tienen en España un gran stock de viviendas en venta pero que no consiguen vender. Pero en España también hay gente que quiere comprar viviendas. La clave está en que los precios de oferta y los precios de demanda no coinciden, es decir, que por lo que los compradores están dispuestos a pagar es mucho menor que por lo que los vendedores están dispuestos a vender. Si los bancos bajaran los precios de las viviendas entonces los compradores podrían estar de acuerdo. Los bancos, además, reducen artificialmente la oferta de viviendas al no poner en venta muchas de las viviendas que tienen y creando de esa forma una escasez aparente para mantener los precios altos.
Y esto es crucial. Cuando hay pocos participantes en el mercado (en una de las partes) o un participante es muy poderoso económicamente puede influir mucho en cómo evolucionan las transacciones. Digamos que puede influir en la oferta y en la demanda, y por lo tanto en los precios. Los tres o cuatro bancos más grandes pueden ponerse de acuerdo para no bajar los precios de las viviendas y mantenerse esperando que los compradores se atrevan a ofrecer más, o bien pueden también comprar masivamente casas para elevar artificialmente el precio (ya que sube la demanda).
El mercado de deuda pública
Todos los mercados a los que antes hemos hecho referencia son mercados de bienes físicos. Ahora vamos a adentrarnos en los mercados financieros, es decir, en aquellos en los que se negocian títulos que conllevan compromisos futuros de pago. El más conocido por su radiante actualidad es el mercado de deuda pública.
El mercado de deuda pública es el mercado donde se encuentran por una parte los países que necesitan financiación y, por otra, los inversores que están dispuestos a proporcionarles esa financiación. Ya sabemos que cuando un Estado tiene déficit (menores ingresos que gastos) necesita pedir prestado, y una de las formas para hacerlo es emitiendo títulos de deuda pública. Esos títulos que emite son comprados por inversores que lo que están haciendo en realidad es prestar al Estado ese dinero a cambio de que en un plazo de tiempo determinado el Estado les devuelva ese dinero junto con un porcentaje de intereses. Al porcentaje de intereses se le llama rentabilidad.
Como todos los Estados tienen necesidad de endeudarse el mercado de deuda pública está siempre muy activo, especialmente en tiempos de crisis. Hay mucha oferta (títulos de deuda pública de diferentes países) y mucha demanda (inversores que buscan rentabilidad segura, puesto que se supone que los títulos de deuda pública son los más seguros; si no paga el Estado es que la cosa está verdaderamente mal). Y en este mercado los participantes son fundamentalmente los grandes inversores financieros (banca y fondos de inversión gestionados por ellos), y no ya tanto los particulares (que en cualquier caso pueden participar).
Si nosotros somos el gestor de un fondo de inversión de un banco, es decir, una persona que tiene a su cargo una gran cantidad de dinero que quiere revalorizar, esto es, convertir en más dinero, tendremos que valorar si nos conviene invertir en el mercado de deuda pública. Y si decidimos que sí debemos también decidir qué títulos concretos de deuda pública comprar. Por eso vamos al mercado de deuda pública y vemos qué ofrecen los diferentes países.
El sistema de venta de títulos es por subastas, aunque hay varios tipos de subastas así como también hay varios tipos de títulos y vencimientos (plazos de devolución), así que cada país ofrece un precio por sus títulos de deuda. Los inversores buscan siempre los títulos más baratos porque son los que ofrecen más rentabilidad. Se sigue el siguiente razonamiento: menor precio refleja más inseguridad y mayor rentabilidad. Si el precio es bajo significa que hay pocos compradores y eso significa que la gente no se fía suficiente de que se les devuelva el dinero, por lo que esos compradores exigen una rentabilidad más alta. Si un país, por ejemplo España, ofrece títulos y en la subasta van pocos compradores entonces tendrá que bajar el precio de sus títulos y, por ende, subirá la rentabilidad de los mismos, es decir, pagará más en concepto de intereses por cada título que venda a los inversores.
En realidad cada país está haciendo sus subastas y llamando de esa forma a los inversores. Y los resultados de esas subastas son diferentes según los países, diferencias de las cuales nacen conceptos como el de «prima de riesgo» (que cuantifica la diferencia de rentabilidad ofrecida por los países respecto de Alemania, que es el país con una economía más sólida). Se supone entonces que los precios de los títulos reflejan los fundamentos de la economía o, más concretamente, la capacidad que cada país tiene para devolver el dinero. Pero en realidad no sólo depende de eso.
La especulación en el mercado de deuda pública
Sabemos entonces que por un lado tenemos a la oferta (países) y por otro lado a la demanda (los inversores), que se reúnen en el mercado de deuda pública para negociar. Unos buscan financiación y otros la ofrecen a cambio de un porcentaje en intereses y el compromiso de devolución del dinero prestado. Y como en todo mercado también se puede influir en él para crear unas mejores condiciones que te favorezcan.
Supongamos ahora que soy un inversor. Concretamente soy Jorge Soros, gestor de un fondo de inversión multimillonario. Me levanto por la mañana y miro en las pantallas de mi oficina cómo están los indicadores fundamentales de la economía (crecimiento, inflación, etc.), las noticias de última hora (las declaraciones de los gobiernos, por ejemplo), las subastas de deuda pública programadas para hoy y también los mercados secundarios de deuda pública (que son los lugares donde se compran y venden los títulos de deuda pública por segunda y más veces; como los libros de segunda mano pero en títulos). Entonces planeo mi estrategia.
Como gestiono un fondo multimillonario tengo capacidad para mover el mercado, es decir, mi oferta de compra o venta es tan cuantiosa que es prácticamente la totalidad del mercado. Si decido comprar títulos de deuda pública de España eso incrementará la demanda y eso mandará una señal al resto de inversores: la gente está comprando títulos de España, lo que quiere decir que se fían de ellos y por lo tanto son más seguros. En consecuencia el precio subirá y la rentabilidad caerá. España podrá conseguir dinero más barato (pagará menos en concepto de intereses). Pero claro, ¿para qué yo, Jorge Soros, voy a querer comprar títulos que me den poca rentabilidad? Tengo mejores planes, concretamente imitar la estrategia que un tal George Soros hizo en el Reino Unido en los noventa y que hizo a un país entero ceder ante él (ver aquí).
Lo que hago como inversor es lo siguiente. Voy al mercado secundario de deuda pública y pido prestados muchos bonos, una gran cantidad. Cuando tengo todos esos bonos voy preparando el terreno para el ataque, lo que consigo gracias a la publicación de rumores y exageraciones («España va mal», «sus cuentas no salen», «los planes no funcionan», «se necesitan más recortes», etc.) y cuando los tambores de guerra han sonado suficiente… en ese momento vendo masivamente todos los títulos que me han prestado a un precio de 1.000 euros el título. Entonces el resto de inversores que están también mirando sus pantallas ven lo siguiente: noticias de desconfianza en España y un número bestial de venta de títulos de deuda pública. Esos inversores razonan pensando que los inversores están vendiendo títulos de deuda pública porque no se fían, y entonces todos hacen lo mismo. Se produce una estampida con muchas decisiones de venta que hacen bajar los precios. Y cuando los precios han bajado mucho aparezco yo otra vez, Jorge Soros, y los compro masivamente a 200 euros el título.
Consecuencias de todo el proceso: yo vendí los títulos a 1.000 euros y los compré a 200 euros. Como eran prestados también tendré que pagar un poco en concepto de intereses a la hora de devolverlo, pero seguiré ganando. Y la otra consecuencia es que España está bajo ataque permanente y en la próxima subasta que haga los inversores le exigirán mucha mayor rentabilidad porque en teoría el mercado (secundario de títulos) está reflejando que no garantiza bien la devolución de los títulos, es decir, que su política económica debe cambiar para asegurar más confianza. Es entonces cuando llegan los planes de ajuste «impuestos» por los mercados financieros y el ya conocido «chantaje de los mercados«.
Los agentes financieros y las operaciones especulativas
Como nuestro yo del ejemplo, Jorge Soros, está repleto el sistema financiero. Y no es para menos puesto que la única lógica del capital financiero (ese dinero que busca transformarse en más dinero) es ni más ni menos que buscar las oportunidades de mayor rentabilidad y, si es posible, crearlas. Los especuladores son en realidad los propios inversores, no son una figura distinta, ya que su lógica es lo único que cuenta. Y como tales operan como los tiburones: huelen sangre (por ejemplo cualquier noticia real de una economía, tal como las trampas contables de Grecia) y atacan sin piedad extorsionando hasta el límite.
No hay inversores buenos ni inversores malos: son todos inversores operando con sus propias reglas, por supuesto inmorales y antisociales (pues sólo responden ante la rentabilidad). Es un capitalismo de hipercompetencia (leer esto para ver ejemplos y entender la lógica) y sólo los más «listos» ganan. Los mercados financieros no son entes abstractos como nos hacen creer, y tampoco son entidades divinas que nos dicen lo que está bien y lo que está mal. Son simples jugadores de casino aprovechando su inmenso poder para hacer y deshacer la economía mundial, sin atender a las consecuencias.
Durante más de treinta años de hegemonía del neoliberalismo estos agentes (bancos, fondos de inversión, grandes empresas, etc.) han creado las condiciones para explotar mucho más este negocio. Han desregulado los mercados, permitiendo su expansión a todos los niveles y eliminando casi todas las normas que limitaban diferentes prácticas, y han creado productos financieros complejos con los que seguir jugando más y más para seguir respondiendo al mismo objetivo. El ejemplo de Jorge Soros es uno más entre tantas otras formas de manipular un mercado cualquiera. Y las conspiraciones no hacen falta cuando todos los inversores se aprovechan de esas situaciones en las que quien paga al final es el Estado.
Por todo esto, y por mucho más, estamos completamente legitimados cuando decimos que en este mundo, nuestro mundo de hoy y no el del siglo XIX, la clase dominante que se parapeta tras los bancos y fondos de inversión, está explotando y desplumando a las clases populares. Y como dijo el multimillonario Warren Buffet «la lucha de clases sigue existiendo, pero es la mía la que va ganando». Para cambiar ese hecho creo que necesitamos empezar a comprender la esencia de los fenómenos que están detrás de cada paso de regresión social.
Alberto, me quito el sombrero ante todos tus artículos, pero este me ha parecido especialmente esclarecedor. Tengo algunos amigos neoliberales que se pasan la vida cantando las virtudes de la ley de la oferta y la demanda, «no hay nada más sencillo, justo y democrático». Me encargaré de hacer llegar este artículo a tanta gente como me sea posible.
Muy bueno…comme d’habitude! 😉
Una nota: como en el caso de Soros contra la libra, hay que resaltar que el player muchas veces no opera con títulos que posee, sino que ha pedido prestados. Esa posibilidad de apalancarse, le permite a un operador manejar en momentos puntuales volúmenes bestiales de títulos (aunque el riesgo crece en la misma proporción).
¿En qué momento deja de ser la plaza de un mercado para convertirse en un casino?
¿Es moral que un pequeño grupo de personas jueguen al bacarrá con la vida de personas, e incluso el futuro de países enteros?
Un saludo, Alberto!
Por fin lo entiendo, es que la economía no es mi fuerte, muchas gracias.
Hay una duda que tengo, alomejor ya has escrito sobre ello (ahora lo busco, pero pregunto igual), ¿qué es la dichosa competitividad? Lo he buscado, y por lógica pues significa cosas, pero sé que en el fondo hay mucho más.
Gracias!
Muy esclarecedor para entender porque nuestro destino como individuos comunes y silvestres se vuelve mas miserable debido a estos jugadores de casino legalizados por sus cómplices los políticos que se ocuparon de la des-regularizacion y lo seguirán haciendo hasta que una debacle cambie el ciclo.
Alberto, no entiendo bien lo del precio de los títulos, ¿se suponen que son más baratos y que además de ser más baratos tienen una rentabilidad mayor o el hecho de ser más baratos es porque tienen una rentabilidad mayor? Por ejemplo, tu dices que un titulo que lo has prestado a 1000 luego lo puedes comprar a 200, yo entiendo que los títulos son baratas, además de obtener una mayor rentabilidad por ellos, es así?
Hola Alberto,
Muchas gracias por este artículo y por todos tus esfuerzos por hacer de la economía y de su funcionamiento algo al alcance de todos.
Quería hacerte una pregunta desde el desconocimiento: Si cómo explicas aquí son los inversores particulares los que, al disponer de cantidades de dinero, pueden alterar la demanda o la oferta de un mercado afectando a su vez el comportamiento del resto de los inversores, me pregunto si no podría existir algún mecanismo que publicitara de manera constante el origen último de esa voluntad de venta o de compra masiva llevada a cabo por el especulador. Es decir, a pesar de que Soros descentralizara en apariencia su voluntad de compra o de venta a través de muchos otros inversores que actuaban en su nombre, ¿no se podría implantar algún mecanismo de registro de para todo inversor que quisiera participar en el mercado en el que tuvieran que manifestarse los vínculos y relaciones de dependencia con otros inversores? Si a esto se le diera una publicidad constante, obligatoria y actualizada, al demostrarse que el súbito exceso de demanda se debe en última instancia a una sola voluntad especuladora ¿no evitaría que el efecto contagio en el resto de los inversores?
¿Se ha planteado alguna vez o no es práctico ni posible?
Muchas gracias
Solamente quería dar las gracias por el trabajo otra vez, sé que no aporta mucho, pero es que me parece impresionante lo bien que explicas.
Gracias por dedicarnos parte de tu tiempo
@Marta, qué interesante idea. Sería aplicar la «trazabilidad» a los títulos. Claro, que eso sería regular los mercados y eso, por lo leído, parece que no les agrada demasiado.
Me parece impresionante la manera como explicas las cosas. Felicidades
es el problema de simplificar cosas mas complicadas. segun esa forma tan simple, tipos como soros estarian constantemente haciendo eso, pero no contra españa, si no contra alemania, cuya deuda es mas voluminosa y mas liquida, con lo que el potencial de ganacias seria mayor. no lo hacen sencillamente por que no pueden, el conjunto del mercado les tumbaria. esto es, no es que el especulador sea el que incia el movimiento, si no que se aprovcha de la mala praxis del politico. por eso pueden hacerlo con españa o grecia.
parece que el unico que mira los fundamentales del pais o de la economia o de la empresa sobre la que operar es uno (jorge soros e tu ejemplo) y los demas operadores unos tontos que solo se fian de rumores y que no saben nada de economia.
de economia no sabes tu. mirate lo que hacia el banco de inglaterra en el 92 para darte cuenta que soros no podria apostar contra la libra en condiciones normales. era era el banco de inglaterra el que estafaba al mundo y a sus propios ciudadanos con su politica monetaria. en condiciones normales, un tio va con 10000 millones operando en forex contra una de las monedas mas fuertes del mundo y le dan hasta en el cielo de la boca.
Una vez más, Alberto, muchas gracias por tu labor que hace que muchos como yo estemos entendiendo el por qué de la crisis. Labor la tuya imprescindible para tomar conciencia de que este mundo hay que cambiarlo.
Ayudo dentro de mis posibilidades a difundirlo.
buen artículo. Buena explicación del préstamo de valores y las posiciones cortas. Aunque el Sr. George Soros es algo más controvertido. Prolífico escritor además, hace apenas unas semanas anunció el fin de una gestión en fondos debido a las nuevas normas de control de la SEC que él mismo apoyó. raro, no?
Hablan de «riesgo y rescate» cuando en realidad deberían decir «negocio redondo». Pero no nos engañan: sabemos que la lucha de clases existe y que vamos perdiendo. Hay tiempo para remontar. enricfserra.blogspot.com (en catalán).
«Ya sabemos que cuando un Estado tiene déficit (menores ingresos que gastos) necesita pedir prestado, y una de las formas para hacerlo es emitiendo títulos de deuda pública.»
Esta es la madre del cordero. Cuando un estado tiene menos ingresos que gastos, tiene que reducir el gassto. Entrar en la espiral de la deuda eterna solo lleva a la quiebra.
Genial. Hice empresariales y me pasé a ingeniería no me gustó.
Leyendo tu artículo todo parece claro, pero, no serán otras cuerdas las que manejen el cotarro?
Moneda única para el próximo año como pide China?
Pues estaría bien que cada uno de nosotros comprara 1000 euros en la próxima subasta. ¿Tirar el dinero? Pues probablemente sí, si efectivamente se produjera un default, pero es lo más parecido a un impuesto si hubiera una quita en el futuro. No soporto que Alemania acapare la atención de todos los inversores y reduzca su prima de riesgo por la sobredemada. Tampoco que un país como el nuestro tenga que hacer ajustes para luego pagar más por el mismo dinero.
Es una tremenda paradoja, por qué pondría 1000 euros en una obligación a 10 años. Solo si este país toma las medidas que debe tomar para asegurarme el pago en el futuro. Eso es exactamente lo que los mercados le están exigiendo a España. Precisamente la historia nos muestra que no somos precisamente un ejemplo de «país pagador».
Alberto, si te parece bien, aquí tienes mis mil euros para ayudar a salvar esto
Primer articulo que leo de tu blog y chapeau!!. Como sean todos así, ya tienes otro seguidor.
Saludos
Gracias
gracias por hacer que todo este entramado económico con palabras tan raras que leo a diario en el periódico me haya sido tan comprensible
Felicidades por el artículo y gracias por explicar las cosas de una forma tan pedagógica. Sin embargo me quedaa una pequeña duda la respecto ¿Porqué España paga un 7% de interés y Alemania un 3%? Un saludo!
Inma
Gran articulo Alberto, uno de los grandes problemas que tiene la sociedad ante esta crisis es la desinformación. La desinformación porque a los politicos y banqueros no les interesa que nos enteremos de lo que esta ocurriendo.
Gran aportación para cambiar las cosas.
Sublime. Claro y sencillo.
No me queda claro.
Si Jorge Soros compra titulos por 1.000 euros, y los vende todos de golpe, bajan mucho los precios de los titulos, hasta costar 200 euros (hasta aqui bien).
Pero si luego Jorge Soros compra (pues tiene que devolver el prestamo de los titulos) los mismos titulos por esos 200 euros, todos de golpe, suben mucho los precios de los titulos, hasta volver a costar los 1000 euros del principio (hasta aqui bien tambien).
En definitva, Jorge Soros ha ganado 800 euros, y al principio y al final esos titulos van a seguir costando 1000 euros, entonces, ¿donde esta el problema?
Supongo que el problema esta durante ese tiempo que la venta masiva de bonos hace que baje la confianza y que los inversores pidan mas rentabilidad a los titulos de deuda publica… ¿no?. Porque luego no creo que exista ningun problema con que en un futuro vuelva a comprar esos bonos hasta dejarlos de nuevo a 1000 euros y a la confianza y rentabilidad original… ¿O tambien lo hay?
Bajo mi punto de vista son tres factores fundamentales los que hacen falta en estos momentos:
1. Que todo el mundo se entere del mecanismo de los mercados.
2. Que vea claro en qué medida le afecta personalmente (pérdida de revalorización de pensiones, recortes salariales a funcionarios (ej. robo de la extra de Navidad), copago sanitario, recortes en educación ….) para que se conciencie.
3. Exija a los dirigentes políticos acabar con esas malas praxis, si no no hay boto. Sólo botar a quien lo explique y diseñe un programa para hacerle frente. Al resto NO.
felicidades. una explicación perfecta. me ha gustado mucho tu artículo.