De acuerdo con los autores marxistas las crisis son, además de fenómenos inevitables dentro del capitalismo, eventos que ayudan al sistema a recuperarse de una insuficiente tasa de ganancia. Es decir, las crisis permiten descartar inversiones no rentables y, por medio del llamado ejército industrial de reserva -el número de parados-, disminuir salarios y condiciones laborales. En última instancia lo que se consigue es que las empresas puedan ganar más dinero y así pueda continuar el ciclo de reproducción del capitalismo -que más temprano que tarde se encuentra de nuevo en la misma situación.

El siguiente gráfico, obtenido del New York Times y en referencia a la economía de EEUU, deja entrever que, sea por ese motivo antes descrito o por cualquier otro, eso ocurre en la realidad. Esto es, tras cada crisis las empresas se han visto con un menor peso de impuestos y un mayor nivel de ganancias. Por el contrario, los trabajadores han sufrido menores sueldos y mayores niveles de impuestos.

El canal por el que esto ocurre siempre es político. Los gobiernos se amparan en la necesidad de tomar medidas urgentes y extraordinarias para subir el peso de los impuestos a los trabajadores, mientras que bajan los que corresponden a las empresas. Al término de una crisis cíclica -no quiere decir que todas sean eventos temporales- el resultado es de claro beneficio para las grandes empresas. Y normalmente el mejor canal por el cual ocurre esto es el mercado de trabajo, ya que las modificaciones en el mismo dejan a los trabajadores mucho más a expensas del dominio de los empresarios. Así las cosas, es lógico que tras una crisis los beneficios empresariales crezcan y los salarios caigan.