En este segundo mensaje (se recomienda leer el anterior para saber qué son los CDS) vamos a ver cómo la especulación en el mercado de CDS tiene importantes consecuencias y, más importante aún, sí existe aunque los liberales de izquierdas quieran pensar lo contrario.

Para este mensaje vamos a seguir tres ejemplos expuestos por el economista Ángel Vilariño (2010), que si bien no son del todo sencillos creo que podremos exponerlos de forma que quede suficientemente clara. Veremos también qué significa eso de la probabilidad de impago por parte de los países y qué sentido y objetivo tiene.

Una forma de especular con los bonos de deuda pública es mediante los préstamos de los bonos y las operaciones al descubierto (vender sin tener el activo). En este caso, y siguiendo con la metodología del ejemplo anterior, el país emite deuda pública que comprará el Banco. Entonces el especulador, nuestro «inversor financiero», pedirá prestado los bonos al Banco. Si el especulador ha conseguido suficientes bonos prestados, procederá a venderlos en el mercado secundario (lugar donde se pueden comprar y vender títulos financieros ya emitidos con anterioridad) de forma masiva, buscando enviar una señal al mercado: los bonos son de mala calidad y por eso se venden. Al venderse de forma masiva otros inversores, asustados, harán lo mismo con los suyos (los mercados financieros funcionan bajo el criterio del «comportamiento de rebaño» por las dificultades de tener información precisa) y todo ello causará un descenso en el precio de los bonos. Conseguido que el precio de los bonos en el mercado secundario haya descendido suficiente, el especulador procederá a comprarlos para poder devolverlos (los tenía prestado). Una vez comprados a menor precio los deolverá al Banco y así habrá conseguido una ganancia importante: concretamente la diferencia entre un precio de venta alto, un precio de compra bajo y los intereses del préstamo.

Una versión complementaria es la que se hace con operaciones al descubierto, esto es, exactamente igual pero sin necesidad de pedir prestado los bonos. En este mercado financiero (el de deuda pública) es posible vender títulos sin tenerlos, pues la única condición es que al final del día se transfiera la propiedad efectiva. Así, el especulador puede vender masivamente tantos bonos como quiera esperando una bajada del precio en los mismos. Una vez bajan, los compra más barato y recoge la ganancia. Una operación sencilla pero que entraña riesgos: puede que el especulador no tenga fuerza suficiente para llevar a cabo su objetivo y tenga que asumir cuantiosas pérdidas. Por esa razón suele complementarse la operación con la difusión de noticias y rumores que sirvan a la estrategia seguida en el mercado, esto es, la bajada del precio en el momento de la venta de bonos.

Pero en el mercado de CDS que tiene como subyacente el de deuda pública (es decir, seguros contra el impago ante títulos de deuda pública) también se especula y con aún mayor facilidad.

Como dijimos en el anterior mensaje, un comprador de CDS busca protección ante el posible impago de los títulos que tiene en posesión. Los vendedores de esa protección lo que harán será asumir ese riesgo y rezar para que no ocurra el incumplimiento. Sin embargo, el mercado de CDS también permite que compren protección agentes financieros que no tienen los títulos. Gente que se protege por si se incumple el pago de un título que en realidad no tiene. En este caso estos especuladores estarán buscando que aumente la percepción del riesgo, es decir, que la compra de seguros de impago envíe al mercado la sensación de que se compran con razones más que fundadas. Otros inversores con títulos se sentirán asustados y querrán comprar también protección, reforzando las señales enviadas al mercado. De esa forma, el mercado de CDS empieza a sentir cómo hay muchas operaciones y cómo las primas de CDS (lo que se paga por cada contrato) suben y suben (suben porque los vendedores de protección también piensan que el riesgo es creciente y entonces reclaman mayores pagos por su cobertura).

Si el especulador ha conseguido ese alza en las primas, entonces deshace todas las operaciones suscribiendo contratos inversos: busca ahora ofrecer protección (ahora mucho más cara). En consecuencia, si en un primer momento compró protección con unas primas bajas, ahora vende protección con primas muchos más altas y, por lo tanto, obtiene importantísimos beneficios.

Pero hay muchas más formas de especular en torno al mercado de deuda pública y del de CDS que es paralelo. Otra, que ya no explicaremos porque es mucho más compleja, es el uso de futuros con subyacentes en los bonos que se quieren atacar. Y también tenemos la operación que hizo Goldman Sachs con la deuda griega.

En todo caso, todas estas operaciones suponen importantísimos beneficios para los agentes financieros que especulan, un creciente riesgo sistémico (una asunción de riesgos importante y concentrada por quienes cubren esos riesgos) y, sobre todo, una presión gravísima sobre los bonos de la deuda pública de un determinado país. Esa presión provoca que nuevas emisiones de deuda pública sean mucho más caras (les resulte más difícil al Estado financiarse) y en gran medida es una presión que se transforma en los requerimientos de reformas estructurales de la economía en un sólo sentido: el sentido que buscan los mercados financieros y sus especuladores. Es decir, las reformas estructurales neoliberales.