Uno de los grandes fracasos de la ciencia económica convencional es haber abandonado el concepto de poder en aras de un manejo más aséptico de las variables estudiadas. Pero estudiar el fenómeno económico sin tener presente las relaciones sociales de poder es exactamente lo mismo que estudiar un mundo imaginario. El poder es clave para entender cómo funciona el capitalismo realmente existente, es decir, para entender el por qué se toman las decisiones que determinan qué produce, distribuye y consume una sociedad.

Desde el nivel más ínfimo, en los ayuntamientos, hasta el nivel más elevado, en los organismos supranacionales, la clase política está vinculada estrechamente con la clase empresarial. Es común que los concejales reciban invitaciones -de toda naturaleza, por cierto- por parte de los grupos empresariales (interesados en concursos públicos), de la misma forma que las asociaciones de estudiantes reciben las visitas de las agencias de viajes (interesadas en gestionar los muy lucrativos viajes de fin de curso), los médicos las visitas de los representantes farmacéuticos (interesados en las recetas de sus medicamentos) y los decanos de facultades las visitas de los empresarios de cafetería (interesados en concesiones) y de los representantes de la banca (interesados en instalar sucursales en el interior de las facultades) y otros muchos ejemplos. A veces es legal y otras veces no, pero la legalidad es siempre una frontera difusa.

El caso de los organismos supranacionales es quizás, por sus más graves consecuencias, aún más dramático. La Unión Europea, por ejemplo. Con una estructura muy poco democrática y muy alejada del ciudadano corriente, y a pesar de ello con una capacidad muy importante para tomar decisiones, está tomada por poderosos grupos de interés. Entre bambalinas se reúnen los parlamentarios, comisarios y otros representantes públicos con los respectivos voceros de diferentes sectores empresariales. El ciudadano medio está vendido de antemano ante una situación que no controla en absoluto, y que sólo a través del duro esfuerzo de iniciativas como la de Corporate Europe Observatory puede imaginar.

El siguiente vídeo, difundido por ATTAC, es un clarísimo, y muy trabajado, ejemplo de cómo al final la toma de decisiones depende en última instancia de unas pocas voces que en modo alguno son legítimas.

Entre amigos (Unter Freunden) from ATTAC.TV on Vimeo.

De todo esto pueden extraerse muchas enseñanzas, pero la más importante es seguro la que tiene que ver con la conciencia de clase de los capitalistas. Al final parece que ellos sí hicieron caso a Marx.