Por fin hemos tenido la huelga general que tanto esperábamos. Desde que comenzó la crisis he defendido la necesidad de convocarla lo antes posible, y siempre la he pensado desde la perspectiva de la lucha de clases. Es decir, nunca he sido partidario de convocar una huelga de un modo reactivo ante la aprobación de tal o cual ley, esperando la benevolencia del gobierno de turno, sino que más bien he creído mejor actuar desde el mismo momento en que existe conciencia de un problema serio y con la intención de mostrar al gobierno la fuerza social que se tiene.
De hecho, en esta crisis era obvio que sólo la presión social podría enfrentar el poder casi absoluto de las finanzas (que toman la forma de instituciones financieras, grandes inversores y sus importantes grupos de presión) y sus reivindicaciones en materia de política económica. Pero dicha presión fue harto insuficiente en todo el mundo, y en España de forma aún más sangrante. Los sindicatos se negaron desde el principio a convocar una huelga general -como pedía Izquierda Unida, por ejemplo- contra un «gobierno amigo» que, sin embargo, en la práctica se comportaba como el más grande de los traidores al retractarse de todo su programa electoral. El resultado fue una evolución de las políticas económicas que ha favorecido a las finanzas en primera instancia y a los grandes empresarios en segunda, pero siempre perjudicando gravemente a los trabajadores presentes y futuros.
Ahora bien, considero que cabe hacer algunas puntualizaciones. Los sindicatos mayoritarios han actuado de forma desorganizada, pasiva y mal, pero son más necesarios que nunca. Y si bien la huelga hacía falta desde mucho antes, también ha sido necesaria hoy y lo será de nuevo en el futuro. Sólo a partir del reconocimiento de estos dos aspectos me parece sensato seguir discutiendo sobre la cuestión, pues todo lo demás -incluído la problemática de los liberados sindicales y la fecha elegida para la huelga- me parecen intentos de desviar el tema y de no entrar en el núcleo del problema. Que no es otro, quiero insistir, que el de la necesidad de oponer fuerzas a la terrible segunda ola neoliberal que se nos viene encima.
No sé todavía si la huelga de hoy ha sido un éxito o un fracaso, pero sí sé es que ha sido un paso necesario que había que dar. Es obvio que podríamos haber sido muchos más en las manifestaciones y que la huelga podría haber sido secundada en mayor cuantía, pero hay que reconocer también las importantes limitaciones que imponen un mercado de trabajo tan deteriorado como el español, una conciencia de clase prácticamente nula y un generalizado malestar con unos sindicatos dormidos hasta unos meses.
En todo caso, no creo que el gobierno de Zapatero rectifique. Da la sensación de que ya decidió vendarse los ojos y dirigirse de la mano de sus asesores económicos al matadero neoliberal, confundiendo así a su electorado y obligando a los sindicatos a tomar el camino de las movilizaciones. Pero esta reforma laboral no es sino un punto más de un programa bastante más amplio que incluye un importante tijeretazo al sector público en general. Por ello, por lo que viene, la izquierda necesita rearmarse lo antes posible con todos los medios a su alcance.
Hace falta más movilización social. Los sindicatos deberían tomar la directa y planificar un calendario de movilizaciones que tenga como objetivo concienciar a la población de la necesidad de una salida alternativa a la crisis. Una verdadera campaña de movilización que abarque tanto a trabajadores como a parados, y muy especialmente a estos últimos. Simultáneamente, los partidos de izquierdas podrían dejar de jugar a la ‘Vida de Brian’ y sentarse de una vez por todas con las metas planteadas por delante y con un programa de coordinación. Nos va la vida en ello.
Si no ocurre nada de esto, y todavía puede ser peor si los sindicatos salen perjudicados en el día de hoy, asistiremos a una oleada de radicalismo liberal que no hará sino empeorar la situación económica -de los trabajadores, se entiende-. Y para entonces, como ahora, dará igual que el títere en el gobierno se llame Zapatero o Rajoy, porque la derecha habrá ganado igual. Al fin y al cabo la clave está en que la política institucional ha entrado en crisis y sólo la Política con mayúsculas, la de la calle y las movilizaciones, puede dar respuestas progresistas a la crisis y a lo que está por venir.
Algunas fotografías tomadas hoy en Málaga:
En primer lugar, me congratula que retomes el blog. No voy a insitir mucho en esto, ya que prefiero que no te lo creas demasiado, pero tu espacio en la blogosfera me parece necesario. Hacen falta más técnicos de izquierdas, en general, y economistas en particular.
En segundo lugar, comparto tu análisis, me parece muy realista sin caer en el pesimismo. Respecto a lo de ayer, todo depende de lo que se haga a partir de hoy. Y en eso hay que salir de la mera guerra de datos, ya sabíamos lo que iban a decir los medios independientemente del resultado real del paro y ya sabiamos cual iba a ser el mensaje de los sindicatos. En este caso, los medios de comunicación están lejos de ser espectadores imparciales que ven la verdad desde un pedestal, en la mayor parte de los casos, son fuerzas activas en contra de las movilizaciones.
El problemas es como mantener un clima de enfrentamiento sostenido a medio plazo, en el que las acciones en la calle vayan «in crescendo» en vez de desinflarse
Bajo mi punto de vista los dos dais en el clavo, con vuestros análisis y vuestras preguntas de futuro incierto.
Creo que los dos sindicatos mayoritarios cometerían un suicidio si no acuden a la «reunión» con Zapatero con un mensaje público de «ni un paso atrás» e, inmediatamente, dado que el gobierno no va a mover ni un dedo en ese sentido, convocar nuevas movilizaciones (no necesariamente huelga) en rueda de prensa no más tarde del viernes 8. Esto daría confianza a la cuidadanía.
Las movilizaciones podrían ser, en este caso, y por ir alternando, en cada distrito:
1.- para movilizar a las clases desfavorecidas que no visitan nunca el centro de las cuidades
2.- para hacer participar al resto de sindicatos de clase en los que se pueden delegar algunas de las movilizaciones(y apoyarlas)
3.-para conectar aún más con las asociaciones no-políticas y que se hagan visibles, siempre con la promesa de que no habrá paso atrás o acuerdo de mínimos con el gobierno
La consecuencia seguramente sea que la(s) reforma(s) se llevará(n) a cabo, el PP ganará las próximas elecciones, la privatización continuará, la pobreza aumentará, etc. pero la clase trabajadora estará masivamente en pie de guerra contra el verdadero enemigo común desde antes del posible «cambio» PP-PSOE y, los reacios a enfrentarse al PSOE serán recuperados para la lucha… siempre que alguna de las organizaciones mayoritarias (política o sindical) no ceda a alguno de los múltiples Caballos de Troya que les lancen los poderosos a modo de «acuerdo-cizaña» para romper la unidad de acción.
El objetivo no es tanto esta reforma (ojalá) sino recuperar la unidad y credibilidad de la verdadera izquierda así como su participación, tanto en España como (imprescindible) en otros países a la vez.
Y los teóricos pónganse a estudiar las diversas posibilidades de gobierno municipal, autonómico, estatal y europeo que pueden ir saliendo de las urnas en los próximos años y por dónde se deberían empezar los cambios si se tiene la oportunidad de influir en el/los gobierno(s) algún día. Y no olviden la sinceridad como arma, los cuidadanos no queremos logros a cambio de cesiones.
Ni un paso atrás, entenderemos TODO si se nos explica, pero ni un paso atrás… es el comienzo de la guerra final.
Alberto, una pregunta:
(1) dices que la huelga había que haberla planteado antes (como pedía IU), y no haber esperado hasta la medida concreta de la reforma laboral. ¿Ante qué medida concreta (por «incumplimiento de programa electoral», según analizas) se podía haber convocado?, ¿o más bien había que haber convocado una huelga «de clase» por las consecuencias de la crisis y en concreto por las cifras de parados? Los discursos de CCOO/UGT (y a veces tb el de IU) diciendo que con la reforma laboral ya se había «pasado la línea», ¿no son meramente social-liberales?
y (2) ¿cómo crees que habría que enfocar el discurso/la crítica a las medidas antisociales para salir de la crisis? Me refiero a que si el objetivo debe ser el gobierno estatal o deben ser las instituciones europeas (como encarnación concreta de los mercados internacionales). Lo digo porque no hay que exculpar al gobierno en absoluto (la crítica debe ser contra las medidas del gobierno) pero denunciando primariamente que estas son las medidas a que está obligado por participar de la política de la UE que PSOE y PP sustentan. En términos económicos: ¿puede un gobierno estatal de la UE no realizar los recortes sociales que le ordena la UE sin que los mercados internacionales condenen de hecho (porque tienen el poder para ello) a ese país a un crisis aún mayor? No me vale decir que «las políticas de la UE se marcan entre todas» porque eso es idealismo ingenuo. No puede ser esa la vía para salir de la «pinza» que supone criticar al gobierno del PSOE en la medida en que, lo queramos o no, el desgaste el PSOE es utilizado por los medios como aliciente del PP: ¿no podemos escapar de la pinza PSOE/PP si denunciamos que la culpa es de una UE que ambos sustentan? ¿o realmente sí que puede económicamente un estado en la UE hacer otra política?
perdon por la extensión!
Encontré tu blog, salud y a ver si nos vemos por las calles 😛