Publicada en Cuartopoder

En 2011 entró en el Congreso como uno de los diputados más jóvenes. Las esperanzas de una buena parte de IU estaban ya puestas en él. A lo largo de estos años se ha ido convirtiendo en la cara más visible y renovadora de la coalición de izquierdas. Fue la única persona de la formación que consiguió los avales suficientes en las primarias para ser candidato a la presidencia del Gobierno. Ha sido el encargado de defender la estrategia de unidad popular de cara a las próximas elecciones generales. Alguna voces han alertado sobre la posibilidad de que esto conlleve una subordinación a Podemos,  algo que Alberto Garzón (Logroño, 1985) niega pese a la “rumorología” que pretende “dinamitar la confluencia”. Mantiene que la hoja de ruta sigue adelante apostando por un espacio en el que todos los actores se sientan cómodos como ocurrió en los procesos llevados a cabo en las municipales. Recibe a cuartopoder.es en su despacho frente al Congreso, dos días después de las elecciones catalanas.

— El lunes dijo que tenía una opinión sobre la campaña de Catalunya Sí que es Pot en las catalanas pero que prefería reservársela hasta que se debata colectivamente. En cualquier caso, ¿qué valoración general hace de las elecciones?

— Las elecciones han sido trascendentales pero también muy particulares. Ha habido un intento de convertirlas en un plebiscito independentista y por tanto los factores que pueden explicar el resultado final son muy complejos. La necesidad de reservarse la opinión personal es fundamentalmente para poder ser rigurosos y tener tiempo suficiente para reflexionar colectivamente y ver en realidad cuáles son los factores que más han afectado al resultado, que ha sido peor que el que teníamos cuando nos presentamos junto con ICV hace tres años, pero no creo que esté marcado por un único factor. Sí que hay uno, y está constatado. La polarización sobre el debate independentista ha llevado directamente a ahogar el debate social más allá del modelo de territorio. Esto lógicamente para una formación que apostaba, en el caso de IU, por el derecho a decidir aparte de la opinión que cada uno tengamos sobre el independentismo, ha tenido una repercusión. Hemos desaparecido durante la campaña en gran medida.

— Dijo también que Podemos ha tenido una visibilidad destacada en la candidatura. Ha llamado mucho la atención que usted y Pablo Iglesias no coincidieran en ningún acto. ¿Hubiera cambiado el resultado una imagen conjunta de ambos?

— Nosotros hemos estado a disposición del comité electoral que estaba formado por todos los partidos que han participado en el proceso. Desde la generosidad y la humildad siempre nos hemos puesto al servicio de la candidatura. Somos partidarios del derecho de autodeterminación de Cataluña y que sean ellos los que decidan su futuro. También los catalanes debían gestionar la campaña. Nosotros simplemente acudimos en función de lo que eran sus requerimientos. En ese ámbito todos los dirigentes de IU hemos actuado en función del comité. Por las razones que fueran decidieron que no era mejor juntarnos a determinados dirigentes de Podemos e IU, como es el caso de Pablo conmigo. Sí que ha habido otras personas de los dos partidos que han compartido escenario, pero es una decisión que respetamos. Al hablar de eso, hice una constatación, ya que la visibilización hacia fuera de Catalunya Sí que es Pot ha sido fundamentalmente Podemos. Es decir, la gente ha entendido que la candidatura era Podemos.

— Entonces ¿no se moja respecto a si hubiera cambiado el resultado?

— Es un futurible. O ni siquiera, es un ejercicio de política ficción. No sé cuál hubiera sido el resultado ni la incidencia que hubiera tenido. Es muy complicado.

— Si IU estuviera en un nuevo gobierno catalán o estatal, ¿qué decisiones tomaría respecto a la cuestión catalana?

— Habría que defender el derecho a decidir y luchar por una consulta con todas las garantías, tanto nacionales como internacionales, que permitan que el pueblo catalán pueda decidir su futuro. Pero, además, el gobierno sería para modificar el ámbito social, revertir los recortes de Convergencia y las políticas que se han hecho. Desgraciadamente parece que CDC va a seguir gobernando. Hacen política neoliberal y es algo absolutamente criticable. En el otro lado hay que entender un mensaje que es que Cataluña no quiere confrontar sino que quiere dialogar. Por tanto, España tiene que dialogar y no confrontar. Desde IU hemos decidido apoyar la consulta en el Congreso en alguna ocasión. Sería simplemente mantener la coherencia en el tiempo.

— Se ha quejado de la espectacularización de la política y del ruido que hay alrededor del asunto de la confluencia para las generales. La realidad es que no hay aspectos demasiado concretos. ¿Es normal no saber qué va a pasar todavía con la candidatura o cómo se va a presentar IU?

— La espectacularización de la política tiene un elemento llamativo y es que pone el foco en cuestiones fundamentalmente superficiales y epidérmicas del ámbito político. No va al debate profundo y reflexivo. Hablar de la confluencia no es espectacularizar la política. Es obvio que hay que hablar de ello y de esas incertidumbres que planteas, pero la cuestión es el enfoque. Decir si lo vamos a hacer desde una perspectiva de si yo y Pablo nos llevamos mal o bien y hablamos todos los días o si, por el contrario, vamos a hablar de si la confluencia es posible en términos programáticos. Por ejemplo, ¿cuáles son las posiciones de Podemos frente a la nacionalización de la banca? ¿Es una obstáculo o una facilidad? Esos debates no están teniendo lugar a pesar de que a mi juicio son los verdaderamente interesantes. Ahora bien, hay que reconocer que toda la cuestión de la confluencia es muy relevante para el país y la izquierda organizada, pero, sin embargo, creo que nos encontramos ante un tratamiento generalmente espectacularizado y que genera mucha frustración. Porque al final no hay contenido y nos mantenemos entre varios titulares muy desconectados de la problemática real de la ciudadanía. Nosotros intentamos avanzar siempre desde un punto de vista programático. La confluencia la queremos hacer con candidaturas rupturistas, es decir, programas que vayan a resolver los problemas de la gente desde posiciones de izquierda. No vale, por ejemplo, una unidad popular con el PSOE, porque son parte del problema.

— Le han hecho la pregunta ya varias veces pero se la vuelvo a repetir. ¿Hay negociaciones, acuerdos o conversaciones abiertas con Podemos más allá de que Iglesias y usted hablan como ya ha señalado alguna vez?

— No hay negociaciones porque eso implicaría que dos direcciones se sentaran a hablar de los términos concretos para un acuerdo electoral. Eso no está encima de la mesa. Lo que hay son conversaciones para ver cómo podemos llegar a facilitar acuerdos lo antes posible para poder comenzar una campaña electoral que está al borde de la esquina. Me preocupan dos cuestiones. La primera, en términos de país, es que la unidad popular es el instrumento para evitar que se consolide el neoliberalismo en España, los recortes y el modelo laboral lesivo para los trabajadores. Para evitar esa consolidación que puede darse en varias formas, como con una coalición PP-PSOE o un bipartidismo sostenido por Ciudadanos. La unidad popular debe servir a la gente trabajadora y sencilla que quiera defender las conquistas sociales. En segundo lugar, es el papel de la izquierda organizada e ideologizada en este país. Hay que evitar que la izquierda se diluya en discursos profundamente superficiales que no vayan al centro de los problemas. Creo en una izquierda marxista, de práxis y de teoría que pueda seguir organizada después de diciembre para influir en la configuración de un nuevo país. Ambos elementos son los que, en torno a la unidad, deben resolverse.

— En la última Presidencia Federal anunció que se presentaría a las primarias de Ahora en Común para elegir candidato a presidente. Ha habido varias noticias relacionadas con AeC durante estos días. Por un lado, el abandono de varios promotores del proyecto denunciando supuestos pactos de despacho. Por otro, un comunicado que también firma IU, donde dicen que quieren “traducir la voluntad que expresó Podemos para sumar a la sociedad civil a sus candidaturas”. Además, integrantes de Equo y Decide en Común han reconocido que la intención es integrarse en la candidatura de Podemos. ¿No ha cambiado algo la situación desde aquella presidencia?

— Para nosotros la estrategia indiscutible aprobada en los órganos es participar en espacios participativos, democráticos, desde abajo, con un programa y donde la gente se encuentre cómoda. Creemos que AeC es ese espacio. Hemos visto su desarrollo, está lleno de independientes y creemos que es un espacio cómodo. Es un camino bastante positivo y no vamos a interrumpirlo. Además es la forma de crear ilusión. Hay que aprender de las experiencias catalanas y sobre todo de las municipales que tuvieron procesos abiertos con mejores resultados. Despiertan un interés mayor. Sólo valoramos la opción de AeC. Es la agenda marcada en IU y no hay otra. ¿Hay problemas dentro? Por la información que tenemos, hemos visto que hay gente que se ha retirado. Pero lo han hecho en virtud de fundamentos que no existen. Decir que nosotros estamos negociando con Podemos y que tenemos pactado ya todo es una falsedad. Y además, cuando uno hace una declaración de esa naturaleza es el que tiene que demostrarlo. Si no, está mintiendo. Y se ha entrado en una rumorología que sirve para justificar cualquier acción a pesar de no poder demostrarlo. No hay negociaciones con Podemos, no hay un acuerdo preestablecido y, por tanto, nuestra participación en AeC sigue siendo igual de generosa que siempre. Que las personas se marchen es respetable, pero creo que se equivocan en las acusaciones. El tiempo lo demostrará. En segundo lugar, hay que dejar muy claro que en IU no nos vamos a sumar a la candidatura de Podemos. Buscamos un espacio de cooperación en el que se respeten las diferentes identidades de las organizaciones, de todas. Y que por lo tanto no sea ir como independientes en las listas de Podemos. Eso es inviable.

— Entonces, ¿descarta ‘incrustarse’ en la listas de Podemos tras las primarias de AeC?

— Lógicamente en una lista de Podemos en donde nosotros acabaríamos yendo como independientes, eso no puede ser posible.

— Pero la opción que maneja Podemos es una candidatura con su nombre y un guión que sume algo más. ¿También se descarta?

— Eso es un futurible. Ahora mismo lo único que establecemos son espacios de cooperación que sean respetuosos. Hemos visto las experiencias de las municipales y la gente se sentía cómoda. Nos parecen modelos razonables. Pero desde luego todo aquello que sea una participación en Podemos no lo vamos a aceptar. Porque nosotros no somos de Podemos. Somos gente de izquierdas que queremos confluir. En ese espacio de confluencia nos sentimos cómodos y no le ponemos pegas a los nombres. Se puede llamar Ahora en Común u otra cosa pero desde luego lo que le tiene que quedar claro a la gente es que, por ejemplo, una reunión como la que mencionabas antes de Madrid se ha interpretado como que ese espacio iba a entrar de forma independiente en las listas de Podemos y es una interpretación profundamente falsa. Nosotros no vamos a participar ahí, en un espacio donde se pretenda insertar individualmente llenando los huecos de Podemos. Buscamos los espacios que permitan multiplicar. Para ello es interesante que la gente reconozca que en una candidatura hay varias almas. Eso pasó en Ahora Madrid, donde había gente de Podemos, IU o Equo que se sentían referenciados. Si sólo hubiera un alma, habría mucha gente carente de esa referencia y no estaríamos consiguiendo optimizar los resultados.

— Por tanto, ¿siguen esperando a convencer a Podemos de que lo mejor es que participen en estos espacios? Su estrategia es distinta, como ya sabe.

— Convencer puede ser una palabra. Lo importante es que esa es nuestra opción. Porque hemos aprendido críticamente, porque hay que recordar que no toda IU hizo lo mismo en las municipales, que debe ser así. Si otras formaciones tienen otra hoja de ruta, está bien. Pero vamos a colaborar y cooperar a ver si podemos encontrarnos sobre todo pensando en el país y no en nuestros ombligos. Quiero hacer un llamamiento, no hay que pensar en nuestros ombligos como organizaciones sino en la gente que necesita un espacio de confluencia y colaboración. Creo que no debería haber obstáculos para trabajar conjuntamente. Nuestra hoja de ruta no se ha movido desde el día después de las elecciones municipales.

— En su partido hay algún sector que pese a sus palabras sigue teniendo inquietud. Como Izquierda Abierta, que además ha puesto en marcha otras iniciativas. ¿Entiende estas inquietudes al no saberse aún cómo se va a presentar IU a las elecciones?

— Puedo entender todas las inquietudes porque son tiempos de turbulencias y donde el suelo se mueve bajo nuestros pies. Estamos en una incertidumbre permanente, con un escenario volátil a más no poder. Es lógico que haya incertidumbres. Lo que no cabe es aprovecharlas para meter una estrategia partidista. Nuestra hoja de ruta es clarísima, hemos sido transparentes. He aceptado con toda generosidad como candidato de IU presentarme a nuevas primarias para sumar con más gente. Todo ha quedado claro. Los rumores tienen que ver con estrategias para dinamitar un proceso de confluencia que fuera sano. Y luego hay que definir la unidad. IzAb sabe y conoce nuestra hoja de ruta porque ha estado en los órganos aunque no haya votado a favor. Si ellos deciden participar en otros escenarios que tienden a pactar con la socialdemocracia del PSOE, pues no lo compartimos a nivel de IU. Es respetable y somos una organización plural pero eso no es la hoja de ruta de IU.

— En octubre del pasado año, en la última entrevista con este medio, señaló que IU era un instrumento más útil que Podemos. ¿Lo sigue pensando?

— Es evidente que lo pienso. Elegí IU y más concretamente el PCE. Me identifico como comunista, no huyo de esa etiqueta. De hecho hay que reivindicarla como un modelo de sociedad que defienda la democracia económica o la sanidad y educación pública. Una izquierda que no aspire sólo a que los alcaldes y diputados cobren menos y sean más austeros, que por supuesto me parece muy bien. Somos gente que ha predicado con el ejemplo. Nada más llegar al Congreso retiramos los planes de pensiones privados. Pero queremos representantes políticos que hablen de los conflictos en el ámbito económico. Que hablen de los salarios, de la desigualdad, de la pobreza y de soluciones para enfrentarla. Y creo que esas soluciones sólo pueden ser desde una izquierda radical en el sentido literal del término. Por eso pertenezco a este espectro ideológico. Y sin ningún temor, con mucho orgullo.

Mi instrumento preferido es aquel que entienda que las elecciones son un mecanismo para poder transformar la sociedad, pero que hay que hacerlo en otros dos espacios fundamentales: la calle y el ámbito cultural. La sociedad no se cambia sólo haciendo nuevas leyes sino pedagogía para que nuestra concepción del mundo sea mayoritaria en el sentido común de la gente en un tiempo posterior. Estas tareas sólo las hacen las organizaciones que tengan claro que no son sólo una maquinaria electoral. Una formación como IU, con sus defectos, es la mejor para transformar la sociedad en estos momentos. Y muy particularmente el PCE, con todos los procesos de renovación que hemos hecho y tendremos que seguir haciendo. El resto de partidos pueden tener mucho en común pero no son el instrumento que desde mi posición concreta considero más útiles.

— Sobre Grecia, han mantenido una posición crítica con Tsipras ¿Cómo debe gestionar Syriza su relación con la UE?

— Tenemos que asumir que la UE firmó el principio de su fin en el ámbito económico permitiendo que el Eurogrupo chantajeara con actitudes mafiosas y extorsión a un país y un Gobierno que estaba representando a un pueblo que luchaba. Eso ha significado la gota que colma el vaso dentro de los errores de la UE en al ámbito económico que se suman a otros políticos y sociales como tratar a los refugiados como si fueran mera mercancía que se subasta. Esa UE es un fracaso para la gente sencilla y los trabajadores de los países. Esta UE tiene que acabarse y construir otra. Concretamente en Grecia significa que hay que trabajar en espacios de integración regional de solidaridad. Hay que conseguir que haya gobiernos en el Sur de Europa que compartan la reconstrucción a través de otros principios. El gobierno de Tsipras tendría que trabajar para que el tercer rescate no se puede llevar a cabo, porque es un ataque a la línea de flotación del estado social griego. Tendrían que trabajar en un verdadero programa de salvamento de la gente que tenga una orientación distinta. El propósito de este nuevo Gobierno es negociar un programa de cambio radical que permita a la economía resucitar.

— ¿Y sobre el euro? Anguita dijo al lado de usted en la fiesta del PCE que hay que trabajar por salir de la moneda única. ¿Lo comparte?

— Quizás como economista lo tengo un poco más claro. Por eso creo que el debate no puede situarse en torno al euro sí o no. Es un debate de orientación populista porque el euro es un elemento material que la gente visualiza y lo puede convertir en un blanco fácil de ataques. Pero no es riguroso. Los problemas de los países de Europa no son la moneda, son sus estructuras productivas. Las del Sur están muy subdesarrolladas respecto a las del Norte. Países como Grecia, Portugal o España tenemos estructuras basadas en el bajo valor añadido. Mientras que Alemania la tiene en el alto valor añadido. Dicho de otra forma, exportar productos de alto valor añadido te permite tener condiciones salariales mucho más óptimas, desarrollar el estado social y tener un espacio para una suerte de socialdemocracia al modelo escandinavo. En cambio si es lo contrario, estás condenado a la precariedad y a vivir de sectores estacionales como el turismo. Es el verdadero drama junto con la falta de soberanía. Pero recuperar la moneda no es recuperar la soberanía. Es sencillamente tener capacidad para decidir el futuro.

Si te sales del euro seguirías teniendo los mismos problemas. En primer lugar, que no tienes nada que vender porque no tienes estructura productiva desarrollada y, en segundo, porque el poder privado lo seguirá siendo por mucho que utilices una neopeseta. El Reino Unido ha sido un país que ha sufrido políticas neoliberales y recortes. Y no tiene euro. La gente trabajadora de allí sufre las mismas consecuencias. Y cuando nosotros teníamos la peseta, no teníamos soberanía. Por tanto, simplificar el debate sobre el euro es un drama porque agitas un enemigo común pero la realidad es más compleja. Entrar en el euro fue un error, una política para consolidar el neoliberalismo en la UE. Pero la salida no te garantiza una solución. Y tiene riesgos. Si la izquierda es la que abandera la salida del euro, los desastres consecuentes serán achacados a la izquierda. Entonces se habrá abierto una alameda estupenda para que la extrema derecha tome el control del momento.

— En Alcorcón señaló que el PP y el PSOE están preparando una reforma de la Constitución. ¿Son sensaciones, suposiciones o tienen constancia de ello?

— Hay dos elementos. Uno que es de intuición en estos momentos con un conflicto como el catalán que requiere de una reforma. Y un elemento de voxpopuli que el PP y el PSOE, junto con una regeneración como Ciudadanos, están trabajando en una segunda transición que apuntale a Felipe VI, a la monarquía, y que permita que las niñas puedan reinar. Y que al mismo tiempo sea un retroceso social en la legislación del derecho del trabajo. Con un sistema como el nuestro es muy complicado que dentro de varios años sigan existiendo siete partidos con representación. Van hacia una reforma electoral dentro de la Constitución de 1978 como la que presentaron sobre los alcaldes y que puede hacerse extensible. Después pueden convocar un proceso constituyente para una nueva redacción de la Constitución mediante la aplicación de esa ley electoral más regresiva y que lógicamente condenaría a la izquierda a un lugar hostil dado que en un reforma así a las terceras fuerzas les mete en una tendencia que no es nueva. Italia lo ha vivido, la izquierda ha ido desapareciendo aplastada por las reformas electorales. Ese el modelo que sigue el sistema y es un motivo más para entender que haya una candidatura unitaria en estos momentos. Para cortocircuitar esta operación. Aquellos que no quieran participar de una candidatura unitaria serán cómplices de una operación del sistema en los próximos años.