La pregunta con la que titulo esta nota es polémica y, hasta cierto punto, provocadora. Durante muchos años, seguramente desde la propia publicación de las obras de Marx, se ha planteado esta duda respecto al hipotético estatus científico del trabajo de Marx y Engels. En mi opinión, para resolver este debate no valen para nada las sagradas escrituras, esto es, la lectura filológica de lo que dijo este o aquel autor, santificados ya en el altar de la ortodoxia marxiana, ya que ello nos remitiría a un estudio escolástico o religioso del asunto, y no es el objetivo. Lo que importa es ver si el instrumental marxista encaja dentro de las definiciones actuales de ciencia, cuyo criterio está ampliamente justificado. Por supuesto, con esta nota simplemente aspiro a defender que, a lo sumo, el marxismo debe verse como una tradición de investigación y no tanto como una ciencia dura que lleva asociado un método científico específico. Si alguien le interesa profundizar, los capítulos 1 y 2 del libro “Por qué soy comunista” (2017, Península) versan precisamente sobre esta reflexión.
Historicismo, progreso y método científico
No podemos olvidar que Marx y Engels fueron hijos de su tiempo. Una de las implicaciones que eso tiene es que aun siendo críticos, ambos fueron representantes de la modernidad y portadores de una visión historicista del progreso. En particular, ambos autores pensaban que el futuro de la sociedad estaba escrito de antemano en la propia naturaleza del desarrollo social y que la sociedad avanzaba por el despliegue de esa lógica de desarrollo -«el capitalismo está embarazado de socialismo» solía repetirse. Los dos creyeron posible encontrar las leyes que regirían esa lógica de desarrollo, fe que compartían con el liberalismo y con otros productos de la modernidad. Y creyeron tanto haberlo conseguido que Engels bautizó sus trabajos como «socialismo científico».
En efecto, para Marx y Engels el comunismo quedaría justificado no porque cuente con una moral superior sino porque el estudio y conocimiento del capitalismo y de la historia de la humanidad ha llevado a él como conclusión racional y sobre la base de la ciencia. Y es que Marx y Engels iban a emplear todo el instrumental de la Economía Política Clásica para construir un sistema o teoría que diera una explicación nada más y nada menos que de la historia misma. En el Discurso ante la tumba de Marx, el propio Engels explicó que «de la misma forma que Darwin ha descubierto las leyes del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx ha descubierto las leyes del desarrollo de la historia humana»[1]. Y en una carta a Ferdinand Lasalle (1825-1864), Marx le explicó que «la obra de Darwin es de una gran importancia y sirve a mi propósito en cuanto que proporciona una base para la lucha histórica de clases en las ciencias naturales»[2]. Este interés en Darwin y en construir una teoría científico-positiva marcó gran parte de la obra de Marx.
Sin embargo, es de justicia reconocer que «ni el pensamiento de Marx ni ningún pensamiento positivamente relacionable con Marx son ciencia pura, ni sólo ciencia»[3]. Según el filósofo marxista Manuel Sacristán, hay tres conceptos diferentes de ciencia en el trabajo de Marx, que suponen inspiraciones de su actividad intelectual. Por un lado está la noción normal de ciencia (science), que inspira su intento de construir un sistema científico-positivo, equiparable a cualquier ciencia natural. Por otro lado, está la noción hegeliana de la que es inspirado por su dialéctica o método para entender cómo las contradicciones mueven el mundo. Y finalmente está la idea de ciencia como crítica, propia de su época de joven hegeliano. Estos serían «los nombres de las tres tradiciones que alimentan la filosofía de la ciencia implícita en el trabajo científico de Marx»[4], que responden a la propia trayectoria biográfica del autor y que dan a su trabajo un carácter específico que no es ciencia pura pero que intenta no ser mera especulación.
No obstante esta realidad, el marxismo posterior a Marx destacó y acentuó sobre todo su carácter historicista, hasta el punto de que alguien como Karl Kautsky elaboró un «catecismo comunista» para enseñar marxismo como el que enseñaba física newtoniana. Los manuales de la Unión Soviética tuvieron después la misma función, educando a la población en un marxismo cientificista que decía enseñar las claves del desarrollo total de la historia. Se construyó un corpus teórico coherente y cerrado de «materialismo histórico» y de «dialéctica materialista» que decía ser la verdadera ciencia de la vida, con su método científico y sus descubrimientos históricos. Se promovía una «metáfora comunista» que abundaba en el hecho de que siempre es más agradable luchar contra el enemigo si uno cree que la historia está de tu lado.
No sólo ocurría en el marxismo más ortodoxo. La mayoría de la gente hoy en día cree que existe tal cosa como un método científico cuyo empleo marca la frontera, de manera clara, con el pensamiento especulativo, metafísico o pseudocientífico. En realidad, es normal. En la filosofía de la ciencia durante mucho tiempo se pensó que sólo existía un único método para obtener el conocimiento. Sin embargo, los descubrimientos científicos, y sobre todo la reflexión filosófica sobre los mismos, han puesto de relieve que eso no es así. Las viejas e inflexibles certezas acerca de cómo la humanidad avanzaría inevitablemente por la senda del progreso gracias a un método infalible que nos permitiría obtener conocimiento han dado paso a una concepción del método científico mucho más abierta, que implica a variables históricas, sociales e incluso políticas en el proceso de generación de nuevo conocimiento.
La visión de la filosofía de la ciencia
Tras la disputa teórica entre racionalistas y empiristas, a partir del siglo XIX los filósofos de la ciencia se embarcaron en la tarea de construir un método científico que pudiera sentar las bases definitivas de las formas a través de las cuales acceder al conocimiento. Los filósofos positivistas fueron los más convencidos de este posibilidad y fueron firmes defensores de lo que se llama el monismo metodológico, esto es, la existencia de un único método para la ciencia. Aunque hay numerosas diferencias entre autores que se consideran a sí mismo positivistas, en general se asume que comparten ciertas características comunes. Entre esas características puede destacarse el «establecimiento de una línea de demarcación clara entre ciencia y metafísica, ciencia y especulación, ciencia y conocimiento ordinario» y la «delimitación de los elementos y momentos básicos del método científico como un conjunto de reglas que deben seguirse en cada caso y cada disciplina». Ellos creían que podía existir un método científico universal y libre de sesgos que permitiera a los investigadores acogerse a él para hacer ciencia, y para ello echaban mano del lenguaje lógico. Si eras científico, cogías tu método científico y hacías ciencia. Y si no usabas exactamente ese método entonces no era ciencia. Aparentemente fácil. A pesar de que actualmente se considera una visión ingenua, como decíamos antes es aún hoy el sentido común de la gente. Este pensamiento positivista fue el eje principal del llamado Círculo de Viena, creado en 1921 y con representantes marxistas como Otto Neurath.
Sin embargo, posteriormente el trabajo de Karl Popper (que influyó en los positivistas pero fue crítico con ellos) desveló algunos problemas de ese modo de pensar. Para Popper, a diferencia de los positivistas del círculo de Viena, la realidad no es trasladable sin sesgos al plano teórico a través de ningún lenguaje lógico. Según él, desde el momento en el que observamos la compleja realidad estamos sesgando las partes concretas que nos interesan y nos concentramos en algunos hechos específicos. Toda observación, hecho o dato está sesgada desde el momento en el que se posa sobre cualquier objeto de la realidad la mirada del investigador. Así, en el proceso de interpretación de lo real los investigadores han de proponer ciertas hipótesis que tendrán que enfrentarse a una crítica racional en forma de contrastación. Con esto, Popper rebajaba en mucho las pretensiones de los autores positivistas.
Y dado que existen esos sesgos, el método de Popper propone que el conocimiento científico avance a través de la formulación de hipótesis y teorías que pretenden representar la compleja realidad. Por hipótesis tenemos que entender «la afirmación que se somete a prueba, postulada para dar cuenta de un determinado fenómeno y acerca del cual buscamos evidencia a favor o en contra»[5]. Esas hipótesis habrán de ser confirmadas o refutadas por la experiencia, lo que se llama proceso de contrastación. Si la experiencia es contraria a la hipótesis, se dice que la hipótesis ha sido refutada y si la experiencia es favorable a la hipótesis se considera provisionalmente aceptada. El carácter de provisionalidad tiene que ver con la imposibilidad de acceder a un conocimiento totalmente cierto, dada la naturaleza de la ciencia, de tal manera que en cualquier momento podría refutarse la hipótesis o encontrarse una mejor.
Posteriormente la obra de Thomas Kuhn (1922-1996) fue mucho más allá. Para Kuhn es imposible comprender la actividad científica sin atender al contexto sociohistórico. La obra de Kuhn se considera como el punto de inflexión de la concepción positivista, es decir, el principio de su deslegitimación. Para Kuhn los investigadores son personas de su tiempo, con una mochila de creencias que afecta a su investigación y, como consecuencia, no existe un criterio único y preciso para comparar entre las diferentes teorías científicas. Entre los cuestionamientos de Kuhn a la concepción positivista se encuentra también su visión acumulativa y lineal del avance de la ciencia. Para el autor estadounidense la ciencia avanza de forma discontinua, con saltos y no por mera acumulación de conocimientos. Además, Kuhn distingue entre ciencia normal y ciencia revolucionaria. La ciencia normal sería el paradigma científico que emplea una determina comunidad científica en un momento histórico dado hasta que, eventualmente, surgen suficientes fenómenos inexplicables mediante el paradigma que provocan que pierda su legitimidad. En ese momento emergerá otro paradigma que amenazará con disputarle la posición y que proporciona una mejor explicación de las anomalías. Si el nuevo paradigma se termina imponiendo, se convertirá con el tiempo en ciencia normal.
Siguiendo la estela de los trabajos de Popper y Kuhn, Imre Lakatos (1922-1974) propuso la metodología de los programas de investigación. Según el filósofo de la ciencia húngaro, las teorías científicas deben ser estudiadas desde una perspectiva histórica pero también sabiendo que esas mismas teorías pueden y deben ser comparadas para preferir unas a otras. La novedad radica en que para Lakatos no son las hipótesis aisladas las que forman los grandes logros de la ciencia sino los programas de investigación. En este sentido, las teorías científicas son en realidad redes formadas por otras teorías menores que se interconectan en un sistema. Ese sistema, llamado programa de investigación, incorpora a su vez un «núcleo duro que «contiene ciertas leyes y ciertos supuestos fundamentales que se mantiene al margen de cualquier proceso de refutación», un conjunto de reglas metodológicas que orientan al científico y un conjunto de hipótesis auxiliares que protegen al núcleo[6]. Eso quiere decir que cada programa de investigación es como un paradigma de ciencia normal kuhniano, es decir, un sistema estable en el que los investigadores no cuestionan determinados posicionamientos sino que juegan y adaptan hipótesis auxiliares para que el programa pueda seguir teniendo validez científica.
Finalmente, otro filósofo de la ciencia que ha hecho grandes aportes a la cuestión es Larry Laudan (1941-), para quien el concepto clave es tradición de investigación. Para Laudan también es «en la historia de la ciencia donde podemos encontrar las claves para comprender y sistematizar qué es esa cosa llamada ciencia»[7]. Según esta perspectiva, una teoría es una tentativa de resolución de un problema y está formada por teorías particulares que se enredan en torno a un núcleo central. Una tradición de investigación contiene una serie de compromisos metafísicos que definen el campo de estudio, y también dispone de un conjunto de reglas metodológicas que orientan la investigación[8]. Como Kuhn y en Lakatos, Laudan tampoco acepta que la ciencia avance acumulando conocimiento sino que considera que el cambio científico implica también cambios cualitativos. Estos cambios tienen que ver con disputas que muchas veces son conceptuales y no empíricas, y además es bastante habitual que coexistan diversas teorías rivales que pretenden explicar los mismos fenómenos. Las disputas entre tradiciones de investigación se resuelven en función de cuál es más eficaz a la hora de resolver los problemas a los que se enfrenta.
Conclusiones
Desde mi punto de vista, el marxismo es claramente una tradición de investigación tal en las formas en las que acabo de describirlo. No existe, en consecuencia, tal cosa como un método marxista único. Mucho menos Marx o Engels elaboraron una guía epistemológica para que se trabajara dentro de un corpus ortodoxo. En realidad, lo que tenemos son una serie de hipótesis, algunas más fuertes y centrales y otras más débiles y periféricas, que pueden interconectarse para formar un programa de investigación marxista. Por ejemplo, la hipótesis de que el conflicto capital-trabajo es central en el desarrollo económico es puramente marxista y puede combinarse coherentemente con muchas otras hipótesis marxistas. Es más, uno puede combinar esa hipótesis central con hipótesis alternativas (teoría del valor, precios mark-up, cambio tecnológico capital-bias o labor-bias, etc.), las cuales a su vez dependen de los instrumentos de medida (que también son sesgados).
En filosofía de la ciencia a veces se usa la metáfora gráfica del puzzle: cada pieza conforma una hipótesis, central o periférica, y el puzzle completo debe aspirar a ser un todo coherente donde todas las piezas encajen. Pero es habitual que cuando la realidad tumba una hipótesis, ésta se sustituya por otra que cumpla bien y mantenga el puzzle aparentemente intacto. La historia del pensamiento marxista está lleno de ejemplos de autores que han usado, en sus investigaciones reales y concretas, muchas de estas hipótesis y han dejado otras de lado en el curso de su desarrollo. Esta visión de la ciencia y el marxismo, dinámica y realista, es mucho mejor y más útil que la pre-moderna tarea de citar incesantemente autores muertos para ver si nuestros pensamientos actuales se ajustan a sus palabras. Es la diferencia entre un instrumento útil y un instrumento fosilizado. La primera ayuda a cambiar el mundo y la segunda se limita a dar carnets de pureza.
¿Qué hacemos entonces con el marxismo y con el materialismo histórico a la luz de los planteamientos anteriores? En primer lugar, creo que es importante bajarse del fuerte determinismo que emana de su concepción de la historia. La historia no está escrita de antemano por ninguna fuerza providencial y por lo tanto, no cabe presuponer ciertos desarrollos históricos sin la intervención de otras variables no estrictamente económicas. En segundo lugar, tampoco podemos contentarnos con el extremo contrario, el nihilismo y la política de la contingencia, propio de autores posmodernos, que plantean que la propia historia es el resultado de la acción de simples fuerzas voluntaristas. Es cierto que ninguna ciencia social, y tampoco el marxismo, puede modelizar la historia e incorporarla en un marco formal que sirva para predecir y explicar fenómenos, pero también es cierto que tanto en la ciencia social como, sobre todo, en el marxismo, se han obtenido avances significativos que permiten entender determinados fenómenos. Es posible que no podamos afirmar, como Engels, que el marxismo sea socialismo científico o ciencia. Pero sí podemos decir, con más humildad, que Marx «sencillamente, identificó ciertas características del capitalismo muy resistentes al cambio que, por supuesto, no excluyen cualquier otro rasgo complementario»[9]. El marxismo y el materialismo histórico explican ciertamente bien cómo y por qué la política y la economía toman ciertas formas.
Como insiste César Rendueles, «posiblemente, la opción más razonable sea rebajar las aspiraciones de exactitud no sólo del materialismo histórico sino de las ciencias sociales en general»[10]. No debemos confundirnos y pensar que es posible encontrar causalidades en el mundo social idénticas a las que existen en la ciencia natural, sino que más bien debemos concentrarnos en aquellos fenómenos sociales que «son más resistentes al cambio» y que contribuyen a explicar mejor otros fenómenos.
Una de esas cosas que explica muy bien la tradición marxista es la evolución a largo plazo de un sistema económico como el capitalismo. Como decimos, no es necesario asumir el determinismo del materialismo histórico más vulgar para aceptar que la propia lógica del capitalismo va modelando enormes ámbitos de la vida social. Así, por ejemplo, la lógica de la ganancia y la coerción de la competencia es la responsable del incremento desorbitados de planos de la vida que están siendo mercantilizados en las últimas décadas. Este proceso, como tantos otros, parecerían azarosos sin la luz que proporciona la tradición marxista al respecto de cómo funciona el capitalismo.
En cualquier caso, sí creo que debemos recuperar el materialismo histórico, en una versión suavizada, como instrumento útil para la ciencia social y como forma de contrarrestar las tendencias posmodernas cuyos análisis se han desvinculado de la base económica. En este sentido, poner la Economía Política en el centro del análisis, sin pretender que lo pueda explicar todo causalmente, es una de las tareas más imperiosas de la tradición marxista actual. Frente a los estudios marxistas o posmarxistas, que niegan incluso la clase social, es relevante volver a situar la perspectiva histórica y la lógica del capitalismo en primer plano. Al fin y al cabo, los fundamentos del capitalismo no han cambiado, a pesar de que otros muchos aspectos de la vida social sí lo hayan hecho, y por lo tanto una herramienta como El Capital sigue teniendo vigencia.
El marxismo no es, en suma, la llave que abre todas las puertas. El marxismo es, más bien, una humilde herramienta para el análisis social y también para la práctica política. Y al mismo tiempo también es una concepción del mundo, inspirada por esa tradición política y de investigación, que nos anima a mirar determinadas trazas de la totalidad social. Como dice Sacristán, la concepción marxista de mundo «supone la concepción de lo filosófico no como un sistema superior a la ciencia, sino como un nivel del pensamiento científico: el de la inspiración del propio investigar y de la reflexión sobre su marcha y resultados»[11]. En efecto, lo que hace que un investigador de orientación marxista se centre en cuestiones como las clases y la desigualdad y no en otros campos posibles, es la creencia que haciéndolo así se encontrarán más y mejores respuestas. En consecuencia, el marxismo tiene que ir cambiando en la medida que vamos incrementando nuestro conocimiento sobre el mundo que nos rodea y en la medida que va cambiando la sociedad a la que pertenecemos. Todo lo demás me parece fe religiosa, respetable pero ineficaz para responder preguntas.
NOTAS:
[1]Engels, F. (1883): “Discurso ante la tumba de Marx”, disponible en https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/83-tumba.htm
[2]Citado en Arnal, S. (2009): “Darwin, Marx y las dedicatorias de El Capital”, disponible en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=95700
[3]Sacristán, M. (1980): “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia”
[4]Sacristán, M. (1980): “El trabajo científico de Marx y su noción de ciencia”
[5]Díez, A. J. y Moulines, C. U. (2008): Fundamentos de Filosofía de la Ciencia. Ariel, Barcelona.
[6]Nogueira, L.C., Nogueira, M.A.C. y Navarro, J. M. (2015): Metodología de las ciencias sociales. Tecnos, Madrid.
[7]Nogueira, L.C., Nogueira, M.A.C. y Navarro, J. M. (2015): Metodología de las ciencias sociales. Tecnos, Madrid.
[8]Nogueira, L.C., Nogueira, M.A.C. y Navarro, J. M. (2015): Metodología de las ciencias sociales. Tecnos, Madrid.
[9]Rendueles, C. (2006): Los límites de las ciencias sociales. Una defensa del eclecticismo metodológico de Karl Marx. Tesis doctoral, Madrid.
[10]Rendueles, C. (2012): “Introducción” en Marx, K. (2017): Escritos sobre materialismo histórico. Alianza editorial, Madrid.
Ningún método científico obsta para que la reacción de un colectivo frente a circunstancias adversas o bien frente a circunstancias favorables se produzca de forma colectivamente inteligente, cosa que empíricamente puede desarrollarse de forma diversificada según el territorio y su modo particular de producción, todo lo cual resulta a la vez mediatizado por la transmisión de información entre colectivos interconectados; en este sentido, los mismos Marx y Engels relativizarían sus propias teorías interpretativas de estar debatiendo ahora con los teóricos más relevantes del momento. Métodos científicos, siempre hay en buena y mejor disponibilidad; por lo que respecta a la ciencia como conocimiento verificable, podemos reconocer en ella su carácter abierto y en continua construcción.
La ciencia es pensamiento crítico contrastado con la práctica. El marxismo crítico es científico. El «marxismo» dogmático-ideológico no lo es
Muy sintomático el hecho de que hablando de método científico y la necesidad de esclarecer si el marxismo es o no es una ciencia, no aparezcan mencionados ni una sola vez los textos de Lenin ni de Mao Tse Tung al respecto.
Puedo comprender que al PCE, a Izquierda Unida y demás os dé miedo mencionar en público a los clásicos del marxismo, pues pronunciar su nombre puede provocar espasmos en los acomodados intelectuales de la progresía académica que nutren vuestras filas, pero esto que he leído incurre en la burla grotesca a las bases mismas del marxismo.
No debemos incurrir en el dogmatismo ni en la liturgia, por supuesto, pero dudo que la solución para eso sea recurrir a los mantras baratos de la academia más rancia, esa que pretende mellar el filo revolucionario de Marx (como ya denunciaba Lenin en «El Estado y la Revolución»),
No te duelen prendas, camarada, al citar largas parrafadas de Sacristán o Popper ( y de Popper nos quedamos cortos a la hora de afrontar esta embestida), pero permite que me tome la libertad de complementar tu texto con referencias a otros autores más añejos, para que los peligrosos fundamentalistas que defendemos aquello de que el marxismo «es la ciencia que analiza la realidad con el fin de cambiarla» nos quedemos contentos.
«La práctica es la base de la teoría y ésta, a su vez, sirve a la práctica […]. El punto de vista de la práctica es el punto de vista primero y fundamental de la teoría materialista dialéctica del conocimiento. […] A medida que continúa la práctica social, […] surgen los conceptos, […] esta es la segunda etapa del conocimiento [pero] el conocimiento comienza por la práctica, y todo conocimiento teórico, adquirido a través de la práctica, debe volver a ella.»
Mao Tse Tung, Sobre la práctica (tratando la cuestión de la teoría marxista del conocimiento/método de análisis científico y aludiendo fundamentalmente a las Tesis sobre Feuerbach de Marx y a Materialismo y empiriocriticismo, de Lenin).
Quizás sea hora de que dejemos de basar nuestro marxismo en las opiniones de filósofos de sofá y empecemos a leer a filósofos marxistas que han aplicado su doctrina. Si no nos gusta lo que dicen puede que se deba a que no somos marxistas, sino otra cosa, camarada…
Puede que comparta lo que usted dice sobre los académicos «acomodados» de izquierda. Y que además, yo defienda aquella teoría de Guevara de que el problema de las «izquierdas» es que sus líderes siempre viven y actuan desde una posición de defensa, en vez de ataque (de hecho, durante estos críticos e importantes últimos diez años, ni una vez los líderes de «izquierda» han NI sugerido la única acción pacífica y eficiente de los exclavos-asalariados, precarios y desempleados: la huelga general.) Pero poner a Mao de ejemplo, después de la historia incontestable que hoy sabemos, es precisamente perder la cabeza en el veneno de la ideología.
1. Lo aplicaron y a lo grande pero NO fueron los perros rabiosos como Hitler o Mussolini o Franco quienes inventaron la «teoría del terror»; fue Lenin. Y los hijos de las élites que estaban en la universidad en los años 30, se lo estudiaron muy bien. A Lenin lo que más le preocupó, no fueron las clases pequeño burguesas o funcionarios, sino los millones de campesinado, que eran fanáticos religiosos y supersticiosos y violentos y leales al Zar. Pero el terror paraliza; te deja sin argumentos y obidiente como un perro. El terror lo aplicaron los bolshis y lo aplicaron las guardias de Trotsky por toda la geografía Rusa. Trotsky más tarde, ya en exilio, dio marcha atrás y, rectificando, entendió la realidad desde un ángulo más ético, más humanista, más avanzado. Ese es el Trostky que a mi me gusta.
2. Mao — como Stalin — fueron asesinos que se aprobecharon de las aspiraciones de las masas por un viaje hacia la sociedad socialista para hacer TODO lo contrario, y situarse a sí mismos literalmente como emperadores, tiranos sin tapujos. Y la izquierda española le ha hecho mucho daño que sus líderes no hayan sabido responder con inteligencia y con franqueza toda vez que la prensa de derechas y reacción les ha preguntado sobre los crímenes históricos del Este. Porque lo cierto es que, hasta ahora, no ha habido ni un solo país socialista en el planeta. Ha habido monstruosidades — y mientras la derecha y los liberales repiten a los cuatro vientos el mantra de «mira los paises socialistas-comunistas, qué eran y en que han terminado,» los líderes de izquierda se esconden en los asientos, sin respuesta. Orwell pintó un cuadro preciso sobre que era la URSS y, alucinantemente, nunca se recuerda. Después de la última visita que hizo a la URSS, y ver como de corruptas estaban las clases élites soviéticas, Guevara vaticinó con precisión en una de sus cartas que «en 10 años la URSS será incluso más capitalista que USA.» Yo pienso, veo, imagino, razono y reflexiono marxista. Pero hago una interpretación instruida, humanista y propia. El marxismo es lo que tiene: no es fácil. Y ahí está el problema: el fascismo es facilísimo.
Lo dicho por Pla y Alberto puede ser equivalente.
Hoy en día, estamos asistiendo a la mutación de un sistema, con todas sus relaciones, intercambios y formas de organización, incluso las nucleares qué la definen por el impacto de su dinámica en la evolución de las infraestructuras.
El Capitalismo requiere de capital, es
decir, de enajenación del valor trabajo. Que se constituye como base del intercambio, organización…., pero los límites ecológicos y físicos, Junto a la desvalorización de las unidades de producto ( o riqueza) por mor de la tecnología, nos llevan a un proceso de desvalorización que recupera la LTDTG a la actualidad. Pero a diferencia de otros procesos acumulativos que permitían la revalorización por diversificación de industrias y productos ex-novo;. hoy el avance tecnológico nos sitúa ante un salto cualitativo: la sustitución del trabajo por máquinas, qué también fabricarán máquinas. En ese proceso de convivencia y mutación sistémica llevamos tiempo, aunque últimamente se esté acelerando. Por eso, el capitalismo moribundo, requiere, necesita para mantener el crecimiento del valor, mercantilización áreas que antes eran incluso afectivo-familiares, y continúa invadiéndo todos los ámbitos para sobrevivir.
Ello, no quiere decir que lo por venir sea peor o mejor, y habitualmente las transiciones han sido nefastas para las clases populares.
Pensemos que la productividad no espera es la ud. de producto ×ud. tiempo, y que la elevación exponencial de la misma nos lleva a la obtención de la riqueza con una ínfima ud. tiempo trabajo. Luego, con las revoluciones tecnológicas que provocan el Tiempo de la Revolución del Conocimiento, nos enfrentamos a un tiempo en que el destruccionismo creativo perderá fuelle paulatinamente, como estamos viendo con carácter general en la evolución del crecimiento económico.
Pero desaparecer la moneda del intercambio y/o relación social, con sus dos caras trabajo/capital, implica el cambio radical de sistema en todos sus ámbitos-para mal o bien-, dado que estamos hablando del núcleo, fundamento, base de la relación y organización social. Con otras palabras, desaparecerían por mutación los átomos que constituyen al capitalismo como tal, y claro está, éste con ellos.
No creo que nuestra preocupación fundamental sea, en este devenir, el marxismo como método científico o no. Ni creo que lo sea de Alberto, pienso que este post es una necesaria reflexión teórica sobre el tema, y bastante acertada por cierto.
Y lo cierto es que en esta mutación sistémica, el marxismo crítico en su conocimiento de las diferentes dinámicas del capitalismo, nos puede ayudar a interpretar su fase crisálida y a intervenir para influir en la mariposa o … que surja.
Una interpretación del marxismo crítico desde el sentido de la realidad de Maquiavelo ( actualizado), sería de agradecer.
Todo el tocho que se ha marcado Alberto, para concluir lo que todo el mundo sabe:
El Marxismo no es método científico sino una forma de pensamiento que responde a la situación histórica en la que se expresa
Y como tal forma de pensamiento, a unos les parecerá perfecta y a otros negativa
Es como lo de Heráclito y Parménides, cada uno pensaba de una forma distinta y los dos tenían razón.
Que majo que era Alberto cuando hablaba de una forma sencilla (y corta) de Economía, dando unos consejos útiles
Pero ahora se enrolla, para convencer (ó no) a los ya convencidos de algo que no necesita ser explicado.
Como bien dice Cayetano en otro post, ó creemos en Dios ó no creemos, pero eso no influye en que exista ó no.
Por cierto hace Cayetano un comentario acerca del CAPITALISMO MORIBUNDO…????
Y a mi que me parece que el Capitalismo nunca ha gozado de mejor salud que en estos tiempos (Marxistas ó Capitalistas, que más da)
Saludos
@José Luís, el Capitalismo esta moribundo como sistema, en cuanto que el capital es reverso del trabajo enajenado y acumulado bajo distintas formas. En tanto que el valor del Trabajo y/o Capital dejá de ser decisivo en la producción y por ende en el intercambio, la vertebración del dominio -relaciones sociales organizadas-, ya no es Capitalista. Eso no quiere decir que desaparezca o pueda gozar de buena salud la dominación en las relaciones sociales. Y sí, el capitalismo está moribundo pese al alto nivel de concentración del poder en el Capital, porqué su proceso de valorización (trabajo-capital) mengua, y ello pese a continuas burbujas financieras(especulación) que actuan como motor del crecimiento financiero. Está moribundo como el gusano o la crisalada por nacer, y al tratarse de relaciones humanas sus efectos pueden ser, aunque no necesariamente, impredecibles para bien o mal. Todo sistema ha evolucionado siempre, y el capitalismo está en una fase cualitativa de transformación, que ya no podrá llamarse tal, pues no será el capital-trabajo base de la relación social. ¿Qué nos deparará el demiurgo o razón universal que nosotros mismos hemos forjado? ¿Quién lo sabe? Pero decía un ciéntifico relevante, «qué todo lo que puede hacerse se hace» y de ello se ha dado muestra para bien y mal.
Hoy desgraciadamente podemos destruir nuestro habitat y a nosotros mismos en una brizna de tiempo, y ya estamos destruyéndolo lentamente. Sobre la cuestión han publicado recientemente un libro unos paleóntologos especializados en extinción de especies, leí el artículo en elDiario.es
Un cordial saludo.
Cualquier ser (Y el Capitalismo no deja de ser una creación ó forma de vida de los seres), desde el mismo momento de nacer, ya es moribundo
Lo que no sabemos es cuanto de moribundo
Un recién nacido puede morirse a los dos días ó a los 90 años, pero desde que nace, ya se está muriendo.
Tu y yo no podemos marcarnos un tiempo muy largo (pongamos 40 años) para saber si el Capitalismo está moribundo, se ha muerto ya, ó sigue gozando de salud
Podemos encomendar a nuestros hijos para que decidan que fecha de caducidad le dan al Capitalismo y comprobar por ejemplo en esos 40 años de plazo, si la espichó
Y entonces poner en tu lápida «Tenias razón padre» ó en la mia » Estabas confundio»
Pero me da que dentro de 40 años, el Sistema de convivencia reinante será el Capitalismo, y habrá un grupo de filósofos, que seguirán intentando explicar por qué las tesis de Marx ó de Engels ó las revisiones de Lenin, no han dado sus frutos, y se harán revoluciones, si los Capitalistas, han abusado demasiado, y triunfarán esas revoluciones hasta que los líderes vean las ventajas del mundo capitalista (Vease la moderna China)
Ha habido una frase en tu último comentario que me ha impactado
Dices «Todo lo que puede hacerse se hace»
Me ha dado que pensar en la llegada del hombre a la Luna, y reflexiono que ó bien el Hombre nunca llegó a la Luna y todo fue un montaje, ó bien si es que llegaron Amstrong y Collins, no se puede hacer todo lo que los científicos piensan, porque si hubieran llegado, con la moderna tecnología es lógico pensar que ya habrían repetido
¿Tu que opinas?
Tienes razón argumental. De hecho qué en la Europa más desarrollado se disfruten de unos niveles materiales de vida y prestaciones – denominados estado del bienestar-, es visto en EE.UU. como socialismo.
En el capitalismo desarrollado ( también por depredador), casi nada se parece a las diferentes etapas anteriores del Capitalismo.
Incluso podríamos entender al socialismo real del Pacto de Varsovia -algunos lo entendían- como capitalismo de estado.
Janusz nos invitó a leer obras colectivas de anarquistas, recuerdo vagamente «Amigos de no se qué», que habían tenido relación con EXIT y/o CRISIS. Entre sus estudios y reflexiones, planteaban como el formato de las infraestructuras, incorporaba una tendencia o marco de opciones potenciales. Con su análisis incorporaban, explicando mejor aún el papel de la nomenclatura, no como producto de la voluntad (que también), sino sobre todo como tendencia inherente al tipo de infraestructuras.
Ésto, explicaría -principalmente- el poco conflicto que provocó el paso del socialismo al capitalismo y la escasa resistencia social.
Pero de lo que estamos hablando aquí, es precisamente de los efectos que tendrán los movimientos tectónicos de las infraestructuras, en la producción y el intercambio, en las relaciones humanas. Con ello, no se plantea que el sistema resultante ( si se sobrevive a las tensiones del parto, con la actual capacidad de destrucción), sea mejor o peor en términos éticos, de felicidad y bienestar. Simplemente se manifiesta que ya no será Capitalismo, pues las relaciones no se fundarán nuclearmente en la moneda de Capital-Trabajo. Y la ruptura del estatus Quo internacional al qué asistimos, sienta sus bases en dicho cambio.
Respecto a lo del viaje a la Luna, la carrera espacial se enmarcaba en la armamentista, y desaparecida la principal, desapareció la secundaria. Ahora están compitiendo con los chinos en enjambres de drones autónomos y otras «cosillas».
Pero entiendo, qué cuando preguntas por el tema, nos remites al dogal que sobre la Ciencia tienen los grandes intereses, y qué por tanto, mucho de lo que se puede hacer no sé hace. Y otra vez tiene mucha razón argumental. Pero, como bien decías un Sistema es como un ser vivo, y sus leyes, razones, inercias y dinámicas están por encima de los hombres y mujeres que conforman sus distintas partes, pues están por encima de sus voluntades, aunque influidas en interacción.
Por eso, porqué son las inercias y dinámicas del capitalismo quienes alimentan éste cambio en las infraestructuras, quiénes alimentan éste salto cualitativo en la productividad sobre la paulatina extinción o marginalización del Trabajo, ésto qué se puede hacer se hará ( si sobrevive la especie a las tensiones).
Por eso, han pasado ya 10 años desde el inicio de la Gran Crisis, y sólo estamos asistiendo a involución social, a ruptura del Estatus Quo internacional, pero nada de nada de la creatividad Shumpeteriana. Qué ha pasado, en 11 años de Crisis ya se debiera haber destruido el tejido empresarial obsoleto, y al menos deberíamos empezar a vislumbrar los nuevos sectores e industrias, trabajos ex-novo.
Lo cierto es que una central de zona en Telefónica, antes requería 30 empleados, hoy funciona automáticamente y sólo requiere que alguien se acerque a sustituir lo averiado y previamente diagnosticado por un ordenador. Incluso los coches no vintage, son diagnosticados en el taller por un ordenador y no por el mecánico.
La rapidez del cambio va a depender fundamentalmente del poder que detenten las inversiones realizadas en Capital fijo, y si la implementación de éstas nuevas infraestructuras son realizadas por los mismos actores o no. También intervendrá la extensión e importancia de los conflictos armados. Si echamos un vistazo a la Historia, veremos cómo en las dos últimas Guerras Mundiales parieron dos mundos de infraestructuras diferentes y de forma acelerada ( dudo mucho que ahora sobreviviera la especie). Una Guerra socializa a casi todos los Estados en el Capitalismo, si miramos los rasgos de una economía planificada socialista y una economía de Guerra en el capitalismo, apenas apreciaremos diferencia alguna. En una Guerra hay que ganar, y todas las trabas y barreras a la eficiencia tecnológica desaparecen.
40 años en estos tiempos acelerados son demasiados años ( el cerebro no sólo nos engaña al mirarnos al espejo y recordarnos a nosotros mismos- mentira piadosa-), si nos detenemos a ver cómo ha cambiado el planeta y sus especies, los cambios son de vértigo en lo conseguido y destruido.
Cada día estoy más convencido de vivir en la peli que anunciaban el fin del mundo y las gentes siguieron con sus vidas hasta el último momento.
Y vino Trump, el trumpeta de la Apocalipsis y la acagamos de arreglar.
Ojalá la realidad material nos lleve a reflexionar colectivamente, y consiga que la voluntad de la mentalidad se imponga por el tiempo que requiera la necesidad de sobrevivir. Pero no podemos dejarlo al socaire de la mano invisible movida por el egoísmo.
Espero haberte contestado al respecto, estemos o no de acuerdo.
Un cordial saludo.
Todo esta disertación para justificar cualquier acto de traición a la clase obrera y poder seguir llamándose a si mismo comunista. La confrontación entre ese supuesto dogmatismo o determinismo del marxismo y la visión planteada por el señor Garzón no existe, puesto que el marxismo desde su concepción no es un dogma de fe ni predice el desarrollo histórico de las sociedades, sino más bien es una herramienta para en cada momento histórico, analizarlo en su desarrollo para entender de donde se viene y hacia donde se va.
Los que se quedaron en leer a Marx, pero no han leído los escritos de Lenin (los posteriores a la revolución) en los que se enfrenta a la realidad de la construcción del socialismo, siguen enfrentando molinos de viento con el nombre de ‘religión’, ‘dogma’ o ‘catecismo’, refiriéndose al marxismo como un mero guión de la historia de las sociedades, olvidando siempre mencionar que la verdadera guía revolucionaria para el proletariado es el marxismo-leninismo, porque quien supo entender el marxismo y aplicarlo a la realidad de su época, y engrandecer la obra de Marx con la visión más revolucionaria posible, fue Lenin.
Y es por eso que tanto Garzón como otros adalides de la «izquierda» como Julio Anguita, no dudan en atacar a la Unión Soviética y a Stalin, porque la URSS demostró precisamente que el marxismo-leninismo tenía una aplicación práctica real nada dogmática, que las tesis revolucionarias basadas en el materialismo dialéctico eran aplicables a la vida real de una sociedad. La historia de la URSS es el mejor argumento contra aquellos que todavía siguen defendiendo que el marxismo que defienden otros es una especie de fe religiosa.
https://m.publico.es/economia/2052006/un-barril-de-crudo-a-100-dolares-la-antesala-de-otra-recesion-mundial
Un ejemplo de un débil equilibrio en una Época de ruptura de todos los equilibrios o Estatus Quo. Lo que Krugman y «otros radicales», Stiglitz entre ellos y el qué fue presidente de la Fed., venían a definir genéricamente como un periodo marcado por un continuum temporal de recaídas más fuertes y recuperaciones más débiles, que muy optimistas limitaban a 50 años, como los largos periodos del viejo Kondratief.
Saludos Cordiales.
A principios de los 80, cuando el neoliberalismo no era hegemónico sino que disputaba esa hegemonía con el keynesianismo, en la facultad de Economía de la UB los marxistas se dedicaban a discutir si la tasa de ganancia disminuye de forma constante o solo a veces. Para ellos tanto los friedmanitas como los keynesianos eran burgueses y merecían el mismo desdén. Aún hoy me horroriza tanta ceguera, tan poco sentido de la realidad.
El marxismo fue un grito revolucionario que impuso el cambio social como la prioridad moral del científico social y que llevo a las ciencias sociales la conclusión de que si el objeto de estudio de la metafísica no existe, todo emana de lo material.
Señores y señoras, hay una guerra que luchar ahí fuera, una guerra contra una ideología perniciosa y anti-humana que tiene el apoyo de de todos los ricos del mundo unidos, una ideología que es a la sociedad actual lo que la mitología egipcia era al estado opresivo de los sacerdotes: una justificación última de que todo pasa porque es lo que está escrito.
Ese el verdadero marxismo de hoy, desmontar la mitología marshalliana, denunciar el ideologismo neoliberal de la competencia y el darwinismo social, recuperar el prestigio de la sociedad, del estado y de lo colectivo. Olvidense de Hegel, de Mao, de Lenin y de la abuela de Spiderman y luchen en las calles, en las facultades, en los bares o donde sea. Quizás si lo hacen notarán el aliento de Marx a su lado, mucho más que si dan vueltas durante años a la dialéctica, la tasa de ganancia o el valor-trabajo.
Con qué se contesta al ideologismo neoliberal, sino desmontándolo. Se puede estar en desacuerdo con las ideas qué contestan al neoliberalismo, pero no se puede criticar dicha contestación, para a continuación hacer la propia. Y conste que comparto el posible espíritu de lo planteado. Ahora mismo es más inteligente dedicarse a contestar sus concreciones en: desregulación laboral (rainer, Uber, Amazon, falsos autónomo que son jornaleros de los servicios…); el racismo como resultado de la desintegración de la solidaridad comunitaria y por ende la perdida del significado de comunidad( pasos previos al neofascismo). Todo lo cual no quita valor, ni espacio a debates de más calado qué enmarquen dichas luchas como alternativas al neoliberalismo.
La inmigración de patera es una fracción muy baja de la total, de la que sólo un 10% se queda en España. Cómo en España tenemos crecimiento demográfico bajo o 0, y la tasa de emigración española ha crecido, pues la tasa de inmigración es insuficiente para evitar que la población española mengüe, somos menos habitantes. Tan difícil es de explicar para desmontar las campañas racistas y neofascismo. Qué co… problema es, cuando descendemos en número de habitantes. Los pobres no son responsables de la desintegración de nuestra comunidad, sino las políticas neoliberales y la negación a repartir la productividad tecnológica en el mundo.
Un cordial saludo m
Una respuesta al artículo.
https://www.cuartopoder.es/ideas/2018/09/18/marx-los-ratones-y-alberto-garzon-parte-i/
“No podemos olvidar que Marx y Engels fueron hijos de su tiempo”, nos dice el compañero. Sí, lo fueron, al igual que Charles Darwin, Albert Einstein, Napoleón, Julio César y Jesucristo. Decir eso es decir lo obvio. Pero ¿qué hay detrás de esta afirmación? Se argumenta que Marx y Engels fueron, por citar al camarada Garzón, “productos de su época”. Esa es una forma ladina de decir que son productos del siglo XIX y, por lo tanto, pasados de moda, irremediablemente desfasados e irrelevantes para el siglo XXI. Son ideas viejas, mientras que lo que se requiere en el siglo XXI son nuevos puntos de vista. Pero … ¡para un momento, camarada Garzón!
Una idea no es necesariamente falsa por ser vieja. En el cuento de Aladino, el mago prometió lámparas nuevas a cambio de viejas. Una joven insensata se lo creyó y así perdió una fortuna. Es de suponer que esta amarga experiencia le habría servido para comprender que las nuevas lámparas no son necesariamente mejores que las antiguas, y que las personas que pregonan tales productos nuevos en las calles definitivamente deben evitarse.
Tomemos otro ejemplo. La rueda ha existido durante milenios y, a pesar de su avanzada edad, todavía funciona bastante bien. ¿Qué pensaríamos de alguien que planteara que ya es hora de prescindir de la vieja rueda e inventar una nueva, que obviamente sería mucho mejor por el mero hecho de ser nueva? ¿Qué forma tendría esta nueva rueda? ¿Sería cuadrada, rectangular u octagonal? Cualquiera que sea la forma, uno puede estar absolutamente seguro de que no nos llevaría un solo paso más allá.
Que vaya por delante que nosotros no tenemos la mente cerrada hacia nuevas ideas, siempre y cuando se nos demuestre que son superiores. Vamos a hacer una oferta al camarada Garzón: Si tú eres capaz de enseñarnos unas ideas que expliquen mejor que el marxismo la crisis actual del capitalismo, y que nos ofrezcan una alternativa mejor, nos comprometemos a abandonar el marxismo y pasar con armas y bagajes a la nueva teoría.
https://www.cuartopoder.es/ideas/2018/09/18/marx-los-ratones-y-alberto-garzon-parte-i/
El marxismo no es un método científico sino que es la única ideología (esto es una perspectiva de la Historia) que tiene pretensión de científica. Afirmar que la ideología que creó Marx es un método de análisis del mundo es un vulgar empiricismo.
Aquí el problema está en que la inmensa mayor parte de intelectuales no reconoce que la ciencia de la lógica fue expuesta ya por Hegel, como reconocieron Marx,Engels o Lenin; y que la ideología del proletariado desarrollada por primera vez por Marx no la desmiente ni la contradice en ningún punto.
Lo que critica la ideología del proletariado marxista son las consecuencias que extrae de su propia ciencia de la lógica Hegel en su sistema filosófico posterior (filosofía de la historía, del arte, del derecho,etc), que se desarrolla como si el culmen de la historia fuera el pueblo alemán del siglo xix y su civilización e ideología (de ahí el título «La ideología alemana»).
La ideología del proletariado se compone de 3 elementos, como señaló Lenin: economía política, socialismo científico y filosofía marxista; ésta última critica el empiricismo y es dialéctica, es decir, no niega las leyes de la dialéctica analizadas por Hegel en su «Ciencia de la lógica».
Por último, dicha ideología es cientifica y como tal se plasma en hechos políticos, pero éstos son Revoluciones y no mero reformismo irrelevante para la historia. Hasta ahora, sólo 3 nombres se asocian a revoluciones mundiales efectivamente realizadas: Marx, Lenin y Mao; porque son los únicos que las dirigieron (¿o el Sr Garzón ha dirigido alguna revolución?). Ello no obsta a que se les pueda y deba criticar.
Ha sido muy correcto lo que se ha escrito aquí, y , en efecto, la ciencia ya no puede basarse así sin más por el método científico; la cosa es mucho más compleja como bien se describe aquí, porque, con la emergencia de la Revolución Epigenética Lamarckiana es indispensable revisitar no solo a Lamarck sino a muchos otros: Freud, Wundt, Engels. Con el materialismo dialéctico retomado gracias a la epigenética (la transmisión transgeneracional de rasgos adquiridos) se hace necesaria su revisión urgente. Por otro lado, Marx si pensó en el metabolismo de la tierra y en los principios que rigen su equilibrio, Engels lo intuyó en su obra. Por otro lado, es del todo falso que Marx se haya alineado al darwinismo pues le critica de manera contundente, lo mismo hace Engels. Marx dijo haber encontrado un esquema evolutivo mucho mejor en Pierre Tremaux. El marxismo de los 60s y 70s del siglo pasado, si es darwinista, pero como dijera el mismo Marx «yo no soy marxista ni lo seré». Favor de visitar a Richard Lewontin y sus libros
El marxismo se basa en la práctica y de ella obtiene la teoría, para luego regresar a la práctica y así sucesivamente como una espiral. considera que el mundo material está en constante movimiento y en permanente transformación en una dirección que lo determina la lucha interna de un objeto, fenómeno o proceso. El conocimiento de la naturaleza tiene un conjunto de pasos cuyas herramientas se basan principalmente en la experimentación y observación directa. El conocimiento de la sociedad utiliza otras herramientas como son los conceptos, abstracciones, etc. En ambos está presente por ejemplo la estadística, pero no por ello se va considerar a la estadística u otra técnica, como nuevos métodos científicos. Los enemigos del método dialéctico materialista, (como Pooper, Lakatus, y otros tantos) tratan de quitar importancia al marxismo con el objeto de sembrar dudas e imponer sus formas ocultas de pensar, evidentemente enemigos aserrimos de la concepción científica, llamando a sus formas de planteamiento como dogmas religiosos. Es cierto que las estructuras de un proceso de investigación, por el mismo hecho de ser aplicado a una sección de la realidad, puede servir para otros casos similares, pero sería un error que se utilizara como un catecismo religioso, donde si es contaminante porque se sigue una concepción idealista fuera de la realidad.
Carlos, es posible que ninguno de los clásicos del marxismo mencionen el método científico. El método científico es una definición burguesa. El método científico del proletariado es el materialismo dialéctico que se basa en la ideología científica. El marxismo ha superado ese concepto, para los marxistas en su desarrollo marximo-leninismo-maoísmo, tiene que ver con la concepción del mundo del proletariado y esta tiene que ver con la ideología científica. Lee con atención a Lenin, en materialismo y empiriocriticismo, allí repite ideología científica. En cuanto al articulo de garzón sus hechos hablan por si mismo, tanto de ¿por qué soy comunista? y resulta un pequeño burgués como su camarada Iglesias miserables revisionistas que cabalgan sobre el lomo del proletariado. Comunistas de pacotilla, eso es lo que son. Garzón al igual que su mentor pasarán a la historia como traidores al marxismo, al partido comunista y al proletariado. No podemos dejar clavado al marxismo en el tiempo todo esta sujeto a desarrollo porque este señor pretende dejar en el olvido y en el mejor de los casos dice aplicar un «marxismo suave». Hay que quitarle la careta de comunista a este traidor.