O, al menos, de armas convencionales. Eso es lo que aparece en el recientemente publicado Informe sobre el Desarrollo Humano de 2010 (puede consultarse íntegramente aquí) del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, y que es una verdadera mina de datos vinculados con la desigualdad y la falta de acceso a bienes y servicios básicos, entre otros.

En el caso que aquí nos ocupa he clasificado a los principales países exportadores de armas convencionales, y el resultado puede verse en la sencilla gráfica que adjunto. España ocupa el quinto lugar, sólo detrás de importantes potencias militares como Estados Unidos, la Federación Rusa, Francia y el Reino Unido -estos dos últimos países, por cierto, acaban de firmar un acuerdo de cooperación militar-.

En todo caso, hay que prevenir la demagogia. Yo personalmente no estoy en contra de la exportación de armas per se, ya que aquí se incluyen todo tipo de instrumentos que utilizan las fuerzas del Estado y cuyos fines dependen del Estado en cuestión. Además en estos temas hay que ser muy cautos. Es de suponer que el tráfico negro de armas es bastante abundante, a lo que hay que sumar que el poderío militar también depende de la producción nacional que no se exporta y que, por lo tanto, no aparece en los datos de comercio internacional. Además, hablamos de armas convencionales y no de otro tipo de armas, como las nucleares o las de racimo, mucho más peligrosas pero que, en última instancia, matan igual.

Para evitar análisis simples y conclusiones precipitadas, me he detenido un tiempo en buscar datos que pudieran aportar luz sobre este asunto. Lo primero que he hecho ha sido investigar cuáles son los principales destinos oficiales de esas armas para el caso de las exportaciones de España, y he aquí el resultado:

También he podido comprobar que la mayor parte de esas armas exportadas son barcos y aviones, obviamente de carácter militar.

Ahora bien, la tendencia del gasto militar en España es interesante. España fue rebajando dicho gasto hasta finales de la década de los noventa -salvo la excepción de 1993-, pero comenzó a incrementarse progresivamente de nuevo a partir de entonces. Y finalmente se disparó, en términos constantes, a partir de 2005. La siguiente gráfica lo refleja bastante bien.

En términos relativos (como porcentaje del PIB, es decir, teniendo en cuenta el crecimiento de la economía) la interpretación es parecida en cuanto a la evolución -subida en 1993 y en 2005-, si bien el peso del gasto militar ha disminuído a casi la mitad desde 1998 hasta la actualidad. Una tendencia que es común hasta el año 2000 para Francia y Estados Unidos, dos países exportadores de importancia. Pero es a partir del año 2000 cuando el gasto estadounidense comienza a crecer de nuevo. Recordemos que en 2001 es el ataque a las torres gemelas y la administración republicana de G. Bush decide comenzar la «guerra contra el terror.»

Otro dato de interés es que España también está entre los veinte países en todo el mundo que más armas importan. Como se puede ver en el siguiente gráfico, sin embargo, los países que más demandan armas extranjeras son la India, Singapur, Malasia y Grecia.

La conclusión de toda esta retahíla de gráficos es complicada o directamente imposible.

Parece evidente, en primer lugar, que España no sólo destaca internacionalmente por su burbuja inmobiliaria y su índice de paro, sino también por su industria armamentística. Algo de dudosa moralidad pero de una no despreciable importancia económica. Pero cuidado con las interpretaciones rápidas. Faltaría estudiar cuál es la propiedad efectiva de estas empresas españolas, algo que sólo he hecho parcialmente y que me ha llevado a comprobar que detrás de estas empresas se encuentran una gran cantidad de inversores institucionales y empresas financieras tanto nacionales como extranjeras (como BBVA o JP Morgan, por ejemplo) y que, en última instancia, son los grandes beneficiarios de esta actividad económica (vía distribución de dividendos y vía especulación accionarial, fundamentalmente). El comercio de armas es muy lucrativo.

En segundo lugar, parece que el gasto militar en España ha decrecido en importancia relativa desde los años ochenta pero ha crecido en los últimos años de una forma un tanto sorprendente que no alcanzo a explicar. Quizás los efectos del 11-M.

Y en tercer lugar, parece que en términos generales los países exportadores son del primer mundo y los receptores del tercero, al menos en términos de clasificación por riqueza, lo que nos sugiere que este mundo camina en una dirección equivocada. Al menos si entendemos por una dirección correcta el camino que se emprende para buscar un mundo más pacífico y equilibrado.

Introducción de la película «El Señor de la Guerra»