Durante la campaña electoral he tenido la suerte de conocer a Lluís Rabell, candidato de Catalunya sí que es Pot. Asumió el importante reto de encabezar una plataforma de reciente creación, muy heterogénea y con gentes de diversas tradiciones políticas. Durante la campaña unos hablaban de casta, otros decíamos oligarquía; unas decían que éramos de abajo y otras que éramos de izquierdas. No eran cuestiones sólo semánticas: el fondo era diverso. Unos de Podemos, otros de ICV, otros de IU. Unos con discursos más pedagógicos y reflexivos, otros con discursos más espectaculares. Y Lluís ha sabido representarlo todo con una maestría inmensa. ¡No era fácil! Lo ha recogido y convertido en un instrumento muy potente. Desgraciadamente los resultados no han recompensado tanto esfuerzo. Son muchos los factores que lo explican, y cabe reflexión crítica, pero desde luego yo quiero impugnar a quienes zafiamente le culpan a él. Ojalá su discurso se escuchara y asumiera más.