Parte I de la serie Introducción a la economía capitalista
Decía el catedrático de economía David Anisi que “la actividad económica podría visualizarse (…) como la elaboración y consumo de un gran caldero de sopa: alguien prepara el fuego, otros ponen los ingredientes, aquellos remueven y vigilan la cocción, y una vez condimentada llega la hora del reparto. Unos reciben cucharillas pequeñas, otros cucharas, otros cucharones, aquellos otros cazos, y algunos hasta cubos, para poder retirar del caldero su parte. Y en principio nada hay que relacione de forma necesaria la contribución a la elaboración del caldo con la capacidad del utensilio entregado para poder consumirlo” (Anisi, 1994). Como él mismo indicaba, esta metáfora describe las tres preguntas que la economía debe responder: ¿qué producir?, ¿cómo hacerlo? y ¿para quién esa producción?
Efectivamente, cualquier sociedad organiza su economía para dar una respuesta a esas tres preguntas, y en función de cómo responda a las mismas vivirá en uno u otro sistema económico. En la actualidad vivimos bajo el sistema económico capitalista, que es diferente al sistema económico esclavista, el feudalismo o el comunismo precisamente por las respuestas que ofrece a tales interrogantes. Los primeros economistas en intentar entender el sistema capitalista fueron los autores clásicos (Smith, Ricardo, Malthus, Marx…), que elaboraron los primeros modelos económicos para entender cómo funcionaba una sociedad de tipo capitalista. Desde entonces y durante más de 200 años todos los economistas han usado distintos modelos, con diferentes supuestos todos ellos, con los que se han enfrentado entre sí en una guerra permanente por ofrecer las mejores explicaciones de la realidad y las políticas económicas más adecuadas para la sociedad en su conjunto o para ciertos sectores de ella [1].
Los economistas clásicos estaban preocupados por la distribución entre clases sociales y en cómo afectaba eso al futuro del sistema, es decir, al crecimiento económico. Según ellos se puede distinguir dos clases sociales básicas: capitalistas y trabajadores. Los primeros poseen los medios de producción (las empresas), y los segundos tienen que ofrecerse en el mercado de trabajo a cambio de un salario. Los trabajadores son trabajadores porque no pueden vivir sin “venderse” en el mercado, mientras que los empresarios no tienen necesidad de hacerlo. Este es el punto de partida de los clásicos, que por lo tanto, y en un proceso de abstracción, reducen a las personas a su distinta posición social en el sistema económico.
¿Qué es el crecimiento económico?
El crecimiento económico es el objetivo fundamental del capitalismo, sin el cual éste no puede existir. El crecimiento es técnicamente la ampliación de la capacidad productiva de la sociedad, es decir, la mejora del bienestar material de una sociedad. El crecimiento permite nuevas tecnologías y construir las mismas cosas en menos tiempo, permitiéndonos de ese modo disfrutar de nuevos productos y servicios que hasta entonces no estaban a nuestro alcance. El capitalismo, dado que promueve el crecimiento constantemente, ha sido considerado siempre un sistema económico altamente “positivo” incluso por los marxistas [2].
Pero el crecimiento no es un resultado azaroso sino que depende, ante todo, de la capacidad para reinvertir parte de la producción. Cuando los capitalistas contratan a los trabajadores los incorporan a un proceso de producción por el cual se transforman unos inputs (materias primas) en un output (producción final). Y el valor monetario de esa producción final se llama producción.
Volviendo a un nivel de empresa lo que nos interesa saber es qué contribuye al proceso productivo. Sabemos que los trabajadores participan, pero también que no lo hacen solos sino que utilizan maquinaria puesta por el empresario. Por eso se dice que en un proceso productivo se encuentran conjuntamente el Trabajo (N) y el Capital (K). Por capital hay que entender a toda máquina (o medio de producción) cuyo uso permite obtener un flujo de renta futura [3].
Ahora bien, sabemos que el capitalista es el propietario legal de los medios de producción y del propio trabajador, y por lo tanto es él quien decide qué hacer con esa producción y cómo distribuirla. Una parte de esa producción se dedicará a reponer el capital gastado en el proceso (se llama consumo productivo o depreciación), otra parte se la queda el empresario para sus gustos personales (se llama consumo improductivo) y finalmente otra parte se reinvierte (inversión neta). Esa parte que se reinvierte se dedica para la compra de nuevo capital y para investigar mejores tecnologías. Es precisamente este último componente (la inversión neta) la que determina el grado de crecimiento económico, razón por la cual se considera que la acumulación de capital (inversión neta) es la clave de la disciplina.
Piénsese por ejemplo que un proceso productivo no tuviera inversión neta (acumulación de capital). Hay dos posibilidades. La primera, que tampoco hubiera excedente. Eso quiere decir que todo lo producido se dedicaría a consumo productivo, es decir, a reponer lo gastado y volver a producir de nuevo exactamente igual. La segunda posibilidad es que haya excedente pero que se dedique completamente a consumo improductivo. En ese caso la sociedad produce más de lo que necesita para producir otra vez, pero no dedicaría recursos a la investigación de tecnologías ni a mejorar el proceso productivo, por lo que el siguiente proceso de producción sería también exactamente igual que el anterior. Marx llamó a ambas opciones proceso de reproducción simple, porque permitía a la sociedad subsistir pero no incrementaba la capacidad productiva [4].
Por el contrario, el proceso en el que sí existe inversión neta o acumulación de capital es conocido como reproducción ampliada.
En definitiva, el proceso de crecimiento depende del proceso de acumulación, de forma que el capitalista enfrenta una decisión de tipo “trade-off” (de intercambio de suma cero; tiene que elegir una combinación de ambas opciones) entre reinvertir (acumular) y consumir.
El motor del crecimiento económico
Sabemos que el trabajador entra en el proceso productivo por mera supervivencia, ya que de lo contrario está condenado a la muerte por inanición, pero ¿qué lleva a un capitalista a invertir parte de su riqueza y además hacerlo de forma constante o incluso creciente?
La respuesta es sencilla: el afán de lucro. Los capitalistas invierten parte de su dinero en el proceso productivo porque obtienen una rentabilidad. Eso quiere decir que si introducen en el proceso productivo un total de 1000 euros lo que están buscando es que a la vuelta haya una cantidad de producción en valor monetario superior a 1000 euros. Están buscando una ganancia. Por eso la tasa de ganancia (que mide la proporción de beneficio en relación a la cantidad de inversión) es una variable fundamental de la economía, pues si no es suficientemente alta los capitalistas no invertirán y el proceso productivo entrará en crisis.
Además, los capitalistas no dejan de invertir porque están presionados por la competencia. Si un panadero reinvierte una parte de su excedente y mejora sus medios de producción ello le permitirá hacer el pan más rápido y por lo tanto incluso rebajar el precio por unidad. Si el competidor del panadero no ha hecho lo mismo (reinvertir) estará condenado a la quiebra (asumiendo comportamientos razonables por los consumidores, que preferirán comprar el pan más barato).
Habiendo visto ya la ganancia nos queda por resolver el aspecto salarial. Efectivamente, los trabajadores no morirán porque trabajan y, concretamente, porque reciben un salario a cambio de ese trabajo que les permitirá adquirir los bienes de consumo suficientes. Sabemos que es el capitalista el que determina el nivel de salarios, al menos en ausencia de normativa institucional (leyes de salario mínimo, etc.), pero los economistas clásicos entendían que ese salario tendía hacia un nivel considerado de subsistencia. El salario de subsistencia era aquel que permitía a los trabajadores sobrevivir, y no más, porque al igual que el capitalista quería maximizar su ganancia (y por lo tanto rebajar los salarios) también le interesaba que sus trabajadores no murieran. Las presiones del “ejército industrial de reserva” (término acuñado por Marx), que era el conjunto de trabajadores sin empleo, hacia que el salario se moviera en la dirección de reducirse hasta el nivel de subsistencia. Malthus, Ricardo y Marx, entre otros, discutieron mucho sobre este punto, hasta terminar considerando lo ya apuntado: el salario, en el largo plazo, tiende hacia un nivel fijo.
En cualquier caso interesa volver a la notación del esquema. La producción bruta puede desdoblarse en dos partes: la parte salarial y la parte empresarial. Así, sabiendo que Z son Beneficios Brutos y que W son Salarios, la producción bruta es: X = Z + W. En los beneficios brutos entran los beneficios netos más la depreciación, de modo que si consideramos que R es el beneficio neto y D la depreciación tenemos las siguientes opciones:
X = W + Z;
X = W + (R + D);
Y = X – D;
Y = W + R;
Esto significa que el capitalista enfrenta otro trade-off, esta vez entre la cantidad que dedica a salarios y la cantidad que dedica a beneficios. Si tenemos en cuenta ambos trade-offs lo que concluimos es que el proceso de producción completo está marcado por el siguiente resumen:
El capitalista compra capital (maquinaria), K, y alquila trabajo (trabajadores), N, de modo que en el proceso de producción participan K y N. Los trabajadores utilizan los medios para producir una cantidad mayor de producción final, X. Dado ese valor de producción el empresario tiene que decidir cuánto paga en concepto de salarios, W, y cuánto se queda en concepto de beneficios brutos, Z. Una vez se queda con los beneficios brutos, Z, repone el capital gastado o la depreciación, D, quedándose finalmente con el beneficio neto, R. Y ahora tiene que elegir cuánto dedica a consumo improductivo, Cc (consumo capitalista), y cuánto a inversión, I.
Hasta aquí tenemos ya algunas piezas fundamentales de nuestro modelo (trabajadores y capitalistas) y el motor que hace funcionar al sistema (la tasa de ganancia), es decir, que permite la existencia de crecimiento económico. Ahora veremos cómo los economistas han utilizado estas piezas y otras nuevas para construir sus propios modelos económicos o maquetas de la realidad. Ello nos permitirá entender los modelos actuales y también entender las relaciones que existen entre diferentes conceptos (productividad, coeficiente capital-trabajo, coeficiente output-capital, etc.). En la próxima anotación.
Notas:
[1] Los autores clásicos comienzan con A. Smith, e incluyen a D. Ricardo, T. Malthus, J. S. Mill y K. Marx, lo que los sitúa entre el siglo XVIII y siglo XIX. Antes de ellos ya pensaron sobre economía muchos otros, especialmente los fisiócratas de F. Quesnay, de principios del XVIII. Después de los clásicos llegaron los neoclásicos (L. Walras, A. Marshall, A. Pigou, W. Jevons) de finales del siglo XIX y principios del XX. Con la Gran Depresión llegan las ideas de Keynes y el llamado keynesianismo. Los neoclásicos aceptan parte de la crítica de Keynes y la incorporan a su modelo, con lo que nace la síntesis neoclásica (mediados siglo XX). Durante todo ese tiempo convivirán tres amplias ramas (el marxismo, el poskeynesianismo –que negará la fusión con la teoría neoclásica- y la síntesis neoclásica), de las cuales nacerán más y más ramas.
[2] Marx consideraba que el socialismo era la etapa siguiente al capitalismo, y por lo tanto para llegar al paraíso de los trabajadores era necesario que antes existiera capitalismo y métodos de producción de tipo explotador (donde el capitalista técnicamente explota al trabajador). El desarrollo de las fuerzas productivas llevaría al socialismo, pero sin ese desarrollo sería imposible crear una sociedad sin clases que viviera en condiciones dignas. Marx de hecho consideraba que el socialismo llegaría en la Europa industrial promovido por los obreros industriales. Cuando la revolución llegó en la Rusia zarista, con un sistema económico de tipo feudal y con incipientes estructuras capitalistas, el debate estalló entre los “marxistas legales” (partidarios de industrializar forzosamente primero al país) y los “populistas rusos” (partidarios de “saltarse una etapa”). Este mismo debate se replicó en América Latina, que no había tenido feudalismo en las formas que estudió Marx para Europa, y dio lugar a una separación entre la línea oficial y ortodoxa marxista (y su práctica política en los partidos comunistas) y la línea heterodoxa marxista (y la práctica política de las guerrillas). Esta última línea se conoce como línea neomarxista (Baran, Sweezy etc.) o teoría de la dependencia (Frank, Salama, Fröbel, etc.).
[3] Dos puntualizaciones. En primer lugar lo anterior no quiere decir que participen de la misma manera, ya que para algunas escuelas de pensamiento el capital no crea valor y por lo tanto el único responsable último del crecimiento económico es el trabajador (la teoría laboral del valor, que propugna eso mismo, era mantenida por los economistas clásicos, tanto liberales como marxistas, pero fue rechazada más tarde por los economistas neoclásicos). Y en segundo lugar, hay una unidad de medida para considerar al trabajo (las horas de trabajo o el número de trabajadores) pero no la hay para considerar al capital (ya que es un conjunto heterogéneo de bienes). La “solución” es multiplicar el número de bienes de capital por su precio, pero el problema es que el precio depende asimismo del número de bienes, lo que lleva a un problema lógico en principio irresoluble. A este respecto hay una controversia llamada “Controversia de Cambridge sobre la teoría del capital” cuya resolución fue propuesta por el economista italiano P. Sraffa y que terminaba por demoler los cimientos del pensamiento neoclásico. No obstante, la mayoría de modelos obvian estos problemas y hacen como si no existieran.
[4] Los antropólogos y algunos economistas multidisciplinares han demostrado que las sociedades de cazadores-recolectores, por ejemplo, eran en realidad sociedades de excedente. Eso quiere decir que producían más de lo que necesitaban. La cuestión es que dedicaban esos excedentes a su consumo propio (consumo improductivo) y no a reinvertirlos, pues sus deseos y necesidades estaban limitados y no tenían el impulso de “crecer” (sobre este tema merece la pena leer el completísimo libro de J. M. Naredo “La economía en evolución”).
Es muy grato el que escribas artículos así , en los cuales que nos ayuda a entender el funcionamiento de la económia para esos que no somos economistas de profesión o aún no hemos estudiado. Grácias.
http://altersolidaria.wordpress.com/
Blog de reflexión política y económica desde una visión de izquierdas keynesiana con muchos tokes de marxismo.
Muy buenas Alberto, felicidades por el artículo, me parece que me vas a tener enganchado hasta el final de la serie 🙂
Comparto de una forma ámplia tu descripción del proceso de generacón crecimiento económico, o en términos smithianos (ya que estamos con economistas clásicos) aumento de todas las cosas necesarias y convenientes para la vida. Después de todo una descripción que considero más amable de los mecanismos del capitalismo son «ahorro e inversión», y la inversión basada en el ahorro genuino es la mejor senda para que, de madurar las inversiones en éxito, se alcance un crecimiento económico.
No obstante tengo algunas dudas al respecto de alguno de los planteamientos que realizas y que, sería para mi un placer, pudieras dedicarles una respuesta.
¿Tiene realmente sentido continuar planteando el sistema de clases capitalista/trabajador? Leyendo el artículo creí que te limitarías a una revisión de los planteamientos clásicos, pero he podido observar que tomas este principio para sacar deducciones a aplicar hoy. ¿me equivoco? En mi humilde entendedera creo que, en un mundo a medio camino entre las sociedades de la era industrial y de la sociedad de la información tiene menos cabida dichos planteamientos: auto-empleo, micropymes son abrumadores generador de puestos de trabajo, y en el caso de pymes, todos los días surgen muchas que comienzan con muy poco capital. ¡Más allá! Creo recordar que el capital social inicial de Facebook fue de 17.000$. Me parece hoy es más un problema cultural que creamos que sin capitalistas no podemos emplearnos que otra cosa.
Igual he entendido mal el concepto, pero discrepo profundamente en que el fin de la economía sea «responder a las preguntas ¿qué producir?, ¿cómo hacerlo? y ¿para quién esa producción?». En todo caso esas serán las preguntas que quieren responder algunas escuelas económicas, Otras escuelas están más dedicadas al estudio de la teoría económica, sin entrar en esas consideraciones (valor/dinero/precio, procesos de interacción social …), e incluso apuesto a que muchas de corte liberal/libertaria, cuando entran en cuestiones éticas (lo bueno y lo malo, lo mejor y lo peor), no dedican recursos a responder a esas preguntas en coherecia con su apuesta por la libertad individual.
Por último, no solo discrepo, sino que considero nociva la idea clásica de que los salarios tienden a la subsistencia. Corrígeme si me equivoco, pero veo esta idea sostenida por los principios de la teoría clásica de los precios naturales y de mercado. Y así, entendiendo los salarios como el precio del trabajo, se establecería que la subsistencia es su precio natural y que por efecto de la oferta y la demanda el salario puede acabar fluctuando hacia arriba o hacia abajo (precio de mercado).
Desde un punto de vista marginalista, más acertado a mi parecer, esta teoría carece absolutamente de ningún sentido.
Según la teoria de la utilidad marginal el valor es subjetivo, depende de las circunstancias y varía con el tiempo, y concreto con el ejemplo de los salarios (que no es más que otro valor): De un conjunto de obreros, suponiendo todos estos intercambiables, el valor de todos ellos esta determinado por la utilidad que pueda producir el obrero suplementario ( «obrero marginal» ) que el patron pueda todavía utilizar quedandole algun beneficio por pequeño que este sea. Puede ser cualquiera dependiendo de las circunstancias y varía con tiempo. El salario no tiende a nada y mucho menos a la subsistencia.
Alberto, yo no soy más que un aficionado a la economía, no tengo estudios ni crédito en este sentido, y es más, desearía estar equivocado por las emotivas implicaciones que tiene las conclusiones a las que alcanzas, pero soy todo dudas. Muchas gracias por tu tiempo.
Hay dos imprecisiones en tu argumento sobre los salarios.
– El capitalista no determina el nivel de los salarios. Es la oferta y la demanda quien determina ese nivel. Si por el capitalista fuese, no pagaría nada por la mano de obra. Pero en un entorno donde la oferta de mano de obra no es ilimitada, el capitalista debe elevar el salario compitiendo con el resto de capitalistas hasta conseguir reclutar empleados.
Es probable que los autores de tales afirmaciones se viesen confundidos por entornos laborales con una alta tasa de desempleo, donde parece que la oferta de mano de obra es infinita.
– El capitalista no se enfrenta a un trade-off entre salarios y beneficios. Por el contrario, tratará siempre de maximizar el beneficio.
Los salarios, al igual que el resto de entradas al proceso productivo se tratarán de mantener siempre lo más bajo que les les sea posible. Al igual que un panadero comprará la harina a quien se la ofrezca más barata (a igualdad de calidad), también contratará al ayudante que cobre menos (a igualdad de rendimiento).
El único factor que hace incrementar los salarios es el aumento de riqueza de la sociedad, que hace que sus componentes tengan necesidades adiccionales y requieran de más personas que las satisfazgan. Solo la escasez de mano de obra hace que su precio suba y no los acuerdos sindicales par unos pocos.
No acabo de ver que las sociedades de cazadores-recolectores eran excedentarias. Mas bien creo que era una economia de subsistencia basada en la supervivencia, Paleolitico. Mas adelante, cuando las sociedades se hacen sedentarias y empiezan a producir sobretodo a partir de la agricultura es cuando se acumulan excedentes que pueden intercambiar, Neolitico.
@Félix,
Ante todo, gracias por el inteligente e interesante comentario que has hecho. Se agradece.
1. El duo capital-trabajo es una abstracción con origen en los clásicos que no niega que haya otras muchas clases sociales. La idea que subyace es que en última instancia cada sujeto es o bien capitalista o bien trabajador, es decir, o bien propietario de medios de producción o bien asalariado. Es una herramienta analítica y el riesgo es interpretarlo como una lucha a muerte entre ambas posiciones en la vida real, cuando precisamente en la actualidad hay millones de matices que hacen que personas concretas puedan ser incluso ambas cosas a la vez. Pero se establece así porque permite concentrar la atención en el proceso de producción y en la distribución (al fin y al cabo, por cierto, la contabilidad nacional utiliza este planteamiento). El propio Marx, quizás el clásico que más insistió en las clases sociales, consideraba que cada país tenía su propia estructura social y que las clases sociales podían ser decenas. Hay bastantes trabajos que tratan de identificar las clases sociales modernas a partir de análisis de la realidad como los que mencionas. Por ejemplo: http://www.agarzon.net/?p=316 y http://www.agarzon.net/?p=397
2. El hecho de que la economía tenga que responder a esas tres preguntas es una definición clásica de lo que es la Economía Política (que así lo llamaban ellos, sin negar el carácter subjetivo y político de lo que hacían). Pero es cierto que otras escuelas de pensamiento posteriores han redefinido los fines de la economía, en mi opinión movidas por intereses políticos no hechos explícitos, hasta llegar al punto de que algunas (como la neoclásica) entienden que la economía tiene únicamente que ver con la asignación de recursos. Como es comprensible ambas definiciones son muy distintas y tienen repercusiones radicalmente opuestas. Escribí hace un tiempo precisamente sobre esto, quizás te ayude a entender por qué soy partidario de entender a la economía de esta forma y no de otra: http://www.agarzon.net/?p=126
3. En realidad que los salarios tienden a la subsistencia no tiene que ver directamente con la teoría del valor trabajo o cualquier otra. Tiene que ver con la interpretación original que hizo Malthus sobre la población. Para Malthus si el salario subía habría más nacimientos porque eso mejoraba las condiciones de vida. Pero ese aumento de la población automáticamente presionaba el salario a la baja de nuevo. Y si el salario bajaba, habría más muertes y eso presionaría (por menor oferta de trabajo) a mayores salarios. Para los clásicos el salario de subsistencia era el que se daba de la combinación de dos hechos: el capitalista maximiza beneficios y minimiza salarios, pero hay un tope mínimo que no puede traspasar: el que supone la muerte de los trabajadores por falta de medios para sobrevivir. Ahora bien, para Marx la cosa era diferente. El salario de subsistencia ya no hacía mención únicamente al que correspondía a mantener en vida a los trabajadores, sino que estaba determinado por las condiciones sociales de cada sociedad (no era un mínimo biológico sino que podía ser mucho más alto, pero justo el necesario para «reproducir» -en un sentido amplio- la vida del trabajador). La clave está en que en realidad es el resultado de la combinación de varias fuerzas, la primera de ellas la presión constante del capitalista por disminuir los salarios. Y en el mismo sentido la fuerza de presión de los desempleados. Todo ello lleva el salario a la baja. Imagínate que de repente el salario sube. Para Marx hay fuerzas -como la de los desempleados, que quieren trabajar- que mueven ese salario de nuevo hacia la baja. Por eso los clásicos consideran que el salario en el largo plazo tiende a ser el salario de subsistencia.
Sobre el marginalismo, dedicaré una anotación entera a la crítica del mismo. 😉 Así que supongo que podremos debatir de eso en concreto más adelante. Pero yo ya lo anticipo: a mí el marginalismo no me sirve para nada. 😉
@Fernando,
1. Estando de acuerdo en tu consideración técnica (muy clásica, por cierto), en cualquier caso sigue siendo el capitalista el que determina el nivel de salarios. Podemos determinar que el salario es exógeno (se determina fuera del modelo por el deseo o manía de alguien) o endógeno (es el resultado de movimientos de oferta y demanda). Yo soy partidario de esta segunda opción, y por eso sí considero que los salarios tienden a caer a un nivel de «subsistencia». Y eso es así porque considero que no se da nunca la coincidencia pura de oferta de trabajo y demanda de trabajo flexibles que igualaría los salarios a un nivel de equilibrio. Más al contrario creo que debido a las fuerzas del sistema (mecanización, globalización, etc.) siempre existe la reserva industrial de trabajo que permite rebajar los salarios continuamente.
2. El capitalista sí se enfrenta a un trade-off entre salarios y beneficios, pero siempre tratando de maximizar beneficios. Eso quiere decir que sabe que algo tendrá que pagar de salarios y que lo que pague de salarios no se lo está quedando de beneficios (de ahí la noción de trade-off).
@Xabier,
En realidad Marshal Sallins llamaba a las economías de cazadores-recolectores las llamaba economías de abundancia o de opulencia. Y eso era porque las necesidades eran bien limitadas y no tenían el impulso de incrementar más y más la producción. Producían lo que necesitaban, y con eso vivían «en la abundancia». Porque la abundancia, como la escasez, es una medida relativa que depende de la cantidad de necesidades o deseos.
Algunas ideas/matizaciones sobre los cazadores-recolectores:
En las sociedades de cazadores-recolectores por definición no puede haber excedentes y si los hubiese, existen mecanismos sociales para el reparto inmediato (comunismo primitivo). Por lo que nunca producen más de lo que necesitaban. Eran sociedades de opulencia (definidas así por Sahlins) y estas algunas de sus características:
-Una sociedad se puede considerar opulenta cuando todos los deseos de la gente se satisfacen fácilmente.
-Además, no se necesita trabajar mucho para satisfascer sus necesidades materiales.
-Comen bien, viven una vida bastante larga y tienen mucho tiempo libre (trabajan menos que los agricultores que viven en el mismo entorno)
-La principal actividad es la recolección, la dieta que llega de la caza y pesca es poca.
-Se tarda menos en recoger que en cazar.
-las metas de la productividad están limitadas. No se persigue la mayor producción, al contrario, cuando una persona tiene algo más de lo que inmediatamente va a necesitar, tiene la obligación absoluta de compartirlo. Esta obligación de compartir el «excedente» parece un freno evidente al aumento en el esfuerzo en el trabajo para obtener más alimentos. Es decir, no se trabaja hasta el esfuerzo límite.
-Es una sociedad con una utilización inmediata de los recursos.
-existe la obligación de compartir, con el efecto de la dispersión inmediata de las posesiones entre todos los miembros (no se acumulan ni honores, ni deudas, ni obligaciones de cara al futuro) (sociedad igualitaria, es decir, todos tienen al alcance los mismos recursos tecnológicos, el mismo acceso a las fuentes de alimentación y los mismos mecanismos para adquirir prestigio).
-En su economía no existen mecanismos de mercado. ( cuidado el compartir creo que no tiene nada que ver con nuestra visión de economistas ya que considero que no tiene que perseguir ningún interés o beneficio económico inmediato o futuro).
-el cazador nunca controla el reparto ni adquiere honores ni derechos a obtener más en el futuro. El compartir es una obligación del que reparte y es una exigencia de quien recibe.
– Hoy día existen bastantes sociedades y tribus dedicadas a la caza y recolección.
@Alberto, creo que no me expliqué del todo bien.
Lo que quería expresar es que para un emprendedor que entra al mercado, los salarios vienen dados. De la misma forma que vienen dados para los trabajadores.
Decía que no era un trade-off, porque no hay ninguna decisión que tomar por parte del capitalista. No puede ofrecer menos salario, porque nadie aceptaría el trabajo y tampoco puede ofrecer más porque sería regalar su dinero de la misma forma que si pagase un sobreprecio a los proveedores de sus materias primas y no tendría sentido empresarialmente.
A pesar de que en España nunca ha llegado al pleno empleo (almenos en el último siglo), es claro que los salarios estan siempre en un nivel de equilibrio (más o menos distorsionado por las leyes laborales como la de salario mínimo, convenios, etc).
Solo hay que echar un ojo a los sueldos actuales para ver que se han ajustado a la baja con respecto a hace unos años. De la misma forma que se ajustaron al alza durante la epoca de bonanza, cuando era realmente dificil encontrar trabajadores con ciertos perfiles.
Genial amigo… yo también me quedo enganchada a esta «saga» 🙂
Por cierto, DC, me encantaron tus aclaraciones sobre las sociedades recolectoras 🙂
Besos a todos desde Granada
Desde mi básica ignorancia en esta materia, tan sólo arañada por mi interés y esfuerzo de estudio, y quizá también dado mi perfil profesional jurídico, digo que siempre veo en este enfoque disciplinar económico una gran falta, esto es, la de ignorar la correlación de fuerzas sociales, políticas o, simplemente, de poder basadas en el control de los recursos. Es lo mismo que si un jurista dijera que las normas o las leyes de la sociedad son independientes de las relaciones de poder existentes, y que vienen dadas por una idea de justicia exógena (cogiendo prestadas tur palabras), procedente de un orden natural de las cosas, etc, en una suerte de equilibrio mágico parecido al de la oferta y demanda en un mercado que se pretende perfecto pero que nunca lo es, pues es consustancial a quienes participan en un mercado el querer monopolizarlo, y simplemente algunos tienen el poder para hacerlo y otros no.
Esta misma «falta» a mi juicio, que supongo se podrá justificar como científica o para poder centrar el objeto de estudio de la economía, separándolo del objeto político, sociológico o jurídico, por ejemplo, creo que sin embargo produce un fuerte desenfoque no ya solo de la disciplina económica sino de otras ciencias sociales que no enfrenten el problema básico de las relaciones de poder en las que se organizan las personas, por la sencilla razón de que necesitamos los unos de los otros para sobrevivir y el mejor recurso que las personas tenemos para satisfacer nuestras necesidades son las demás personas.
Añado que en mi opinión, precisamente por esta «falta» la ciencia económica no puede dar cuenta de fenómenos económicos tan usuales como las crisis, cuando se destruyen grandes cantidades de recursos productivos (al menos esto pasa en las crisis de sobreproducción como al parecer son las genuinamente capitalistas), y cuando las ecuaciones de equilibrio fallan (como si es que antes antes acertaran, que tampoco), pues insisito, falta en este modelo de comprensión de la economía esa impresncindible referencia a las relaciones de poder, a la razón por las que unas clases detentan el poder, control, propiedad, etc, de los medios de producción esenciales (energía, capital financiero, alimentos, medicinas, etc), y otras clases apenas tienen solo su fuerza de trabajao para subsistir.
Se que este planteamiento es poco analítico, es un enfoque casi holístico y es fácilmente criticable como ideológico, pero ¿es menos ideológico pretender que los precios se fijan «libremente» en un mercado que no es de competencia perfecta como dicen los modelos, o que el valor o la riqueza es de estimación subjetiva, o que cada consumidor es siempre razonable, etc?. ¿Cuánta ideología hay en una teoría económica que no quiere siquiera intentar medir el valor, como hace la neoclásica, y que combate histéricamente por ejemplo a la teoría laboral que, sin duda con sus defectos, al menos intenta dar una medida del valor?.
De nuevo debo agradecerte el esfuerzo pedagógico que haces, es muy estimable (a mí me sirve mucho), y sin embargo critico este enfoque no ya de tu exposición sino de cualquier introducción a la economía (pero igual pasa en el derecho, o aquí incluso más), que creo podría resolverse con un enfoque multidisciplinar de las ciencias sociales.
Gracias Alberto y DC por las aclaraciones sobre las sociedades de cazadores-recolectores de Sallins. Idealmente seria genial porque podriamos dedicar gran parte de nuestro tiempo al conocimiento, sin embargo, la realidad indica que estas sociedades son inmovilistas y no evolucionan segun un concepto de progreso por falta de motivacion.
Hola Alberto,
Te vi en el programa 59 segundos hace un tiempo y me gustaron bastante tus ideas, decidí buscar tu blog por Internet y me ha atraído mucho este apartado. Sólo quería agradecerte el esfuerzo que haces en querer enseñar economía a los que no podemos acceder a ella. Soy estudiante de ciclo superior, pero me veo que no podre comenzar la universidad porque no puedo pagármela, así que para mi es un detalle que hayas decidido dedicar tu tiempo a esto.
Muchas gracias,
Vicky
PD: admito que no me lo he leído entero porque ahora mismo no he tenido tiempo xD pero te prometo que lo leeré!
Gracias Alberto por tan interesante publicación (y a los comentaristas que fomentan el debate), precisamente en tiempos en los que poseer unos conocimientos básicos sobre economía es un arma fundamental contra la ideología neoliberal imperante que impone el mito de la inevitabiliad de la dominación de los «mercados».
Y enhorabuena por «Hay alternativas»
Saludos!
La economía en evolución.
180 € que cuesta la hermosura de libro, y de segunda mano!!
Alberto, dices: «El crecimiento económico es el objetivo fundamental del capitalismo, sin el cual éste no puede existir.» Yo pregunto: ¿por qué? Una explicación podría ser la que das más adelante: «¿qué lleva a un capitalista a invertir parte de su riqueza y además hacerlo de forma constante o incluso creciente? La respuesta es sencilla: el afán de lucro». Pues bueno, sí, esa es una motivación extrínseca, pero sigue sin explicar por qué el capitalismo DEBE crecer contablemente de manera constante para no colapsar.
Me sorprende mucho que no expliques un punto tan fundamental del sistema. Nos perdemos en discutir el cómo (los síntomas) y olvidamos el porqué (la causa). Alguien como tú debería reflexionar públicamente al respecto. Como sé que eres economista de carrera, imagino que tampoco tendrás ni idea de la razón (es lo que nos pasa a los titulados, que vivimos constreñidos por la visión del mundo que nos trasmite un sistema a menudo cerrado y manipulado). En fin, si no para ti, si es que en verdad conoces la respuesta, al menos sí para tus lectores (aunque escribo casi un año más tarde, no pierdo la esperanza de que al menos alguno me lea), vaya esta aquí.
La causa está en la forma de creación del dinero. Como explican cada vez más libros y vídeos documentales, nuestro sistema monetario está viciado de raíz y lleva implícitos el expolio, la crisis financiera y ecológica y la acumulación masiva de capitales hasta el control total económico por parte de unos pocos: los banqueros. «Teleraña de deuda» (http://vimeo.com/22859425) puede ser un buen sitio para empezar a abrir los ojos.
El mecanismo fundamental es tan sencillo que uno no termina de creérselo cuando lo descubre: los bancos privados tienen licencia para crear dinero de la nada y cobrarnos por ese «servicio» intereses, los cuales no han sido creados junto con el principal. Así, dado que el 99.9% del dinero existente es deuda con los bancos, no nos queda otra que pedir más y más crédito para amortizar dicha deuda, en una carrera hacia el abismo con aceleración exponencial, por causa del interés compuesto aplicado a los préstamos. De esta forma, las clases menos pudientes no solo pierden poder adquisitivo por la inflación debida al interés, sino que además se lo transfieren al 10% de acaudalados por causa de dicho interés compuesto aplicado en cada producto que adquirimos y que ya representa más del 40% del coste de las cosas. Y no solo debemos monetizar cada vez más y más áreas de la vida social como garantías para las nuevas deudas, lo que lleva a la destrucción medioambiental, no solo debemos competir y porfiar unos con otros por un recurso limitado (cuya ausencia, además de impedirnos el acceso al mercado, nos lleva a perder la garantía ofrecida por el préstamo), sino que la dinámica de ESTE sistema monetario provoca la nombrada necesidad de crecimiento continuo (infinito) en una realidad finita. Un absurdo imposible que solo puede acabar en el caos.
Supongamos que monto una empresa pero no contrato ningún trabajador. Todas las fases de la producción son completamente automáticas: desde la obtención de materias primas hasta la distribución del producto elaborado, incluido el propio mantenimiento de la empresa. ¿Qué papel jugaría mi empresa en la economía actual? ¿Sería una buena empresa? Y si se extendiera esta práctica y la mayoría de empresas operaran del mismo modo ¿cómo afectaría a la economía actual?
Lo que me gustaría saber es si en algún modelo económico se hace referencia a la automatización y si se ha tenido en cuenta el hecho de que una empresa pueda llegar a ser completamente automática.
Muy interesante lo que escribes Alberto al igual que los comentarios del post.
Gracias por dedicarnos tu tiempo.
Señor Garzón dice que:
«en segundo lugar, hay una unidad de medida para considerar al trabajo (las horas de trabajo o el número de trabajadores) pero no la hay para considerar al capital (ya que es un conjunto heterogéneo de bienes). »
Y = F(K,L)
K -> € L-> horas
Tampoco las horas trabajadas es homogéneo, no es lo mismo la hora del conductor de una retroescavadora que de un peón con su pico. K y L están son interdependientes, podemos decir que L =L(K). Podríamos intentar subsanar el problema empleando el salario en vez de las horas pero estaríamos en el problema que ha descrito con el capital. Y por otro lado podemos emplear las horas para medir el empleo de capital, mientras esta parado el capital tampoco produce, ¿poco homogéneo? como el trabajo de los hombres.
La idea es bonita pero no veo como ponerla de forma analítica la relación Quizás estudiando industria por industria y luego haciendo una media poderada
«el capital gastado en el proceso (se llama consumo productivo o depreciación), otra parte se la queda el empresario para sus gustos personales (se llama consumo improductivo)»
Si consideramos trigo, el consumo productivo será la parte que se aparta para la siguiente siembra. La inversión sería mejoras en el campo, rotular nuevas tierras, etc. Pero no se porqué dentro del consumo improductivo no esta lo que consumen los trabajadores, es algo que sale de la producción. En el ejemplo la mayor parte de la cosecha se dedicara al consumo. Aun suponiendo el peor de los caso que trabajan solo por subsistencia parte del consumo improductivo se debe a los trabajadores. Que luego el capitalista con su parte del trigo alimente vacas y coma carne en vez de trigo no modifica que ambos consumos de trigo salen del circuito de producción .
Gracias por los textos @Alberto. Cosas así para la formación del pueblo son impagables.
Eso es ser político!
Hola Alberto.
¿Cuándo vas a subir los 8 textos restantes? Gracias.
En esta materia el socialismo es claro:
¿Qué producir?
Lo que la sociedad necesita para satisfacer sus necesidades básicas: alimentos, agua, energía, vivienda, ropa, etc.
¿Cómo hacerlo?, ¿para quién esa producción?
A través de la planificación socializada y de la democracia económica. La anarquía productiva, propia del modelo capitalista, no sirve: se despilfarran recursos, no se reparten equitativamente y los trabajadores no tienen poder de decisión.
Como la producción de los bienes y servicios se caracteriza por ser social, es decir, donde en su creación participan muchos trabajadores, la producción y la distribución de bienes y servicios ha de estar en manos de los trabajadores, sin empresarios capitalistas que los exploten y amasen fortunas injustamente.
Un fraternal saludo.
HOLA ALBERTO, PRIMERO QUE NADA, GRACIAS POR ESTAS CLASES AVANZADAS, COMO COORDINADOR DE UN COLECTIVO DE EUPV EN ALICANTE TE SEGUIMOS ACTIVAMENTE Y NOS GUSTARIA TENER EL GUSTO DE RECIBIRTE ALGUN DIA POR NUESTRAS TIERRAS.
SALUDOS.
MANUEL MATEO
COORDINADOR EUPV ONDARA-RECTORIA
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via: alexharryloanfund@outlook.com ou são ouvidas kingpaulloanfirm001@gmail.com escritório
Alberto he llegado a tu blog porque un colega me dio tu artículo sobre la división clasista del capitalismo moderno y me enterezó mucho. Soy profesor de Filosofía en la Universidad de Cienfuegos y desde ahora continuaré consultando tu blog. Enhorabuena, gracias.