A veces parece que el concepto de capitalismo ha escapado de nuestro vocabulario. De hecho, entre los economistas no es hoy una palabra habitual ni en las intervenciones públicas ni en los debates privados. Ni siquiera los sindicatos, la mayoría de los cuales se definen como «de clase», mencionan la bicha. Es más, me consta que estos últimos incluso han obligado a sus trabajadores, y en no pocas ocasiones, a modificar sus informes públicos con el fin de usar palabras más modernas con las que referirse a nuestro sistema económico. Reflejo todo ello de que una falsa ilusión, la de que estábamos instalados en «el fin de la historia», embriagó a casi todo el mundo durante décadas.
Sin embargo, y de forma inevitable, la crisis actual ha vuelvo a relanzar el concepto; a ponerlo en su sitio. Ahora, ya sí, se reconoce públicamente que vivimos en una economía capitalista. Incluso algunos han llegado a anunciar, no sin ingenuidad, la refundación del propio capitalismo, como es el caso del que fuera presidente francés Nicolás Sarkozy.
Este sistema económico está en crisis y, por ende, nosotros estamos en crisis. Los empleos se pierden, los salarios bajan -si bien no los de todos-, y la pobreza y miseria se extienden por las ciudades. Desde el punto de vista técnico sobran empresas y sobran trabajadores, de modo que tenemos empresas sin producir y trabajadores sin trabajar. Son las manifestaciones propias de una crisis capitalista. La crisis irracional de un sistema irracional, como diría David Harvey.
Si aceptamos, por fin, que vivimos en un sistema económico capitalista no tenemos más remedio que asumir que operamos bajo sus leyes y su lógica. Y eso significa que el motor de la economía es la ganancia y, más concretamente, un indicador conocido como tasa de ganancia. Dicho indicador mide la rentabilidad de cualquier operación económica, de modo que es utilizado con frecuencia por las empresas a la hora de tomar decisiones de inversión. A nadie le gusta invertir mil euros y ganar ochocientos. Pero ese indicador también refleja las oportunidades que tiene el capitalismo de seguir creciendo, de seguir extendiéndose ad nauseam.
La crisis actual revela que el capitalismo enfrenta una crisis de rentabilidad [1], lo que se manifiesta en las formas ya comentadas. Las empresas no quieren invertir porque no ven oportunidades de negocio (la tasa de ganancia es insuficiente) y por lo tanto no contratan trabajadores. Al no contratar trabajadores el problema empeora y la crisis se agudiza.
La solución, dentro del sistema, es sencilla: hay que encontrar nuevos espacios de rentabilidad. Y hay dos formas generales de conseguirlo.
La primera es incrementar la capacidad de demanda de los trabajadores, de modo que sean suficientemente ricos para que a las empresas les interese invertir (la tasa de ganancia sea suficiente). En el actual marco regulatorio, con una globalización económica y financiera neoliberal que conlleva un incremento de la competencia frente a países de bajos salarios, parece una opción imposible. Además, enfrentaría otros problemas añadidos y de notable importancia, destacándose la cuestión de la insostenibilidad del modelo de producción y consumo en términos ecológicos.
La segunda es, dentro del marco regulatorio actual, encontrar nuevos espacios de rentabilidad a partir de la destrucción de la esfera de lo público. Acumulación por desposesión o privatización, formas distintas de llamar a lo mismo. Ello significa que los colegios, institutos y hospitales públicos pasan a la esfera privada y se convierten en negocios. El capital privado, detenido por la crisis, encuentra una vía de recuperación a partir del troceo y reparto del Estado de Bienestar. Pero es otra vía muerta, puesto que además del drama social hay que enfrentar un proceso de estancamiento permanente como consecuencia de la insuficiente demanda (¿a quién vender?).
La segunda opción descrita es la vía que ha tomado la derecha económica, sabedora de que representa a los principales beneficiarios de ese proceso. La vieja socialdemocracia, por el contrario, se mantiene a la ingenua espera de que cambie el marco regulatorio y se permita aspirar a una salida humana dentro del sistema capitalista.
Descartando ambas opciones encontramos una alternativa, esta vez fuera del sistema. El reconocimiento de los límites ecológicos y de la naturaleza depredadora del capitalismo, que visualizamos actualmente con mayor intensidad, permite albergar la esperanza de una gestión económica diferente. Una gestión donde es imprescindible el control público y democrático de las grandes empresas y del conjunto del sistema financiero, anulando de esa forma el criterio de la rentabilidad, y un modelo de producción y consumo donde el empleo de recursos sea coherente con los recursos que podemos obtener de la naturaleza. En términos ecológicos no se trata de una opción, sino de una imposición externa. En términos sociales, y si queremos evitar la degradación social de la ciudadanía, también.
Por eso es lógico y sensato declararse anticapitalista. Precisamente porque se ha comprendido, y desde luego no se niega su existencia, al capitalismo.
NOTA:
(1) Sin que esto signifique que necesariamente la caída de la rentabilidad precede a la crisis.
Interesante pero, a mi modod de ver incompleto: por ejmplo, se puede buscar nichos de mercado nuevos,………
Por decir un ejemplo.
Hay mas pero mejor digo solo este que luego me roban la idea.
😎
Concuerdo con prácticamente todo lo que afirmas, pero te haría 2 breves observaciones. En primer lugar, no profundizas en la explicación de cuál es la clave de la flaqueza del capitalismo, y es que se trata de un sistema especulativo que basa su crecimiento en el crédito, y en tanto a sistema que se basa en el crédito para poder crecer, es un sistema obsoleto por naturaleza: No se puede crecer por encima de lo que se ha trabajado. Esto es muy importante que se recalque -aunque no dudo que ya lo sepas aún cuando no lo expliques en el artículo-, porque para defender un sistema socialista o comunista frente al sistema capitalista, se ha de clarificar que lo que los diferencia es que en el comunista, la fuerza de trabajo es la que produce la riqueza real y, por tanto, la lógica indica que la economía pase a ser una economía planificada. Por contra, en el capitalismo, aún cuando la fuerza de trabajo produce la riqueza real, es la especulación crediticia la que alimenta el crecimiento,y es ahí donde entra en contradicción el sistema y donde se viene abajo cuando estalla la burbuja de manera cíclica.
En segundo lugar, la socialdemocracia no creo que tenga nada de ingenua como indicas. Más bien, todo lo contrario. La crítica que le hacen los marxistas a la socialdemocracia es, precisamente que, sabedora de las flaquezas de este sistema, y poseedora de la información veraz que desenmascararía al sistema capitalista definitivamente, calla y trata por todos los medios de perpetuar el sistema. Ellos, que deberían representar a la izquierda, que tocan el poder y están en los pasillos internos donde se cuecen las decisiones políticas neoliberales, no denuncian nunca ni desenmascaran al sistema. Son cómplices directos interesadamente, y cuando el pueblo se rebela, se alían con la extrema derecha para aplacarlo, como han hecho históricamente. Por tanto, de ingenua no tiene nada. Están en su papel.
Esos son mis 2 pequeños apuntes. Jeje, por lo demás muy buen artículo.
Saludos
Es positivo ver un artículo nítidamente anticapitalista en un medio –no nos engañemos– tan nítidamente ultracapitalista como ese (pero ojo a los cantos de sirena huffingtonianos, Alberto). Gracias de verdad por ello.
De todos modos modos, una vez más Alberto falla –y de ahí que vea paradójico el modelo “neoliberal” con el “a quién vender”– al no comprender o tener en cuenta que:
1. Lo que está pasando no responde a una mera dinámica económica, sino que hay toda una programación política detrás, que se remonta a principios de este siglo por lo menos.
2. Vamos hacia un nuevo modelo “productivo” en el marco de estados policializados y militarizados, con una bolsa de paro permanente que servirá como carne de cañón. Modelo y estados que no dudarán en proceder a drásticas reducciones de la población (no solo mediante guerras; se ve que, p. ej., aún no hemos sacado las conclusiones pertinentes de la significativa “pandemia” de gripe A[rtificial] de 2009…).
Sobre la aceptación general del capitalismo (incluso por parte de la “izquierda”), estamos de acuerdo. La constatamos hace años (aún eran los albores de la “crisis”) aquí:
http://lacomunidad.elpais.com/periferia06/2008/4/3/capitalismo-i-eso-ya-se-cuestiona
Saludos cordiales.
Comparto lo que dice Guillermo sobre la socialdemocracia, más concretamente sobre las élites que la dirigen. Por otro lado, pienso que las élites del sistema capitalista tienen bastante capacidad de readaptación, al menos en “la metrópoli mundial”. Un poco en línea con JFCordura, diré que llevan años consolidando un tipo de sociedad donde el famoso 99% ha sido fraccionado en demasiadas clases, subclases e intereses, aunque algunos de éstos sean de poca monta. Mediante un proceso de estratificación social que encierra a las gentes más empobrecidas en un gueto-porcentaje controlado (y además culpabilizado porque no sabe ser “emprendedor”); que deja que “vaya tirando” con esperanzas a otro tanto por ciento mayor; y que mantiene conforme a un amplio sector de las denominadas “clases medias” (que han bajado algo el pistón pero no viven mal); todo ello coadyuvado de hábiles manipulaciones mediáticas, grandes posibilidades tecnológicas, consumos diversos, mucho espectáculo de cualquier tipo (desde la muerte de un Papa, una boda real, macroconciertos, hasta acontecimientos deportivos, etc.), pues… Creo que tenemos capitalismo para rato. Han aprendido mucho de anteriores “crisis” y coordinan mejor sus medidas económicas y sociales, presentándolas como una cuestión técnica “no-queda-más-remedio” y embridándola (y embridándonos).
Debido a “todo lo que pasó” (y todavía “pasa”), a la hora de hablar de alternativas hay otra “bicha” innombrable: un sistema socialista. También a refundar, a volver a nombrar, pero dejando muchas cosas muy claras para no volver a caer “en la misma”. A mi juicio, ese neo-socialismo por construir y reconstruir será una profundización continua de una democracia de personas libres -que permanentemente lo quieren ser más en todos los órdenes- o NO SERÁ. Y aquí los autodenominados marxistas y comunistas a los que cita Guillermo, (les guste o no, herederos de su historia mundial) tendrán que dar sólidas garantías.
Ánimo, a seguir peleando. Saludos solidarios.
Un ejemplo, recién hallado, de lo que antes decía, todo un síntoma (pero que hay que ver en el contexto histórico de la presente “crisis”) de la programación mencionada.:
Fitch baja tres peldaños la nota España por perspectiva negativa
http://es.noticias.yahoo.com/fitch-rebaja-bbb-nota-españa-perspectiva-negativa-170916852–sector.html
O sea, justo cuando había signos “optimistas” debido a que la UE y el FMI parecen comprometerse a ayudar a los bancos sin “rescatar” al país entero…
[Estos no dan putada sin hilo. Ya sabemos –o deberíamos saber– para quién trabajan. Ver “¿Confabulación para la recesión?”:
http://lacomunidad.elpais.com/periferia06/2011/10/15/no-damos-abasto-iii-confabulacion-la-recesion- ]
Totalmente de acuerdo con una parte de tu artículo, Alberto, especialmente con ésa en la que señalas que en las últimas décadas se ha intentado correr un «tupido velo» sobre el término «capitalismo», el tabú de la posmodernidad por antonomasia. No sólo mencionar el vocablo en sí parecía propio de «marginales» o de «inadaptados», o simplemente de tontos, sino que incluso se nos ha ofrecido amablemente su reemplazo por el de «economía de mercado» o por «mercados», término éste que sigue inundando cada día los espacios de los medios de comunicación y ha llegado a convertirse en una de las palabras de moda incluso en las tertulias populares de cafetería. ¡Hay que ver, hasta qué punto han llegado a colonizar nuestras cabezas!
Pero el problema, en mi opinión, es que por más que usemos la palabra adecuada a todo esto, que es la de capitalismo, cada uno sigue entendiendo por capital lo que buenamente puede, ya que no hay una definición común para todos, seguramente debido entre otras cosas a esa persecución tradicional del propio término (y, añadiría yo, de muchos de quienes lo han usado). Hay casi tantos capitalismos como sujetos que tratan de comprenderlo.
Tú mencionas, por ejemplo, la búsqueda del beneficio y su manifestación en la tasa de rentabilidad de las inversiones para los capitalistas (que son, digámoslo ya, los financieros y los empresarios, sean industriales o comerciales). Estoy bastante de acuerdo, pero una vez reconocido esto no puedo dejar de formularme una pregunta: ¿por qué los capitalistas necesitan tan imperiosamente la obtención de beneficios, así como sostener una tasa de ganancia aceptable? Podemos dar como respuesta (y realmente se ha estado haciendo así desde hace mucho tiempo) la ambición desmedida y el ansia enfermiza de los capitalistas, a los que entonces colocamos el calificativo de malos de esta película. Si lo hacemos, yo me volvería a preguntar: ¿a qué se debe esa ambición enfermiza, cuál es la razón? Por más que hurguemos, no encontraremos en el código genético de ninguno de ellos ningún cromosoma de la avaricia ni de la ambición, luego el asunto tiene más que ver con la cultura y el orden social en sí que con la propia Naturaleza. Y es a ese orden social al que llamamos capitalismo, siendo la búsqueda incesante de negocio, o sea, de beneficios, sólo su manifestación fundamental en el ámbito económico.
En otras palabras, para mí capitalismo es un conjunto de relaciones sociales que van mucho más allá de lo estrictamente económico, pero que ponen lo económico como hecho neutral, lo disfrazan de cuestión técnica supuestamente basada en fenómenos naturales permanentes que no admiten modificación. Sin embargo, pocas veces un sistema social ha cambiado más a menudo y más rápido que el capitalismo, por más que intente enfundarse en la excusa de que se basa en una verdad natural, inmutable.
Entonces, como el capitalismo pone lo económico como «templo inviolable» de la verdad, como cuestión incuestionable y sólo debatible en sus más mínimos flecos técnicos y por verdaderos iniciados (que es a lo más que llegan las interminables discusiones entre los economistas y entendidos, por un lado los neoliberales y por otra los neokeynesianos, por una parte los defensores de la Economía del Bienestar y por otra los paladines del libre mercado, etc), todo lo que resulte debatible hasta su raíz ya no puede ser económico y pasa a ser político, o sea, «opinable». Por eso, bajo el imperio del capitalismo, la política se separa de la economía, y sólo es posible cuestionar la primera, en tanto que la segunda debe continuar apareciendo (y cada vez más) como asunto reservado a los iniciados, o sea, a los especialistas.
Yo soy de los que afirma taxativamente que el capitalismo no es un sistema económico sino un orden social y, por tanto, absolutamente opinable. Es más, responderé aquí a la pregunta que formulaba más arriba: ¿por qué los capitalistas necesitan obtener beneficios de sus negocios? Mi respuesta es que sólo obteniendo esos beneficios se garantiza la perpetuación del orden social en que todos estamos inmersos. Sin beneficios el sistema social se viene abajo. Dicho de otra manera, la supervivencia y la continuidad de este orden social pasa necesariamente por su crecimiento continuo en términos monetarios. En este sistema crecer se vuelve la única vía posible para permanecer. De ahí que el sistema necesite cambiar continuamente para que todo siga igual.
Esto me permite afirmar algo más: por mucho que veamos a nuestro alrededor que el mundo ha cambiado, por más que podamos asegurar que nuestra realidad ya no es como la de hace 50 años, o como la de hace 100 años, por más que nuestra percepción nos haga ver que no podemos comparar nuestro mundo con el anterior, que nuestra realidad requiere nuevas teorías y nuevos paradigmas, que debemos abandonar tesis propias de otras épocas y terminología ya desfasada, echar por la borda términos como los de capitalismo o lucha de clases para sustituirlos por «mercados» o «democracia» la esencia del mundo no cambia en absoluto. El propio orden social que para salvarse necesita crecer provoca que todos los cambios que hoy vemos a nuestro alrededor en comparación a cómo era el mundo hace algún tiempo se conviertan en la prueba principal de que, en su esencia, ese mundo continúa igual, aunque haya cambiado mil veces de piel.
Y digo esto porque antiguamente se percibía con bastante claridad que el capitalismo no era un sistema de fabricar productos para la gente, sino de fabricar gente para los productos o, más exactamente, gente para fabricar productos. Hace mucho, el orden social en el que hoy seguimos inmersos mostraba una cara bastante diferente a la que nos enseña hoy, y entonces se podía comprender que en ese orden social la mayoría de la población era sólo carne de cañón para que el sistema dominara. Hoy, el capital quiere hacerse amable y se hace llamar «mercado» para conseguir nuestra complacencia, pero sigue sirviéndose de la gente para continuar dominando, igual que hace mucho tiempo. Seguimos siendo su carne de cañón.
Los problemas para el capitalismo provienen de que, en ciertos momentos, no puede crecer. Y, en el fondo, no puede hacerlo porque es incapaz de usar su carne de cañón, dado que sus cambios internos recientes (el sistema, como he dicho antes, cambia y crece continuamente, salvo ciertos baches) no se lo permiten. Es como si tuviera que cambiar las balas porque ya no le sirven para sus nuevos cañones. Mientras no consiga hacerlo dejará esas balas en el suelo, oxidándose, y sus cañones dejarán de disparar. Eso es la crisis.
Cualquier pretensión de salir de la crisis a base de disparar cañones que expulsen abrillantador de metales, para cuidar mejor de esas balas que no se están usando, es una salida imposible. Por eso, afirmar que la salida consiste en pagar más salarios a los trabajadores para que compren más y tiren así de la producción demuestra que se desconoce bastante la esencia de este sistema que, por más que haya cambiado de piel, sigue teniendo la misma naturaleza de siempre: producir gente para fabricar productos. Se ha caído en la trampa tendida por la nueva cara del capitalismo, se ha metido en la emboscada del «producir para poder consumir», por más que se reivindique la recuperación de la palabra «capitalismo» y se la saque del baúl de los recuerdos.
Tampoco la alternativa consistente en construir una economía fundamentalmente pública y democrática supone demasiada amenaza para el capitalismo. Como he dicho antes, el criterio de la búsqueda de beneficio, o de rentabilidad, no es un capricho de los capitalistas, sino la manifestación más importante en el ámbito económico de las relaciones sociales existentes, que son mucho más generales y trascienden lo estrictamente económico. La búsqueda del beneficio es el motor y la causa del sistema, es verdad, pero al mismo tiempo es también la consecuencia de ese sistema. No es posible abolir el beneficio por decreto, o sea, «desde arriba». La prueba de que no se puede es que la única vez que se intentó seriamente salió muy mal, y el experimento se acabó con la simbólica caída de una pared: el muro de Berlín. En realidad, la pared no cayó para que se hundiera el «socialismo real» sino para que pudiera llegar el capitalismo real. Si se pretende implantar un sistema no capitalista desde arriba, simplemente a base de controlar la economía, nacionalizar y democratizar las empresas, producir para consumir, etc., es cuestión de tiempo que el capitalismo puro vuelva a hacerse cargo de una «economía» en estado de parálisis. Eso fue lo que sucedió en los países del «socialismo real», y de una manera menos espectacular en el mundo occidental avanzado con la sustitución de la economía mixta de los años 50 y 60 por la economía neoliberal desbocada actual.
La única alternativa, desde mi punto de vista, consiste en desmontar y superar el capitalismo empezando un nuevo edificio desde los cimientos, no desde el tejado. Y los cimientos están abajo, no arriba. Se trata de cambiar el mundo desde abajo, desde las clases sociales sometidas, no desde los dirigentes. Ser anticapitalista significa, para mí, poner el mundo sobre los pies, y los pies están debajo. Es ir a la raíz, y la raíz está debajo. El capitalismo no se supera desde su azotea, o sea, declarando improcedentes los beneficios por decreto legislativo y al Estado (lo más alto de todo) garante de los derechos generales, sino yendo a la raíz y liberándola. El capitalismo se sostiene porque oprime sus bases continuamente, basta con liberarlas.
Espero que podáis disculpar la extensión de este comentario.
Totalmente de acuerdo con tu planteamiento. Tú junto a la gente que pensamos como tú tenemos que progresar. No podemos pernmitir que este terrorismo de Estado continúe. Enhorabuena y gracias por tus artículos para poder leerlos.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. Los diputados como tú junto con todas las personas de IU que pensamos en este camino, nos tenemos que unir para no seguir permitiendo este TERRORISMO DE ESTADO. Enhorabuena y gracias por la lectura de tus artículos.
Es un buen artículo,desde luego,como todos los suyos.Pero me desconcieta un poco que descarte tan deprisa la opción del estímulo al incremento de la demanda de los trabajadores.Yo hubiera dicho que era la opción que preconizaba ud. en sus libros conjuntos con los srs. Vicenç Navarro y Juan Torres.Quizá lo haya entendido mal.¿O bien se trata de políticas complementarias,estímulo de la demanda y,al mismo tiempo, control social de los grandes medios de producción y de las finanzas? ¿O bien,en las actuales circunstancias,una política lleva paso a paso a la otra?¿ El intento de aumentar los salarios y la protección social choca previsiblemente con la resistencia feroz del gran capital,y obliga a profundizar másy más en el socialismo,el control social de la producción,por moderado que hubiera sido en principio el objetivo perseguido?
Felicidades Alberto,
El capitalismo se ha convertido en especulación de los mercados, ya no se trata de producir para rentabilizar sino de especular para obtener una ganancia que va precisamente en contra de la economía productiva real para satisfacer las necesidades de la gente, y para lo que en un principio era su objetivo.
Como dice Juan el problema se soluciona desde la base y en la base está el egoísmo que ha pervertido el capitalismo y lo ha convertido en corrupción soportando la humanidad unos sufrimientos terribles que no nos merecemos en el siglo en que estamos pues en lugar de evolucionar involucionamos.
¿Cuándo aprenderemos la lección y nos uniremos en torno al bien común?
Por cierto, me gustaría saber tu opinión sobre «la economía del bien común» de Christian Felber.
Gracias.
juan martinez Muy buen comentario. Deberías leer a Samir Amin, si no le has leído ya. Pues plantea exactamente lo que comentas en la primera parte de tu comentario. Por lo demás, muy buena reflexión! Totalmente de acuerdo. Un saludo
¿Cómo declararse anticapitalista si estamos instalados en el capitalismo y quien nos gobierna no es la Naturaleza ni el ciudadano ejemplar sino los mercaderes del Templo sobornantes de políticos (y viceversa) y supervisores? De no sacar guillotinas y empalamientos, difícil lo veo. Partiendo de que no tengo ni idea de economía (pero nunca llego a números rojos, aunque tampoco me sobra ni puedo ahorrar), lo más lógico es que quien menos tiene pueda gastar más (ya que lo necesitan / necesitamos, como dice Krugman) y recortar de lo lindo a quien le sobra en demasía. Pero parece que poderoso caballero es el Club Bilderberg (hasta para la «izquierda»). Ingignado, NO… yo estoy desencantado. En nadie se puede confiar. Aunque tocayo, dice vd. verdades como puños. Pero…¿se preocupan los poderosos por la ecología? Antes nos iremos en naves espaciales a otros planetas.
Coincidiendo en el planteamiento quisiera matizar las palabras “Además, enfrentaría otros problemas añadidos y de notable importancia, destacándose la cuestión de la insostenibilidad del modelo de producción y consumo en términos ecológicos.” La desregulación neoliberal de la protección ecológica no es un parámetro que preocupe al capitalismo, al igual que la desprotección de los trabajadores. De hecho la filosofía del laissez faire neoliberal abarca tanto al hombre como animal social, como a la Naturaleza.
Como muy bien plantea Alberto al calificar la segunda opción ésta es una vía ineficaz, ya que viene utilizándose desde hace tiempo y tan sólo queda por privatizar los servicios esenciales, o acaso en los recientes años pasados tanto el PSOE como el PP no han hecho sino privatizar todo el sector público estatal ( que en la teoría económica académica de hace 20 años, veamos las ediciones del Mochón de entonces se planteaban como fundamentales a mantener dentro del dominio estatal): de las redes eléctricas de un país, las telecomunicaciones, las comunicaciones aéreas, ferroviarias, correos … .
Ahora bien, la primera vía podría paliar en forma más resolutiva que la 2ª ya que no es otra cosa que la redistribución de los beneficios disminuyendo la desigualdad de la renta, de hecho el ministro de finanzas alemán, algo ha planteado sobre subidas salariales en lo que afecta a los ciudadano alemanes (en el debate abierto respecto a los efectos de políticas económicas idénticas en la zona euro se convierten en pro-cíclicas).
En cuanto a que el objetivo fundamental del capitalismo sea el beneficio, me parece lógico a cualquier sistema o modelo, entendiendo al beneficio como la plusvalía añadida en términos monetarios del plusvalor añadido por los costes de todos los factores de producción en el marco de unas relaciones institucionales de mercado imperfecto en el capitalismo o en el marco de otras relaciones institucionales de otro modelo alternativo al capitalismo.
En realidad lo que determina al capitalismo es el beneficio privado, en relación a la necesidad de acumulación de capital para sostener el movimiento de concentración que imprime la competencia como marco de relación.
Cuando hablamos de competencia, nos referimos conceptualmente a la relación que establece el capitalismo al igual que en la naturaleza de supervivencia del más fuerte, lo que significa en la práctica un movimiento de acumulación, concentración y centralización hasta determinar (“planificar”) al mercado (la vida económica de sectores o todos los sectores de actividad económica), es decir planificar la economía en función de sus intereses privados y no generales. Decirle a Guillermo que matizaría su planteamiento en éste sentido, no reduciendo la diferencia entre capitalismo o socialismo a planificación sí o no, por que el capitalismo en su camino de concentración y centralización de la economía ya planifica gran parte de ella, y el movimiento de concentración y centralización todavía no ha terminado dentro de él, sino que con la Crisis se ha acelerado.
Aún así la alternativa hoy pasa por la planificación de la economía ( los sectores y unidades económicas que determinan los grandes parámetros que generan las inercias y dinámicas de la vida económica) en función del interés general en contraposición al privado (capitalismo), y a la detentación del dominio (propiedad) , de la capacidad de decisión por parte de la ciudadanía a través de la sustantivación de la democracia utilizando referendos y otros instrumentos de información y codecisión que permitan los avances en telecomunicaciones e informática. Unificando así la esencia del hombre como individuo en su dimensión social.
En cuanto a las manifestaciones en torno a la socialdemocracia, decir que entiendo que Alberto se refiere a la socialdemocracia real, ya que su postura en multitud de post entorno al social-liberalismo imperante en los PS europeos es clara y en la línea de lo planteado por Guillermo.
Las reflexiones de Yubil me parecen muy interesantes y van en la línea de lo planteado hace tiempo por el sociólogo Felix Tezanos (figura importante de la fundación sistema presidida por Alfonso Guerra) en su libro “la sociedad dividida”.
A Juan Martínez decirle que el problema no es el beneficio y la rentabilidad, sino su dimensión privada y asocial que cobran en el capitalismo. El plusvalor es el sentido de la actividad, una actividad no puede estar motivada por la depreciación del estado de cosas. Otra cosa diferente es la dimensión que en un marco institucional diferente al del mercado (entendido desde la realidad actual), o al sistema capitalista pueda tener el significado de beneficio o rentabilidad como expresión de ese plusvalor, e incluso la dimensión social del propio plusvalor (por ejemplo la atención universal de la prestaciones sociales, sanitarias, culturales y educativas) y que la dinámica de relación no este basada en la acumulación en un centro de decisión, pues el dominio de dicha decisión sea democrático aplicando las nuevas tecnologías telecomunicacionales e informáticas en una estructura económica dominada por la cooperación frente a la competencia ( potenciada también por las nuevas tecnologías) por ejemplo en la línea de Linux frente Windows.
Efectivamente como plantean muchos comentarios lo que necesitamos es un sistema en el que el fin del producto no sea la mercancía (es decir la valorización del producto en busca de beneficio privado) sino la utilidad del producto desmercantilizándolo devolviéndole la dimensión para la que fue creado, su consumo. Todo ello en un marco de protección de los dos elementos que dieron inicio a la actual sociedad, la fuerza de trabajo y la Naturaleza.
El hombre al igual que el resto de los animales evoluciona en adaptación a su entorno, pero a diferencia del resto de los animales el entorno del hombre cada vez es más social y menos natural. De tal manera que es la propia sociedad (una construcción humana) condicionante de la evolución de la especie, tal y como han demostrado algunos científicos: la agresividad es sustituida por la cooperación, la fuerza física como cúspide de la pirámide de valores por la inteligencia, etc. La propia Sociedad, el sistema es parte fundamental del entorno y de la evolución de la Humanidad, por lo que no hay que cerrar las fronteras a los cambios en las motivaciones, y valores que mueven la vida de la especie.
El capitalismo es un sistema en continuo cambio como señala algún compañero en los comentarios, cambios por ejemplo en el valor añadido real, en palabras de Thurow hoy día el producto de mayor valor añadido de un país lo constituyen los powers training, es decir la concatenación de investigación, e innovación de la producción. De tal manera que la rapidez del cambio tecnológico a convertido al i+d+i en el mayor factor de crecimiento del PIB y del valor añadido y la productividad en la composición interna del mismo.
Sin duda alguna hoy día la velocidad de los cambios tecnológicos implican cambios sociales y culturales vertiginosos, debiéndose calibrar que efectos producen en el sistema o pueden producir en otras alternativas al mismo.
Cuando valoramos las posibles alternativas, en muchas ocasiones se plantea la dicotomía de socialismo o barbarie, personalmente creo que esta reducción simplifica bien la multitud de alternativas, en el sentido de optar entre la prevalencia del interés social o el privado, del producto o la mercancía. De esta simplificación dicotómica ejemplar que habla de “barbarie” se infiere que la historia de la humanidad (de las sociedades), no siempre es progresiva y que las relaciones entre la estructura y la superestructura en ocasiones pueden provocar una crisis de civilización radical que produzca un retroceso abismal en todos los planos de la vida humana, tal y como ocurrió tras la caída del imperio romano, dando lugar a unas instituciones con unas estructuras e intereses de poder social que impedían el desarrollo de conocimientos adquiridos que no se habían perdido, pues eran custodiados (entre otros) en multitud de centros religiosos de la Iglesia tanto en Oriente como en Occidente, es decir, la estructura e intereses del poder constituido impedían no el desarrollo de nuevos métodos o avances técnicos sino el de los ya conocidos.
Bueno compañer@s no quiero enrollarme más, tan sólo agradecer una vez más a Alberto el post y el marco de debate y formación que nos ofrece a tod@s.
Es importante un discurso metódico para aclararnos a los legos.
Hoy por hoy, parece que la crisis puede obedecer además de a la capacidad de sobreproducción (vacas flacas a trojes llenos), provocada por una tasa de ganancia marginal insuficiente, también a una guerra de capitales monetarios dólar-euros-yenes por el mercado de capitales convertibles en moneda, a una desregulación neoliberal del mercado laboral, del comercio internacional y del mercado de capitales, a los cambios introducidos por los avances tecnológicos, al crecimiento de la desigualdad en la distribución de la renta en los países, a que el estancamiento económico desde la década de los 70 a tirado a golpe de especulación y burbujas financieras (de manera que el circuito D-M-D` ha sido sustituido por D-D´), a la financiarización de la economía y la impregnación de sus valores y métodos al conjunto de la actividad económica, a la concentración y la centralización del capital internacionalmente en el marco de la mundialización económica ejercida por el imperialismo, y en la zona euro además: a la falta de un banco central que opere como tal (al igual que la reserva federal de EE.UU), al hecho de que la actual estructura europea beneficia a Alemania y perjudica al resto en los pagos de intereses por la deuda pública y con un euro que aumenta la competitividad del comercio internacional alemán respecto al resto de la zona euro (como explicaban perfectamente los datos ofrecidos por Alberto en el post anterior), de manera que la financiación para el crecimiento alemán le sale cuasi gratuita, cambiándose de hecho palpablemente la unión europea de una estructura de cooperación a dominación por la aplicación salvaje de los criterios neoliberales, dominación ejercida por Alemania.
Particularmente me parece que aclarar la relación y prelación de todos estos fenómenos, separar las razones que son meramente descripciones de los hechos, de las que explican por qué se producen los hechos, y establecer las prelaciones y relaciones entre ellas en el tiempo y en los marcos geográficos es importante para un análisis correcto de la situación que nos permita no sólo saber que queremos desde la negación de lo que conocemos (que no es poco en estos tiempos), sino también desde la proposición positiva de alternativas.
Desde mi punto de vista, el problema es que vivimos en un sistema capitalista monetario y en una democracia.
El problema del sistema capitalista creo que ya ha quedado suficientemente expuesto en comentarios y post anteriores, aunque en resumen, se basa en conseguir la mayor rentabilidad económica con el menor coste económico. Sistema en el que ademas se fomenta la competencia como caracteristica innata del ser humano. Un ejemplo es que se fomenta la creación de pequeña empresa sin atender a las necesidades reales de la población, por lo que se incentiva a crear 10 bares, de los cuales 9 tendran que cerrar. Pero en ese tiempo las estadisticas para decir por la tele habran mejorado, y los 9 que hayan cerrado habran enriquecido a los bancos que les concedieran los prestamos.
El sistema de credito bancario es una apuesta de los mismos bancos contra el exito del negocio. Si te va bien, pagas. Si te va mal, pagas y pierdes todo.
La democracia, vendida como el gobierno del pueblo y el voto como la mayor victoria que hemos logrado en nuestra historia. La realidad es que votas una vez cada 4 AÑOS, entre unos pocos personajes prefiltrados por las grandes empresas que pagan sus campañas de promocion, bajo el auspicio de los medios de comunicacion que forman parte de estas grandes corporaciones. Una vez que pones el papel en la urna, saldra elegido quien toque, y su único interes sera el beneficio propio y el de las empresas que le auparon al poder, y que le mantendran cuando se retire.
El politico no tiene como deber representar a los ciudadanos, sino buscar el beneficio de su oligarquia.
En cambio, veo a investigadores, que con las subvenciones cortadas, siguen intentando sacar sus proyectos adelante, o bomberos que se juegan la vida por otras personas, o estudiantes de arqueologia que van todo el verano a excavar, sin cobrar, por el simple interes de aprender. ¿Que motivacion tienen ellos? ¿Economica? No, ¿Entonces, que podemos hacer?
Tenemos casas vacias, y gente que no tiene donde vivir, toneladas de alimentos tiradas a diario en nuestro pais, y gente que no tiene para comer, investigadores e investigaciones que podrian solucionar muchos de nuestros actuales problemas, y que se ven interrumpidos, porque hay que darle dinero a los bancos…
Si tenemos los recursos, y las personas capaces de usarlos, ¿porque seguimos entonces enquistados en este sistema monetario y falsamente democratico? No son polliticos ni un sistema basado en decisiones subjetivas, necesitamos evaluar los recursos de que disponemos y donde hacen falta estos.
Podria considerarse esto antisistema, aunque yo no lo creo. Entendiendo la evolucion del hombre como una sucesion de sistemas, creo que ha llegado el momento de evolucionar de sistema, entendiendo la importancia que han tenido los anteriores, sobre todo para no repetir los mismos errores.
http://es.wikipedia.org/wiki/Econom%C3%ADa_basada_en_recursos
Y creo que este estado de control y sumision al que nos vemos sometidos es debido a la cantidad de informacion vanal a la que estamos expuestos. Programas basura de televisión, debates interminables y sin sentido sobre futbol, la falsa idea de comunicacion de las redes sociales, los videojuegos estupidos, las noticias de informacion parcial y dirigida, los concursos absurdos, etc.
Librarnos de esto no se conseguira protestando o manifestandote. Propongo atacar la base del rpoblema. DESHACERNOS DE TODA LA TECNOLOGIA INUTIL DESTINADA A ESTROPEARSE Y MANTENER SUS SITEMA
RENUNCIAR A TELEVISION, MOVIL, YLAS PAGINAS DE INTERNET DE LAS GRANDES CORPORACIONES
BOICOT A SU SISTEMA, ALEJARNOS DE SU PUBLICIDAD Y MENTIRAS QUE NOS ROBAN
No tiene sentido protestar en una manifestacion y luego irte a tu casa a enchufar la tele y el wasap, si sigues usando sus productos, destinados a romperse para poder mantener el sistema, seguiras participando en su juego y siendo un fiel miembro de su comunidad. Habra que dejar de participar en el si queremos cambiarlo.
El error es seguir persistiendo en que estamos en una crisis del sistema capitalista. El capitalismo se mueve asi por ciclos, y como queda demostrado todavia el sistema funciona muy bien por que hay que recordar que el capitalismo esta totalmente globalizado y siempre encuentra sitios donde refugiarse, aunque eso con lleve lllevar a la pobreza a ciertos o estados o a su destruccion como tal. Creo que hablar de crisis del sistema es un error por que alimenta la esperanza de la personas de que aprentandonos el cinturon se va salir a delante y esto es pasajero. El fin ulitmo de una persona socialista es la critica del sistema capitalista por su pervesion y avaricia en si.
Muy de acuerdo con tu artículo.
Creo que cuando puntualizas que la alternativa está «FUERA DEL SISTEMA» das completamente con la clave.
Es decir, lo importante es entender que esto no es una crisis coyuntural; no se debe (aunque también ayude…) a decisiones puntuales más o menos acertadas de políticos más o menos capaces, más o menos honrados.
La crisis dentro de este sistema son NECESARIAS (doblemente además),son un rasgo indisociable del sitema capitalista; su propia dinámica y las contradicciones que conlleva es lo que se manifiesta de manera violenta y de forma cada vez más constante (y con un caracter cada vez menos ciclico).
La gente debe darse cuenta que la destrucción de la esfera de lo público que tú indicas es una consecuencia directa de la huída hacia adelante que el capital debe emprender para encontrar nuevos espacios de rentabilidad. El periodo de posguerra (45-70s) y la creación del mal llamado estado de bienestar no es más que un periodo excepcional en el que la clase obrera consiguió ciertas conquistas en el marco de un contexto histórico muy determinado. Por tanto, la socialdemocracia como la hemos entendido hasta ahora, inserta en un sistema capitalista, es completamente inviable. Creo que en el último párrafo del comentario de «Juan Martínez» está perfectamente explicado.
Pero para mí, el gran misterio es:
Un saludo a todos,
(continuo, no se porque se cortó…. 😉 )
Decía, que el gran misterio para mí es que si consideramos:
– Que las crisis dentro del capitalismo son inevitables,así como la existencia de una masa de trabajadores desocupados (ejército industrial de reserva que diría Marx)
– Las relaciones de explotación necesarias para que este sistema sea.
– La disminución de salario real (sobretodo a la disminución tan de moda ultimamente del salario indirecto:sanidad, educación, etc. )
– ETc.
¿Por qué hay parte de la clase trabajadora que sigue defendiendo el sistema?
Quizás, pueda estar la respuesta en las últimas líneas que escribe Alberto (1) y la no comprensión del funcionamiento del sistema (aunque sea de los conceptos básicos que lo rigen como podamos tener muchos de nosotros…)
(1) «Por eso es lógico y sensato declararse anticapitalista. Precisamente porque se ha comprendido, y desde luego no se niega su existencia, al capitalismo.»
De acuerdo con que el capitalismo es un sistema obsoleto e insostenible. Pero el mayor problema reside en la psicología humana. La desigualdad social parece que es buscada con ahinco por los mas desfavorecidos y siempre el modelo tiende a ser el consumista. Se desea aquello que se ve en el escaparate, el prestigio consiste en superar aquello tiene el vecino. No veo posible superar el sistema económico actual sin un cambio en la ética social y esto es algo que esta lejos de alcanzarse porque no hay modelos y no se va a facilitar por las élites y el poder.
Un saludo.
Interesante pero, a mi modod de ver incompleto: por ejmplo, se puede buscar nichos de mercado nuevos,………
Por decir un ejemplo.
Hay mas pero mejor digo solo este que luego me roban la idea.
8-(
Ulrich Beck, profesor de la Universidad de Munich y de la London School of Economics, y darling del pensamiento único, se puso así de estupendo en El País: «La consecuencia no deseada de la utopía neoliberal es una brasilización de Occidente: la temporalidad y la fragilidad laborales, la discontinuidad y la informalidad están alcanzando a sociedades occidentales hasta ahora baluartes del pleno empleo y el Estado de bienestar».
Ante todo: ¿qué es eso de la «utopía neoliberal»? ¿Dónde está? Si tiene algún sentido, debe referirse a un mundo donde la coacción política y legislativa ha desaparecido. El profesor Beck no puede no saber que eso no ha sucedido en ninguna parte del planeta.
Es indudable que los trabajadores en muchos países de Occidente sufren privaciones múltiples empezando por el desempleo, pero lo que no puede afirmarse es que ese desempleo deriva de un liberalismo que ni existe ni ha existido. Precisamente como no existe ni ha existido, decir que las sociedades occidentales han sido «baluartes del pleno empleo» es distorsionar la realidad, y en el caso de España es sencillamente delirante. En cuanto al Estado del Bienestar, el profesor Beck no puede no saber que ha entrado en crisis por su propia dinámica de crecimiento insostenible, y no en los últimos tiempos, porque los países nórdicos la afrontaron hace años ya. Ni una palabra dedica, por cierto, a los costes de esa supuesta maravilla solidaria.
Entonces, al tiempo que muchos brasileños prosperan relativamente, don Ulrich se alarma porque hay paro en Occidente, pero no se alarma ante las causas del paro: lo atribuye al liberalismo y se queda tan ancho y tan progre.
Cuando uno cree eso, entonces ya puede creer cualquier cosa. Por ejemplo, el doctor Beck vuelve con la consigna de que el capitalismo sólo sobrevive si el Estado recorta los derechos y libertades de los ciudadanos; expresa así este viejo camelo, común a izquierdas y derechas: «el adversario más poderoso del capitalismo es precisamente un capitalismo que solo busque la rentabilidad». No hay nada que haya justificado semejante bobada nunca: es un puro invento de los defensores, precisamente, del mayor adversario del capitalismo: la coacción política y legislativa, y el consiguiente quebrantamiento de los derechos individuales, la propiedad privada y los contratos voluntarios.
Pues nada, ahí va don Ulrich desbarrando como desbarra el pensamiento único desde hace décadas, y sostiene que para proteger el capitalismo hay que… socializarlo.
Y entonces, va y suelta una gran propuesta para que todo vaya divinamente. Su receta consiste en (vamos ¿no lo adivina?)… subir los impuestos.
http://www.libremercado.com/2012-06-10/carlos-rodriguez-braun-baluartes-temblorosos-64756/
Me encantan el artículo (por cierto, me desconcierta un poco que Garzón lo publique en el Huffington nada menos) y los comentarios pero me desconcierta mucho que se refieran al «sistema capitalista» como si fuera uno entre varios, ¿hay otros hoy?
Que alguien le diga al señor Pijus que no vivimos un sistema capitalista, si no socialista. Si quitamos tanta intervención estatal si que será capitalista de verdad. Menos mal que es economista.
Este el sistema en el que vivimos:
Un sistema capitalista para los de abajo y socializado para los de arriba, es decir, un sistema perverso. Para los de arriba porque se les permiten mandatos coercitivos contra los de abajo, socializado porque socializan la masa monetaria, la controlan y la distribuyen a su antojo, socializado porque crean crédito de la nada y el dinero se maneja a placer.
Que me digas que vivimos en el capitalismo es de coña señor Garzón. Con que las instituciones monetarias, el crédito y los bancos se adecuasen a las mismas reglas que todo el mundo podría darte la razón en parte pero entonces, y muy posiblemente, no estaríamos criticando la mayor parte de las cosas que criticas. Sin embargo, tu apoyo va en la misma dirección que las críticas que profieres contra aquellos que llamas «capitalistas» y si de ti dependiese, el estado podría crear dinero de la nada, los bancos lo mismo, todo eso con la cara de lo «público» que siendo público o privado tiene la misma cara, un sistema perverso. El dinero debe volver adonde surgió y no expropiado por el estado, a un relación de intercambio voluntaria, no manipulada y libremente escogida por los ciudadanos secularmente.
Desgraciadamente en estos tiempos, y desde hace ya unos cuantos siglos, el mundo está dirigido y construido por la economía, una ciencia social más, que no tiene por qué entenderse como el reino del beneficio. Es decir, el capitalismo y sus dirigentes, en su versión más radical, que se ha bautizado como neoliberalismo, nos han hecho creer que sólo hay una forma de hacer economía, la capitalista, basada en la reducción de costes y teniendo como único objetivo maximizar los beneficios.
Brillante estrategia han utilizado, pues la han sabido inculcar en cada una de nuestras mentes occidentales, ya no sabemos ni siquiera imaginar una forma de economía regida por otros valores. Han logrado imponer la idea según la cual la única forma de hacer economía es el capitalismo, como si el único pan de molde que existiese fuera el “pan Bimbo”. Está claro que hay más tipos de pan de molde, al igual que hay más formas de hacer economía, aunque no nos las dejen ver….tendremos pues que utilizar la estretegia política y la coherencia, mediante dos vias: desarrollar esas otras formas de economía de forma autónoma para demostrar que son posibles dichas alternativas ( acciones al margen del sistema) y tendremos que pelear cuotas de poder dentro del sistema representativo para promover cambios legislativos que destierren a los neoliberales del poder estatal y supranacional (dentro del sistema)
El gran problema de éste país, es la Izquierda, (la verdadera. No el PSOE que son igual de neo-liberales que sus hermanos del PP) y sus auto-complejos. Ante la mala fama y el derrumbe del bloque oriental, se ha extendido un miedo incluso dentro del propio PCE a la palabra Comunista, y ha llegado ésto hasta tal punto, de que para no espantar a personas mentalmente alienadas y corrompidas pero que saben que algo falla, una persona de peso como es Alberto Garzón dentro de IU, tenga miedo a utilizar ésta palabra, y la sustituya por cosas abstractas y vacíos de contenido como es el Anti-capitalismo, menciones al anti-sistema etc.
Éste fenómeno se ve por todo el país, en todos los mítines de IU, y es sinceramente lamentable, porque si nosotros no nos sentimos orgullosos y no somos contundentes con nuestros mensajes, jamás calaremos en los estratos donde queremos calar. Nuestro trabajo no es la del electoralismo barato donde decimos lo que la gente quiere oír. Nuestro trabajo es decir las verdades como son, y por ello es una tragedia no ver referencias ni al Comunismo, ni al propio Marxismo de base.
Menos anti-sistema y más pro-socialismo
Una cosa es el comunismo desde el punto de vista conceptual y otra lo que la práctica histórica de los partidos comunistas ha sembrado y siembran en el imaginario popular y no tan popular. Así que no debería ser difícil de comprender porqué las masas no se sienten atraídas por la palabra «comunismo», antes noble y ahora maldita.
Demasiados comunistas de hoy, no sólo los de ayer, siguen ayudando a que se tenga horror ha dicho término ¡Qué le vamos a hacer! (Quizás un poco de autocrítica global y verdadera, serviría)
Y no sirve de nada echar toda la culpa a los medios de comunicación al servicio del capital. Claro que esos medios han ayudado y mucho. Pero la semilla no fructifica si no hay tierra abonada.
Las políticas de rentas como corsé de alternativas.
La insuficiencia de las políticas de renta como alternativas, encorsetan a socialdemocracia e izquierda alternativa, economistas ortodoxos y heterodoxos.
Medidas económicas idénticas en un conjunto de países dados (europeas, o extra-europeos) neutralizan sus teóricos efectos entre sí, si su enfoque es el crecimiento de cuota de mercado mundial- que es castrado de innovación revolucionaria-.
Tanto alternativas como políticas neoliberales, si las desbrozamos tal si fuera la reducción de un plato gastronómico, nos mostrarían su realidad y esencia material: distintas formas, presentaciones y distribuciones de políticas de rentas.
Cuando desde el campo neoliberal plantean que para repartir riqueza, primero hay que
crearla, manifiestan una verdad de perogrullo. El siguiente escalón de su lógica, es quién crea riqueza (o empleo) es el empresario, por tanto, el empresario (hoy día el empresario empredendor- superhéroe de ficción-) necesita beneficios para emprender y crear empleo (otra perogrullada). De donde se deriva que el emplead@ o trabajador-as, o extrabajador-a hoy autónom@ en comisión de servicio, o profesional liberal,o … ., debe reducir sus rentas reales para aumentar el beneficio del emprendedor creador (superhéroe de ficción) de riqueza.
Hete aquí la mentira de Perogrullo, ¿si el empresario ha creado riqueza? ¿Por qué no puede obtener su beneficio de la misma, sin disminuir la renta del emplead@?. Muy simple, por qué no ha creado riqueza.
Ahora, en lugar de reducir la esencia del plato gastronómico, ampliemos la imagen del Google Earth al conjunto de la economía española, europea o mundial. Muy probablemente observaríamos como se redistribuye riqueza entre estados o zonas regionales, clases sociales, etc., pero visto a dicha escala comprenderíamos que la riqueza ha dejado de crearse, incrementar.
Hay radica el problema central, la raíz crítica del sistema mundo-capitalista (terminología de Wallersteim Inmanuel), no es otra que su esclerosis creativa de riqueza. Mientras el crecimiento económico basado en incrementos de productividad convencional (no bastarda) desvaloriza el producto y satura el mercado, bajando la tasa de ganancia actúa tal como con las cosechas enteras tiradas ante hambrunas, por un problema de valorización. La eufemística sobreproducción no es sino falta de valorización del beneficio capitalista, la demanda existente no alcanza la tasa de ganancia y las fuerzas productivas cual patatas o tomates son tiradas, destruidas. Dicha destrucción por desvalorización (contenida en la explicación del valor marxista), no es contrapesada por la creación de nuevas industrias y mercados, que amplíen el crecimiento económico reordenando utilización y ubicación de las fuerzas productivas (entre ellas el trabajo), invalidando la salida creacionista Shumpeteriana.
Tanto neokeinesianos como neoliberales, intervienen sobre rentas con orientaciones contrapuestas o/y diferentes sí, pero casi con los mismos instrumentos, sean monetaristas, tipos de interés, deuda pública-soberana, demanda pública, privatización o nacinalización … .
En definitiva hablan de distribución en sus diferentes formas y efectos sobre el crecimiento económico, pero no abordan como la innovación tecnológica influye en el crecimiento.
Teóricos de la talla de Schumpeter, plantean que la innovación y los innovadores surgen por simpatía, Krugman entre otros muchos comparten similares opiniones, planteando la innovación revolucionaria o paradigmática como un elemento independiente, cuasi-etereo al igual que todos los neoliberales y neoclásicos.
Con la visión defendida no se pretende exonerar las injustas políticas austericidas o neoliberales, sino poner de manifiesto como la desposesión y empobrecimiento de mayorías sociales, constituye una faz del neofeudalismo capitalista totalmente inoperante.
No es la única, ni la más peligrosa socialmente, pues si bien la faz desposesora es caracterizada excelentemente por el maestro Naredo, tomando cuerpo cuando la simple titularidad de Capital, como otrora tiempo las tierras-feudos, se convierten en mecanismo automático de obtención (desposesión) de riqueza. La otra faz del neofeudalismo capitalista, aún más peligrosa, y origen radical de la Gran Crisis actual del capitalismo. Deviene cuando al igual que en el feudalismo, los intereses de la arquitectura institucional (estructuras y organización del poder económico, cuerpo de la superestructura) se constituyen en detractores y obstáculo del avance científico (conocimiento) y sus innovaciones productivas y sociales. Resultando un combinado de ambas caras del neofeudalismo capitalista, con un alcanza destructivo desconocido en la historia de la humanidad.
Como A.G ilustraba en su post http://www.agarzon.net/quien-controla-la-economia-mundial-el-poder-de-las-transnacionales/, el núcleo que determina la actividad económica del conjunto de transnacionales (que suelen controlar los sectores estratégicos), no pasan de 40.
La madurez capitalista que implica tal grado de acumulación, entraña concentración de las inversiones en I+D+i, en función de sus intereses económicos que a la postre uniformizan y frenan revoluciones paradigmáticas. Desecando el cultivo diversificador de industrias y multiplicador de mercados, condiciones sine qua non para crear riqueza.
Imposibilitan el desarrollo de la ciencia base que requiere la innovación exnovo o paradigmática Khuniana, o la producción de nuevos programas de investigación progresivos Laketianos, requeridos para desarrollar el actual estadio económico y social internacional. Al contrario de lo que piensan muchos (Schumpeter, Krugman…), la innovación paradigmática si tiene relación causal en el efecto combinado, de la lógica interna de la Ciencia y la arquitectura institucional público-privada como orientadora de la misma.
David Harvey plantea un escenario, en el que sin contemplar cambios institucionales que permitan el desbloqueo de la esterilidad creativa e innovadora, y atendiendo al desenvolvimiento dinámico capitalista, nos dibuja una realidad demostrado hoy en la multiplicación de conflictos-el artículo es de 2009-, que bien podrían acabar en una conflagración internacional (http://utopisticapol.wordpress.com/2009/03/05/por-que-esta-condenado-al-fracaso-el-paquete-de-estimulos-economicos-david-harvey-%C2%B7-%C2%B7-%C2%B7-%C2%B7-%C2%B7/) .
Como siempre la alternativa defendida radica en la democratización, incluyendo los sectores económicos estratégicos que son base del cuello de botella que impide nacer a la riqueza.
Pensad por ejemplo en la diferencia entre investigar generación y distribución de electricidad limpia en red, o de forma centralizada. ¿Acaso no sería posible la bajada de consumo energético dependiente, si aplicáramos herramientas TICs a los avances en dicho campo?
Como siempre,
Democracia o Barbarie.