De acuerdo con las formas de ver la política de Roger y de Citoyen, blogeros ambos de la red Neoprogs, yo estaría dentro de lo que ellos han llamado «la izquierda reaccionaria». Y, entre otras muchas razones que me incluirían en ese grupo, deduzco que en parte sería por considerar que la especulación financiera, y los comportamientos más o menos alejados de los modelos económicos que ambos han estudiado, se da en la realidad y en grados importantísimos. Argumentar que la especulación y los mercados financieros (en abstracto) son los culpables de la crisis sería, según ellos, recurrir a «los gnomos de Zurich», es decir, a algo que realmente es una excusa.
Roger ha escrito recientemente un post criticando que los gobiernos (y las diferentes izquierdas) estén recurriendo a la idea de la especulación para evitar hablar de lo importante: las reformas estructurales que los mercados, en todo caso, no habrían hecho sino remarcar con sus operaciones. Y, como casi siempre, en mi opinión su argumento tiene parte de razón y parte de falacia.
La especulación financiera en el mercado de deuda pública (como hemos visto aquí, aquí, aquí y aquí) se está produciendo de forma efectiva. Las primas de los CDS se han disparado y eso puede ser por dos razones: porque efectivamente hay una intuición de que un país va a quebrar (poco probable) o porque se especula con esa misma idea para hacer lucrativas ganancias y presionar hacia una profecía autocumplida (en ciencias sociales eso significa que la acción impulsada por una idea falsa puede generar que la idea se convierta en cierta: como la especulación en el mercado inmobiliario).
Yo personalmente creo que se debe a la especulación, porque conozco la lógica financiera de los agentes que en aquellos mercados operan (bancos, fondos de inversión colectiva y otros) y porque es muy difícil que un país de la UE pueda quebrar (y además existe riesgo moral: todos saben que al final se rescataría). Pero en todo caso es cierto que no sólo puede hablarse de eso. Por alguna razón la especulación es contra Grecia, España y Portugal y no contra otros países.
Hay razones que tienen que ver con que «el capital tiene cara y nacionalidad», es decir, que los inversores financieros anglosajones no van a tener preferencia por ir contra el Reino Unido si antes tienen a España o Grecia. Pero lo más importante no es ni mucho menos eso, sino que, en efecto y como denuncia Roger, hay razones económicas que fundamentan que sean España y Grecia el objetivo de los especuladores.
Los inversores financieros son un rebaño de entes que gestionan mucho dinero. Los inversores financieros no son tantos como parecen, a pesar del dinero que gestionan, ya que cada fondo de inversión (por ejemplo, los hedge funds) están administrados por pocos gestores que además pueden gestionar otros muchos fondos. Y con los bancos ocurre igual, de tal forma que al final esos mercados financieros se cristalizan en muy poquitos gestores que obtienen muchos beneficios por sus servicios (los gestores del LTCM recibían un 25% en comisiones). Pero, sobre todo, funcionan como un rebaño porque el coste de acceder a toda la información que necesitan es excesivo y necesitan dejarse guiar por «expertos», «analistas», agencias de ratings y el comportamiento de sus semejantes. Así es como pueden hacer blanco en un país a instancias de unos pocos especuladores, haya o no fundamento detrás de esas operaciones.
En el caso de España y Grecia, sumidas en crisis económicas importantes y con especificidades importantes, los especuladores han hecho lo mismo que los buitres y que el propio instinto animal: ir a por los más débiles. Saben que es mucho más creible y fácil especular contra esos países, y que por lo tanto las posibilidades de éxito son mucho mayores. Por eso a nadie le sorprende que cuando acaben con Grecia, caerá España y comenzará el dominó.
Así pues, Roger tiene razón cuando habla de las necesidades de reformar las estructuras económicas de España y Grecia (aunque en absoluto estoy de acuerdo con sus propuestas concretas), pero se equivoca rebajando la importancia de la especulación y de los mercados financieros (¡y del daño que inflige a la democracia!). Cierto es también que los gobiernos, incluído el de España, ahora se excusa en la especulación financiera para no asumir sus responsabilidades. Pero eso no evita que lo que dicen sea cierto.
¿Cómo puede quebrar un Estado? Puede quebrar una empresa, una sociedad civil, hasta un particular, pero no un Estado. Se puede negar a pagar la deuda, que es distinto.
¿Cuál es el balance de un Estado? La balanza de pagos sólo nos indica una parte de lo que posee: activos financieros, reservas en divisas… pero su riqueza total se obtiene de sumar la de todos los particulares (casi imposible de calcular con exactitud, por cierto), pues, siempre que el Estado lo necesita, recurre a la de cualquier persona. En Constituciones como la nuestra incluso se reconoce esta salvedad de la propiedad privada: el interés general, pero en otras economías sin este formalismo, también se expropia igualmente. En EEUU, el «paraíso del libre mercado» según algunos, lo hacen continuamente para hacer carreteras, extraer petróleo o lo que sea. En Israel ni siquiera tienen el formalismo de una Constitución y poseen las leyes de nacionalización más eficaces. Por ejemplo, todos los autobuses quedan en manos del Estado en cuanto se declara una alerta de guerra.
Por tanto, si un gobierno se viera incapaz de pagar una deuda con lo que poseen las instituciones públicas (activos financieros, edificios, muebles, suelos…), siempre quedaría la posibilidad de la expropiación. Otra cosa es que no interese entrar en pleitos con los perjudicados y sea preferible negarse a pagar un tanto de la deuda (ya sea temporal o definitivamente) que recurrir a medidas consideradas tan drásticas.