Aprovechando que se acaban de celebrar unas elecciones en Estados Unidos y que en los últimos días se viene hablando mucho del «Tea Party», el grupúsculo fascista que crece a golpe de talonario en el interior del partido republicano, he pensado que sería interesante recuperar una encuesta de principios de año sobre opinión política de los ciudadanos de EEUU.
En España, y en Europa en general, tenemos la impresión de que el estadounidense es un pueblo bastante beligerante, religioso, individualista y, a pesar de esto último, también nacionalista. Una caracterización bruta nos llevaría a destacar la política internacional de carácter imperialista de sus gobiernos, su pasión por la posesión de armas y la propiedad privada -aspectos ambos que se remontan a los tiempos en que grupos de ingleses exterminaban indios de día y de noche-, su defensa a ultranza de la meritocracia y de una versión light de darwinismo social para las clases populares, y un poder político muy vinculado a la fe religiosa y claramente subordinado a los intereses de las grandes empresas.
Sin embargo, también sabemos que no es del todo así, y que la industria de Hollywood ha hecho mucho daño a la hora de componer esta visión.
En primer lugar, tenemos que tener en cuenta que las generalizaciones son siempre abusivas. Incluso dando por cierto todo lo anterior, también es verdad que en Estados Unidos existen movimientos muy progresistas y con una ideología opuesta a lo que acabamos de describir. En este sentido, es muy importante señalar antes la posición de clase de cada individuo, es decir, su lugar y rol en el sistema económico. Ya vimos en otra nota que la sociedad estadounidense no sólo no es nada homogénea sino que cada vez está más dividida. Y en segundo lugar, tenemos que atender a las instituciones que median entre los valores morales de la sociedad y el gobierno que finalmente toma las decisiones políticas. Es decir, tenemos que ver si efectivamente el sistema político actual es un mecanismo válido para canalizar los deseos de una población y transformarlos en un hecho político. El caso de la sanidad es un ejemplo que nos puede servir para responder negativamente a este interrogante.
En todo caso siempre es interesante echar un vistazo a la opinión pública, normalmente ajena a la teoría de la ciencia política y sus conceptos y debates. Y el estudio de opinión que aquí traigo creo que confirma algunas de las ideas que acabo de señalar.
Lo primero que observamos es la reacción que los estadounidenses, de forma agregada, tienen hacia ciertas palabras. La reacción ante la palabra «Socialismo» es mayoritariamente negativa, con casi un 60%, mientras que sólo un 37% valora negativamente la palabra «Capitalismo». Sin embargo, son menos del 52% los estadounidenses que ven positivamente la palabra «Capitalismo», mientras que no llega al 30% los que valoran en positivo a «Socialismo».
El resto de palabras clave, como se puede ver en el gráfico, son menos polémicas. Existe un gran apoyo a conceptos como «Progressive» (progresista), libertades civiles, derechos civiles y, quizás más llamativamente, «Valores familiares». No es de extrañar, por lo tanto, que todos estos conceptos se hayan convertido en lugares comunes para todos los políticos, de una u otra tendencia ideológica y que, en consecuencia, hayan perdido toda sustancia.
Pero lo más interesante del estudio es la fragmentación que hace por grupos. ¿Quiénes son los grupos que mejor valoran el concepto «capitalismo»? ¿Quiénes son los que ven con mejores ojos el concepto de «socialismo»? Algunas respuestas que pueden destacarse son las siguientes:
En primer lugar, las mujeres responden positivamente mejor ante el socialismo (33%) que los hombres (25%), mientras que responden positivamente peor ante el capitalismo (47%) que los hombres (59%). El capitalismo parece ser algo masculino.
En segundo lugar, es sorprendente el apoyo de las personas negras al socialismo (53%) frente a las personas blancas (24%), aunque valoran positivamente al capitalismo de forma parecida.
En tercer lugar, son los más jóvenes los que más positivamente valoran al socialismo (43% para los grupos de 18 a 29 años) y los que más negativamente lo hacen con el capitalismo (48% para el mismo grupo). Hay una relación lineal clarísima entre valoración positiva del socialismo (y valoración negativa dle capitalismo) y juventud. Hay, después de todo, esperanza.
En cuarto lugar, la lucha de clases parece no haber desaparecido. La valoración positiva ante el socialismo es bajísima entre los hogares más ricos (19%) y mucho más alta en estratos económicos inferiores (hasta un 44% en los más pobres). Los más ricos parecen mucho más satisfechos con el actual sistema económico que los que se sitúan por debajo. Nada nuevo bajo el sol, después de todo.
Esta encuesta viene a poner de manifiesto, en mi opinión, algo que ya podíamos intuir con facilidad antes. El capitalismo encuentra sus apoyos más firmes en las clases más ricas y en los sectores sociales dominantes (blancos y hombres), si bien la cultura estadounidense es probablemente mucho más pro-capitalista que la española o, sobre todo, la francesa.
Pero son sus instituciones y, sobre todo, su particular sistema político (recordemos que en los colegios electorales* de Estados Unidos la proporcionalidad brilla por su ausencia y que incluso ganar por un sólo voto puede ser suficiente para llevarse todos los representantes de un Estado), los obstáculos más importantes para que la sociedad estadounidense pueda ver reflejados sus preferencias en la toma de decisiones políticas.
* Los colegios electorales estadounidenses son las instituciones creadas por los electores presidenciales (los representantes votados por los ciudadanos) para la elección del presidente. El estadounidense es un sistema presidencialista de tipo indirecto, donde los representantes de los colegios electorales son los intermediarios entre la voluntad de los votantes y el futuro presidente.
Muy, muy interesante, Alberto. Cuando se oyen las tonterías que dicen los «tertulianos» habituales dan ganas de echarles metáforicamente de bruces sobre los blogs informados como el tuyo. Un abrazo!
La reserva federal, Wall Street y el Pentágono llevan casi un siglo secuestrando la voluntad popular de los ciudadanos norteamericanos. Está claro que la rebelión debe partir desde dentro.
Muy interesante artículo, excelentes conclusiones. Sólo 2 apuntes:
1) Es lógico que tengamos esa visión de los yanquis porque, de toda la OCDE, son los más bipartidistas. Si los comparamos con Italia, son tremendamente reacios a votar a un partido que no sea Republicano o Demócrata. Puede que en las encuestas se expresen favorables a un sistema y a otro procapitalistas y prosocialistas respectivamente, en porcentaje similar, pero eso no significa que tengan las mismas ganas estos últimos en cambiar el sistema. Si pusieran el mismo empeño en EEUU que, por ej., en Alemania, las condiciones de vida de la clase trabajadora yanqui sería muy superior.
2) El darwinismo social, ni es darwinista ni es social. Es lógico que le achaquemos esa visión al yanqui medio porque están idiotizados por su sistema educativo, al igual que en otros países gobernados por partidos muy conservadores y de mayoría blanca. La confusión entre selección natural y competencia mercantil (como si se asemejaran algo), entre raza y agente económico, entre supervivencia y riqueza… es habitual entre los racistas de todo el mundo, pero sobre todo entre los que sienten que sus países han «vencido» al resto por méritos propios y que no roban, que obtienen lo que se han ganado y punto. Es un mecanismo humano muy habitual tratar de justificarte y recurrir a la ciencia, aunque claro, ésta sólo ayuda a intereses tan mezquinos con buenas dosis de perversa manipulación.
¿En qué se asemejan el desarrollo económico de los países y la evolución que plantea Darwin? En nada. De hecho, si observamos con seriedad las conclusiones que afirmaba, tendremos que fijarnos en la población de unos grupos étnicos y otros para hacer comparaciones científicas, nada más. Y observando estos datos, no se sostiene ningún racismo blanco.
Precisamente, las creencias asociadas al «darwinismo social» son más fuertes en los países que más se critican las teorías de Darwin. Últimamente, en EEUU el Partido Republicano y cientos de conglomerados empresariales cristianos han lanzado enormes campañas creacionistas para «expicar» que todo lo que hay en la Tierra no puede proceder si no de Dios y que la evolución es casi imposible. Y están haciendo estragos. Si comparamos a los yanquis de 1970 con los de hoy, los creacionistas (o personas que no creen que la vida pueda por sí sola evolucionar hasta adquirir inteligencia) han pasado de ser una exigua minoría a casi la mitad, según algunas encuestas, mientras que los que creen que la evolución ha quedado demostrada van en claro retroceso. Curiosamente, varios dirigentes conservadores de todo el mundo atacan la teoría de Darwin. Por ejemplo, Berlusconi propuso prohibir que se enseñara a menores de 14 años, ¿por qué será?