Hace unos años llegó a mis manos la novela Jennifer Gobierno de Max Barry. Se trata de una distopía, al estilo de 1984 o Un Mundo Feliz. Eso sí, bastante más mala. No obstante, enganchaba y planteaba algunas cosas interesantes: como el horizonte de la mercantilización total. Hasta tal punto de que los ciudadanos llevaban el apellido de las empresas para las que trabajaban. No se planteaba sólo la privatización de empresas, sino la inserción de la lógica mercantil en todo espacio vital. Una tendencia predicha ya por Marx. Pues bien, ayer eché mano del diccionario de la Real Academia Española y me encontré con que estaba patrocinada por La Caixa. Otro gesto más que añadir a la lista, que se suma a la liga de fútbol BBVA, la estación de metro Vodafone SOL, a los másteres universitarios del Santander, y sigue contando. Y digo yo, ¿no es ya hora de plantearse que estos símbolos, por pequeños que parezcan, son síntomas de algo más grande, de algo distópico?
Sí Sr. Garzón,
La lógica mercantilista está presente desde nuestra más tierna infancia. Y no estoy bromeando. La anécdota le parecerá un poco extraña…
Soy padre de dos gemelas de 4 años y no vamos a ningún cumpleaños, de esos que se celebran en chiqui-parques, peró hicimos una excepción y así con cuatro años, asistimos a nuestro primer cumpleaños.
Ahora viene la parte buena: LOS REGALOS! Fue muy penoso, ponían a la niña en cuestión y recibió alrededor de 15 regalos o así… Desde bien pequeños enseñamos a nuestros hijos a «apreciar» los bienes materiales… Y lo más triste es que esta reflexión no la compartía ninguno de los padres/madres en el evento.
Ciertamente, estamos sujetos con unas cadenas muy sutiles… y no nos extraña este tipo de cosas que usted comenta, o la proliferación de ONGs que suplen, como pueden, el trabajo que corresponde al Estado.
Salut!
Jesús
«When deep space exploration ramps up, it’ll be the corporations that name everything, the IBM Stellar Sphere, the Microsoft Galaxy, Planet Starbucks.»
— Fight Club (1999)
Ya ha llovido desde 1999, no digamos ya desde Marx. Pero da igual, porque es tan difícil hacer que los necios escuchen en la dirección adecuada… El de «El club de la lucha» es uno de esos de un dedo apuntando al cielo, y la asombrosa cantidad de idiotas que se pusieron a discutir sobre si el dedo era masculino, manchado de sangre, tenía la uña rota, etc.
Luego se me ocurrirán más ejemplos que ahora no me salen, y me dará mucha rabia. 🙂
Hola otra vez.
¡Ya sabía que se me olvidaba algo importante! Una del maestro de la distopía en formato breve, Santiago Alba Rico:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=134944
Noticia 18: «Los meses del año, a subasta»
Pues sí, claro que todos los ejemplos que has puestos son síntomas de que algo pasa, sin que aparentemente, nos demos cuenta. Vivo en Madrid y veo cómo poco a poco el capitalismo voraz éste al que nos llevan va fagocitando lentamente la cuidad.
PERO si ver esto es llamativo, date un paseo por Ghana (África, sí, África) y comprobarás como allí la compañía Vodafone se dedica a pintar de rojo fachadas completas de edificios que sin su miserable brocha serían preciosos. Y claro, edificios en plazas de pueblos y ciudades, en todo el centro. A las afueras no merece la pena, la gente allí vive a oscuras en sus «casas», ergo, nunca serán clientes. Nada es casual.
Allí ya les han aplastado. Aquí Mr. Smith ya ha empezado a entrar en nuestro «sistema» de forma silenciosa, pero quiero pensar que seremos capaces de combatirlo y ganar.