Según los datos más recientes, en 2014 se han producido un total de 2.500 manifestaciones. 1.260 menos que el año pasado. Además, en términos generales con mucha menor participación ciudadana. Es obvio que esta disminución no responde a una mejora en las condiciones materiales de vida de la mayoría social –pues de hecho ocurre al revés. Se trata de un reflujo en la movilización social que va incluso en contra del pronóstico del Gobierno y de los informes internacionales que auguraban más protestas. ¿Las causas? Quizás el agotamiento influye. Pero constato también una descapitalización de los movimientos sociales, con activistas que se vuelcan en la actividad exclusivamente electoral. Un enorme riesgo para la izquierda, pues toda transformación requiere su base social movilizada. Al fin y al cabo ninguna batalla política es solamente electoral.
Comparto contigo el que este menor número de manifestaciones se deba quizá a que se está trabajando de cara a presentar propuestas electorales sólidas, y precisamente por eso creo que la preocupación ha de ser relativa. No descartemos tampoco el hecho de que el PP pueda estar influyendo en una parte (yo creo que pequeña, pero existente) que compra su discurso de salida de la crisis.
Una abuela mía pasó por una serie de problemas de salud de los que, paradójicamente, mejoró pocos días antes de fallecer. Tengo entendido que en ciertos casos esto suele suceder, y quiero pensar que la «mejora de los síntomas en la calle» que percibe este gobierno se debe a que su fin está muy próximo.
Pues a mi si me preocupa. Hay una evidente desmovilización y una vana esperanza a que ocupando las instituciones, se produzca el cambio. Esto último, por si sólo no es posible, nunca ha ocurrido y si se produce a cambio de la demovilización de la gente y del discurso transversal, es suicida.
La desmovilización social que se produce es según mi opinión se debe a la oferta electoral de la «marca ganadora» como así misma se define Podemos, vendiendo ya la derrota electoral del Partido Popular en las próximas elecciones del 2015, que es publicitada con las encuestas de intención de voto que se están realizando con mucha frecuencia, levantado unas expectativas para mucha gente, sobre todo en la «clase media», que se decanta por un cambio por la vía electoral, también los dirigentes de Podemos están totalmente inmersos en una campaña electoral permanente,
Así pues con una dirección de la «marca ganadora» orientada hacia las próximas elecciones, que ya no tiene como primer objetivo un proceso constituyente y una clase media poco propensa a una confrontación político social para romper el sistema vigente no es de extrañar que todo queda a la espera de lo que ocurra en las próximas elecciones. Estamos en un compás de espera que los partidos políticos PP, PSOE y Podemos esperan decidir con las elecciones. Todo esto seguramente llevara a la frustración cuando después de las elecciones sea cual sea el ganador no se van a conseguir los cambios anunciados, PP y PSOE porque lo tienen claro que no van a cambiar nada y Podemos, porque sencillamente no podrá, el poder económico y político que es el que realmente nos gobierna desde la sombra propiciara el caos económico culpabilizando del mismo a la «marca ganadora», entonces nos daremos cuenta de que sin ruptura con el sistema y sin un proceso constituyente no se pueden realizar cambios reales en el sistema.
Probablemente España tenga un diferencial de participacion asociativa tremenda, creo recordar que alrededor del noventa y tanto % no ha participado nunca en asociación alguna. Lo que determina una capacidad espeluznante de generar opinión pública por los mass media, sin filtro contracrítico en su relación con la ciudadanía (España era muy antiamericana y la más americanizada).
Al tiempo la cultura política española es pasiva, delegativa, en la que la acción viene determinada por los superhéroes en quiénes se delega el destino del colectivo. De ahí que la acusación al político, aún con razón, sirva en los más de los casos de liberación de la propia responsabilidad, acción o compromiso. Dicha delegación cultural del superhéroe fundamenta el momento previo al electoral, y al tiempo dibuja también el posterior.
Ya que el poder no se toma por asalto en un momento, sino en un proceso. Se toma el poder cuando se tumba la privatización hospitalaria en Madrid por la movilización popular. Y se pierde Poder cuando la movilización disminuye y con ella la vertebración social, que pueden alentar el empoderamiento cotidiano y cultural en el compromiso y la acción.
La desmovilización en la invertebrada España fomenta la normalización de la precarización y debilita la alternativa, al tiempo que la cultura delegativa del superhéroe incapacita a los actores sociales del cambio, antes, durante y después del momento electoral.
Construir discursos que aunen y movilicen, planteando la asunción de la responsabilidad en quién la tiene, el pueblo soberano. Conminándolo a asumir la responsabilidad de su destino asociándose y dando respuesta desde lo cotidiano, llegando a lo local y global. Obligándolos a ver la política no como el tablero de superhéroes o supervillanos, sino como el campo de acción y toma de la soberanía por ell@s mism@s, es plantearles la necesidad de continuar ganando día a día capacidad de resistencia, por que lo contrario es perder. Un click de ratón aunque venga acompañado por millones de click, no determinan el cambio, por qué no manifiestan el compromiso y la fuerza de la voluntad de quiénes lo pulsan.