Publicado en eldiario.es
Por Andrés Gil
Fotografía de Alejandro Navarro

Alberto Garzón (Logroño, 1985) es economista, coordinador general de Izquierda Unida y ministro de Consumo en el primer Gobierno de coalición desde la restauración de la democracia. En esta entrevista con eldiario.es, reflexiona sobre lo que se juega España y la Unión Europea en estas semanas en las que se decidirá el tamaño, la duración y las condiciones del fondo de recuperación de la UE para combatir las consecuencias de la pandemia.

El ministro de Consumo defiende que ese dinero debe dedicarse a reformas que pasen por la reindustrialización del país y el reequilibrio entre norte y sur de la Unión Europea. «Las reformas estructurales son necesarias, pero no en el sentido neoliberal, no en el sentido planteado en la anterior crisis. Y ese cambio estructural no lo hacen los gobiernos, lo hacen las empresas que innovan. Y el Gobierno, por supuesto, también participa, diseña los incentivos, se arriesga en actividades innovadoras», sostiene Garzón.

Este viernes se celebra la primera cumbre para hablar de la propuesta de la Comisión Europea sobre la reconstrucción. ¿Por qué para España puede ser positiva una propuesta que es la mitad de lo que pedía España?

La caída de la actividad es tan grande que es necesario que la respuesta también lo sea. De lo contrario la economía podría volver a una senda de crecimiento débil y con altos niveles de desempleo, algo que en teoría económica se llama histéresis.

Pero después está el segundo elemento, que es la dirección del estímulo. ¿Para qué es el estímulo? Es decir, ¿es sólo para compensar pérdidas? ¿Es sólo para reactivar la economía? ¿O sirve también para buscar un reequilibrio entre el centro y la periferia? Este es el debate. España hizo una propuesta que era mejor, pero lo que se va conociendo va en la buena dirección: un estímulo macroeconómico potente.

Pero no perdamos de vista la segunda dimensión, para qué va a servir.

¿Para qué cree España que debe ser ese fondo?

Tenemos cosas urgentes, como la crisis sanitaria, la protección del empleo y de las empresas. Pero lo importante es entender que estamos viviendo una Europa de dos velocidades desde hace décadas. Un centro del que es paradigma Alemania, con una base industrial fuerte, orientada a las exportaciones, con productos de alta intensidad tecnológica. Y una periferia con una escasa diversificación industrial.

¿Esto qué hace? Pues que se está agrandando la distancia en PIB per cápita entre el centro y la periferia. Lo que tenemos que ver es cómo tomamos decisiones que reequlibren económicamente, social y políticamente la realidad europea. De lo contrario, la amenaza de implosión es enorme. Y esa es la clave.

¿Para qué lo quiere España? Para acometer un proceso de modernización que busque ese reequilibrio entre centro y periferia. Con un programa de reindustrialización, de transición ecológica, de cuidados, que evidentemente permita a España aproximarse a los estándares salariales y se estructura productiva de los países del centro.

Si España quiere abordar una reindustrialización, eso es porque se entiende que ha habido un proceso de desindustrialización.

Es obvio que en esto [Julio] Anguita [ex coordinador federal de IU, recientemente fallecido] tenía razón cuando decía que una unión monetaria sin unión fiscal y sin unión política estaba condenada a que crecieran las asimetrías en Europa. Y lo que tenemos son una Europa del norte y una Europa del sur en términos no solo geográficos, sino de potencia industrial y económica y cuyas diferencias están creciendo.

Alemania está creciendo con una estructura productiva con un alto componente tecnológico, alto contenido en conocimiento que le permite tener salarios altos y está integrándose en cadenas de valor con la periferia del este y con los mercados emergentes. Eso le está permitiendo tener una distancia creciente sobre una periferia del sur que, además de haber tenido una industrialización tardía en comparación con Alemania, fue sometida a políticas de austeridad no sólo en la última crisis, sino incluso un proceso de desindustrialización desde los años 80 y 90, cuando en España se decía aquello de que la mejor política industrial es la que no existe.

Estamos padeciendo las consecuencias de 40 años sin una política industrial clara y de asimetría de la Unión Europea detrás de la que no hay ninguna conspiración, sino una mala teoría económica y un pensamiento naíf que decía que con una unión monetaria se desarrollarían la unión política y la unión fiscal. No ha sido así y lo que tenemos es una asimetría creciente en la UE que requiere medidas para corregirla.

Si de esta crisis se consigue un programa de reequilibrio entre centro y periferia, estaremos en mejores condiciones. Si cometemos el error de repetir las políticas de austeridad, si cometemos el error de simplemente utilizar esto para compensar las pérdidas pasadas, que está bien y es necesario, pero no es suficiente, pues seguiremos con una creciente asimetría que será insostenible en el tiempo. No es posible sostener políticamente una Unión Europea con dos velocidades.

Ahora se están planteando que esas ayudas sean a cambio de reformas nacionales. Siempre que se habla de reformas se tiende a pensar en las de 2008-2012, que se tradujeron en recortes sociales y no en un ensanchamiento del Estado del bienestar.

El problema es de diagnóstico. Reformas estructurales hacen falta. De hecho hace falta un cambio estructural en la periferia del sur en particular, esa modernización, esa reindustrialización.

El problema es que en la crisis del 2008 lo dominante en el discurso público es la idea de que esos desequilibrios entre el norte y el sur se debían a que en el sur había unos costes laborales unitarios muy elevados, y que Alemania los tenía más bajos y que gracias a eso Alemania estaba mucho más avanzada. Se induce una política en el sur consistente en bajar los salarios, y de ahí la reforma laboral del 2012.

El problema es no haber entendido que Alemania tiene esa fortaleza no por competir vía precio, es decir, con bajos salarios, sino por competir vía producto. Si tú haces el diagnóstico erróneo, lo que haces es someter al sur a unas políticas de recortes, de austeridad, que empeoran la situación económica, social y, lógicamente, empeoran la situación política.

Las reformas estructurales son necesarias, pero no en el sentido neoliberal, no en el sentido planteado en la anterior crisis. Y ese cambio estructural no lo hacen los gobiernos, lo hacen las empresas que innovan. Y el Gobierno, por supuesto, también participa, diseña los incentivos, se arriesga en actividades innovadoras… Eso es una política industrial, son reformas estructurales y sería el camino correcto.

Ahora hay gente que habla de que estamos viviendo un momento hamiltoniano porque por primera vez Europa parece que puede emitir una deuda conjunta, como no había hecho hasta ahora. Otros dicen que estamos en una especie de crisis equivalente a República de Weimar, que no sabemos por dónde vamos a salir. ¿Comparte que estamos en un momento de gran incertidumbre?

Vivimos desde hace bastantes años en una encrucijada determinante sobre el futuro de la Unión Europea y de los países. Se viven muchos fenómenos, el aumento de la extrema derecha, la creciente distancia entre una Europa del norte y del Sur… Muchos debates que se entrecruzan.

La clave es entender que la UE tiene ahora un reto muy específico. Si es capaz de corregir esos desequilibrios entre el norte y el sur, tendrá posibilidad de futuro. Pero si no lo hace, no lo tendrá y dará igual como le llamemos a ese momento. La UE se construyó ignorando la importancia de las estructuras productivas diferentes. Y si no se corrige eso, habrá una Europa del norte donde la gente tendrá salarios mucho más elevados que en la Europa del sur, y eso políticamente es insostenible. Es insostenible sentirte parte de una comunidad donde las desigualdades son tan feroces.

La estructura productiva es la clave y en el caso de España significa hablar de I+D, de educación y de incentivos públicos. Pero esto tiene que estar dentro de una estrategia europea. Va a haber muchos fondos disponibles, pero tienen que servir para reequilibrar, no para seguir como se estaba. El descontento tiene también una base económica.

Todas estas cuestiones, incluso cómo gastar ese dinero que ya veremos cómo se reparte, dependen de los Presupuestos Generales del Estado. España todavía está funcionando con los de Cristóbal Montoro de 2018. ¿Habrá Presupuestos? ¿Cuándo podrían estar aprobados?

La idea es contar con la interrelación que existe entre los presupuestos y los fondos europeos. Hay que ir viendo exactamente los plazos de ambas cuestiones, pero los presupuestos se espera que se pueda lograr este año, que era el objetivo en su momento. Y a partir de un acuerdo de Gobierno de coalición hay que ser capaces de adaptarnos a las nuevas circunstancias, hablar con todos los actores políticos y ver cuándo hay agua en la piscina para poder aprobarlos. Es una cuestión que va a ir dependiendo mucho de las próximas semanas y los próximos meses.

Habla del acuerdo de Gobierno de coalición. Una parte del Ejecutivo ha dicho que habrá que modular partidas de gasto. ¿Qué líneas rojas no debe pasar este Gobierno a la hora de hacer algún tipo de recorte en el gasto público?

Creo que es precipitado hablar de todo esto ahora mismo porque desconocemos la aplicación de las reglas fiscales en el ámbito de la UE. La clave está en que asumamos que 2020 es un año de respuesta a una enorme crisis económica derivada de la respuesta a la crisis sanitaria y, por lo tanto, no hay que obsesionarse en absoluto en este momento con esos indicadores. Además hay respaldos, instrumentos como el Banco Central Europeo, que protegen esta posición precisamente porque no hay alternativa en estos momentos salvo el hundimiento de la economía.

Habla de aumentar los ingresos. Estos últimos días los principales empresarios del país, los líderes del Ibex35, han pedido una rebaja de impuestos y que no se lleve a cabo la contrarreforma laboral. Daba la sensación que el discurso había cambiado, ¿temen que se consiga imponer de nuevo un relato de que hay que reducir impuestos, desregular el mercado laboral, ir hacia un contrato único, etcétera?

En el año 2008 y en adelante, y a partir de 2010, en España se respondió a la crisis por la vía de recortes a la clase trabajadora y rescate de grandes empresas. Esta vez ha sido totalmente distinto. Hemos desplegado un escudo social enorme que incluye el ingreso mínimo vital, los ERTE y una serie de medidas que han hecho de esto una crisis totalmente distinta en la forma de la gestión.

Ahora de lo que estamos hablando es de si somos capaces de entender el momento tan crucial en el que nos encontramos, en el que como país tenemos que ser capaces de acometer una serie de reformas para reindustrializarnos y acercar nuestra estructura productiva a la de otros países. Esto es una tarea que necesita del concurso de todos los actores: de las empresas, de los actores sociales, de los actores políticos. Y las empresas cometerían un error si siguieran obcecadas en el discurso previo de la rebaja de salarios y de la política neoliberal que nos han traído hasta aquí, porque las empresas son las principales interesadas en una mejora de la estructura productiva de nuestro país.

Esto es algo que nosotros estamos tratando de explicar en nuestras reflexiones con esos actores. España ahora mismo tiene que hacer de la necesidad virtud. Van a llegar muchos fondos europeos y nos tiene que servir para mejorar nuestra economía. Esto va a requerir cierta altura de miras por parte de todos los actores.

Sin embargo, hay sectores económicos y sectores mediáticos que están pidiendo indisimuladamente la salida de Unidas Podemos del Gobierno, como Felipe González, que reclama ir hacia una gran coalición PP-PSOE. ¿Teme que Pedro Sánchez o el PSOE no aguanten esa presión y se produzca una ruptura de la coalición?

Veo al Gobierno absolutamente estable. Naturalmente, hay que buscar apoyos en cada votación en el Congreso. Pero España atraviesa un momento complejo en el que este Gobierno está siendo capaz de responder de forma muy positiva y tendiendo la mano a todos los actores.

Es verdad que hay algunos que juegan al regate corto, que están pensando en ese cortoplacismo y la rentabilidad política inmediata. Pero no es eso lo que escuchamos en la mayor parte de la gente. Incluso cuando uno escucha a las grandes empresas, y aunque haya diferencias con algunas de ellas, no está escuchando lo mismo que escucha a PP o a Vox. PP y Vox tienen una estrategia cortoplacista de derribo del Gobierno, y las grandes empresas tienen diferencias que se están poniendo encima de la mesa. Pero es otro tono, es otra actitud.

Y yo creo que al final este Gobierno lo está haciendo bien también para poner encima de la mesa que estamos ante una situación extraordinaria y también ante una oportunidad. Vamos a ver si somos capaces de transitar por ese camino de la oportunidad. Y ahí es como yo creo que este Gobierno puede salir muy fortalecido por ser capaz también de mirar más allá, en una estrategia de medio y de largo plazo, y no limitarse a estos regates cortos de los que ya estamos bastante cansados y que ahora mismo España no se puede permitir como país.

Una de las debilidades del Gobierno es la posibilidad de que el apoyo parlamentario se rompa, como pasó en algún momento durante el estado de alarma, cuando se perdió a ERC. ¿Qué pasó con Esquerra Republicana en ese momento para que se perdiera y estuviera a punto de costarle aquella votación al Gobierno, lo que hubiera supuesto prácticamente el final de la legislatura? ¿La geometría variable con Ciudadanos, EH Bilbu Esquerra y PNV, es viable para los Presupuestos y para esas reformas legislativas del modelo de producción que comenta?

Vivimos como Gobierno y como país una crisis sanitaria, económica, territorial y política manifestada por la oposición que tenemos. Son importantes obstáculos y los vamos sorteando de manera adecuada. Y es lógico, por lo tanto, que haya momentos de enorme tensión, de intensidad y volatilidad, y votaciones que sean más complejas que otras porque el Congreso es el reflejo del país.

Pero nosotros estamos convencidos de que el pilar central es el acuerdo de Gobierno de coalición. Y a partir de ahí se constituye todo lo demás. Lo que parece inviable en términos abstractos puede ser viable en términos concretos. El gran reto es cómo lograr hacer reformas estructurales y reformas necesarias para nuestro país en este contexto, y yo creo que eso a veces puede sumar a muchos actores muy diferentes que en la abstracción parecen incompatibles, pero en lo concreto están de acuerdo.

Las primeras votaciones del estado alarma sumaron un gran consenso de muy diferentes partidos. ¿Pues por qué no podría ser así un pacto por la reconstrucción del país, un pacto por la reindustrialización? Son elementos que además nos atañen a nosotros de cara a los próximos 20 años y que pueden conseguir el acuerdo fundamental de muchos actores. Esa es la razón por la que como Gobierno tendemos la mano a todo el mundo, pero nuestro pilar fundamental es el acuerdo de coalición. Ese acuerdo entre Unidas Podemos y el PSOE es la base, y a partir de ahí tendemos la mano a todo el mundo. No podemos predecir el futuro, pero trabajamos para que esta estabilidad que tenemos ahora siga en el futuro.

Precisamente el PP en Bruselas está haciendo campaña para que las ayudas europeas vayan vinculadas a que no se cumplan medidas del acuerdo de coalición. Pero, por otro lado, también es verdad que mientras se está viendo esta barra libre del Pacto de Estabilidad, van aumentando la deuda aumentando el déficit. ¿Qué pasará en un par de años cuando se tenga que volver a activar el Pacto de Estabilidad y Crecimiento y España tenga una bolsa de deuda? Habrá dos opciones: reestructurar la deuda, cosa que nunca ha pasado hasta ahora, o recortar en gastos. ¿Qué hará entonces el Gobierno ante ese dilema? ¿Y qué hará Unidas Podemos ante ese dilema?

Hay dos dimensiones. Una, que tiene que ver con el PP y el tipo de oposición que está haciendo, que es una una oposición para destruir al Gobierno. No es una oposición de naturaleza constructiva como se ve en otros países europeos. Es una oposición que tiene un objetivo nítido, que es acabar con este Gobierno y para la cual utiliza tácticas muy peligrosas, como su discurso, sus hipérboles, su bestialidad a la hora de hablar con el objetivo de caricaturizar y deshumanizar al adversario político. Y eso es muy peligroso, porque al final cala en la población la sensación de que todo vale contra el Gobierno. Esa es una deriva absolutamente peligrosísima que ha tomado la oposición del PP. Su posición sobre la cumbre europea es una expresión más.

Y en segundo lugar está la cuestión de la deuda. Como decía antes, el tipo de respuesta macroeconómica necesaria para abordar una situación así exige necesariamente un incremento del déficit y de la deuda. Pero el problema de la deuda es abordarlo bien. Hay países como Italia, o sobe todo como Japón, que han estado por encima del 200% de la deuda sobre el PIB y no ha pasado nada. El problema no es la ratio en sí, sino la capacidad de hacer frente a esa deuda, es decir, la capacidad de tener ingresos suficientes y, sobre todo, la capacidad de tener crecimiento económico.

Si uno acomete políticas de austeridad, no tiene crecimiento económico. Y, si no tienes crecimiento económico, la deuda en términos de ratio se te puede disparar. Y la paradoja es que los recortes pueden incrementar la deuda. De hecho, lo que pasó en la anterior crisis con Mariano Rajoy es que disparó la deuda. Para acabar con la deuda necesitas obsesionarte con el crecimiento económico y con los ingresos, no con bajar la deuda.

Si somos capaces de utilizar los fondos europeos y nuestra propia capacidad nacional para acometer cambios en la estructura productiva, nuestro país se encontrará con mucho mejor disposición para hacer frente no sólo a los indicadores macroeconómicos de déficit y deuda, sino para tener salarios más altos, para ser más competitivas sus empresas a nivel internacional, etcétera, etcétera.

¿Pero qué pasará si de repente se le piden recortes a España desde Bruselas? Porque puede pasar.

Ahora mismo el debate está abierto. Hay unos cuantos países que prefieren la fórmula de la crisis anterior. Hay otros países que creemos que esto es un momento totalmente distinto y que además debemos aprender de los errores de la crisis anterior. Este es un gran debate abierto, pero yo creo que los hechos apoyan nuestra tesis.

Si nosotros cometemos el error dentro de dos años de ir a recortes y austeridad, como se hizo en la anterior crisis, lo primero que va a pasar es que se va a hundir la economía, la demanda interna, se hunde la demanda externa de los países que tienen comercio bilateral y, en definitiva, tenemos más dificultad para pagar la deuda y para sostener el Estado social. Eso es lo primero que va a pasar.

Y lo segundo que va a pasar es que los países con más margen, que son los países del norte, y que tienen mejor estructura productiva, se van a separar todavía más en términos de desarrollo de los países del sur. Y, como decía al principio, eso es insostenible políticamente.

Es decir, la vía de la austeridad en Europa es la vía para la implosión de la Unión Europea en términos políticos. Y esto es algo que hasta Macron ha reconocido y ha vinculado el crecimiento de la extrema derecha con ese descontento, con esa asimetría europea que tiene su raíz en las visiones económicas.

El Gobierno ha decidido levantar el veto a la publicidad de las casas de apuestas con la vuelta de la Liga de fútbol. ¿Por qué?

Fue una medida acordada para el confinamiento, debido al riesgo que la sobreexposición podía suponer para la salud, porque los anuncios no son sólo de fútbol, también hay de póker, bingo…

La restricción se tuvo que levantar debido a que en el proceso de desescalada ya no se daban las condiciones de sobreexposición que motivaron su aprobación.

¿Se ha sido suficientemente valiente en la regulación de las apuestas? Algunos sectores de la izquierda se quejan de que se han quedado cortos con las prohibiciones.

Estamos comprometidos con el cumplimiento del acuerdo de coalición. Durante el estado de alarma hemos seguido desarrollando el real decreto, cuyos trabajos iniciamos en febrero. Está siendo mejorado respecto al borrador inicial, con aportaciones de la sociedad civil y organismos institucionales, que nos brindan el soporte jurídico. Como ya anuncié en el Congreso el pasado miércoles, estamos valorando jurídicamente hasta dónde se podría acercar el real decreto final al artículo 37 del estado de alarma.

¿Cuánto influyen en el Gobierno los lobbies relacionados con el consumo? ¿Ha notado su presión? ¿Sabe si han presionado en otros despachos del Gobierno?

Nosotros escuchamos a todo el mundo pero nos regimos por el criterio de nuestros votantes y del acuerdo de coalición. En el caso de las aerolíneas, por ejemplo, a las que hemos llevado a los tribunales por incumplir los derechos de los viajeros, ya hemos demostrado que no nos doblegamos ante los intereses de ningún grupo. Tenemos un mandato y velaremos por él: los derechos de las personas consumidoras están por encima de los intereses de cualquier grupo de presión.

¿El Estado debería entrar en empresas, como ocurre en otros lugares? ¿Y de qué manera, en qué condiciones? ¿Con capacidad de decisión o simbólicamente?

Hemos visto desgraciadamente en los últimos años cómo se socializaba las pérdidas. Se utilizaba el Estado para socializar pérdidas de empresas que habían quebrado y que no eran rentables. Yo creo que hay que aspirar a que el Estado pueda participar impulsando empresas en sectores que son innovadores a través de líneas de financiación, a través de actividades arriesgadas. Y llegado el caso, por supuesto, hacer uso de instrumentos de participación directa. No sólo para rescatar empresas, sino también para participar de los beneficios de una actividad en la que asume el Estado riesgos.

Los países asiáticos en los últimos 40 años han pasado de economías totalmente agrarias a autonomías especializadas en un sector de alta tecnología y no lo han hecho siguiendo expresamente las reglas del llamado libre mercado, sino con una participación importante del Estado, impulsando a las empresas a innovar y también participando en algunas de esas actividades. Hay que aprender de esas experiencias y corregir el rumbo de lo que hemos hecho hasta ahora.

Antes hablaba de Julio Anguita. Uno de sus rasgos típicos fue la posición que mantuvo totalmente contracorriente contra el acuerdo de Maastricht. ¿Lo que tenemos ahora casa con aquello que él avisó?

Lo que nos demuestra la actualidad es que Julio [Anguita] tenía razón. Julio tenía razón no porque fuera una persona con un providencia, sino que había un equipo con una gran capacidad de hacer diagnósticos adecuados. Y ellos teorizaron algo que ya se está viendo, que una unión monetaria sin unión fiscal y sin unión política está condenada a repetir las asimetrías.

Alemania ha conseguido una estructura productiva y unas conexiones con los mercados emergentes tipo China e India, y con la periferia del Este, que le da una fortaleza y un liderazgo tecnológico muy por encima de casi el resto de países de la Unión Europea. Esto ya se veía venir con un diseño mal hecho de esa Unión Europea que entonces denunciaba Julio Anguita y que ahora vemos las consecuencias. Se puede corregir si hay voluntad política de ir a ese reequilibrio del que hablaba antes centro-periferia. Yo creo que este es el debate importante.

No es lo urgente en la medida en la que, naturalmente, lo que hay que hacer es proteger los empleos, proteger a la clase trabajadora, como estamos haciendo con el escudo social. Pero si no lo acometemos, dentro de cinco años la diferencia con Alemania será mucho mayor y entonces los países del sur, Grecia, Italia, España y Portugal, nos quedaremos alejados. Y esto es inestable e insostenible políticamente. De ahí que los análisis que se hicieron en los 90 por parte de Julio Anguita y sus equipos fueran tan acertados.

IU y el PCE, más el PCE, han amagado alguna vez con salir del euro y de la UE. ¿Se da ese debate? ¿Cuál es su posición?

El debate se ha centrado siempre en cuestiones meramente monetarias. Creo que la clave es la estructura productiva. Al final tenemos que entender que el diseño de la UE tiene que cambiar. Ir hacia ese reequilibrio en los términos en los que me he planteado antes es la única forma de mantener viva la idea política de la UE, que era una idea bella en el sentido de que su origen tiene que ver con evitar guerras mundiales, luchar contra el fascismo. La Unión Europea se construye políticamente pensando en eso, pero su diseño final económico tenía fallas. Fallas enormes de las que todo el mundo es consciente ahora, incluso aquellos que promovieron esa UE.

Si seguimos empeñados en el error probablemente la extrema derecha siga creciendo sobre la base del descontento, que tiene múltiples factores y múltiples causas. Pero una de ellas, sin duda, es esa sensación de desprotección frente a un entramado institucional que no les protege ni da futuro.

Hablando de la reindustrialización, hace poco en el Congreso hubo polémica por lo que comentó del turismo, la dependencia económica de un sector que supone el 12% del PIB. En aquel momento dijo que una industria sin valor añadido.

El turismo es un sector muy importante para nuestro país. Representa el 12% del Producto Interior Bruto en términos de valor añadido, y más aún en términos de empleo. Y en algunas regiones, como Andalucía o Canarias, es mucho mayor. Por eso hemos acometido una serie de reformas para proteger al sector a través de líneas de crédito específicas, de ERTEs específicos y otro tipo de ayudas.

Pero la cuestión central es si somos capaces de diversificar nuestra estructura productiva para tener salarios más altos y tener mejores condiciones de vida. La pregunta principal es por qué un camarero en España cobra mucho menos que un camarero en Alemania. Y no es porque sea más vago. Es porque Alemania tiene una estructura productiva de mayor intensidad tecnológica, mayor contenido de conocimiento, trabajadores más cualificados. Y eso empuja al resto de la economía.

No hay una oposición entre industria y turismo. Aquí lo que hay es la necesidad de acometer un cambio de estructura productiva que beneficie a todos los sectores. De hecho, ni siquiera es una pelea entre industria y turismo. Nosotros deberíamos apostar por determinadas actividades económicas que tengan esas características de alta intensidad tecnológica y pueden ser también en el turismo. Hay mucho segmento del turismo con esas características. Como decía antes, eso implica inversión y desarrollo y eso implica inversión en educación e incentivos públicos.

El cambio estructural no lo hacen los gobiernos literalmente, son las empresas las que tienen que innovar. La clave es que nuestro país tiene que ser capaz de incrementar su sofisticación en lo que produce, en los bienes y servicios que produce, en su complejidad. Tiene que crear productos nuevos y para eso el Estado participa, empuja, diseña incentivos, asume riesgos que no asumiría el capital privado.

Estos son ejemplos que han hecho otros países para industrializarse y para mejorar su estructura productiva. Tenemos que acometer ese camino. Hay gente que se quiere mantener en el viejo modelo de bajos salarios, y competitividad vía precio en lugar de vía ese producto. Y se equivocan radicalmente. El problema es que si nosotros continuamos con ese viejo modelo, pero otros países continúan desarrollándose como Alemania, las diferencias llegarán a ser explosivas.

Parte del sector recibió aquello como una crítica, como un ataque. ¿Fue así?

Yo estoy convencido de que la mayoría del sector del turismo está totalmente de acuerdo con lo que estamos diciendo, y que hemos dicho siempre, que hay que incentivar la calidad sobre la cantidad. El hecho de que haya más industria y más diversificación en la economía beneficia también al turismo.

Aquí hay un ataque por dos razones. Primero, por determinados actores políticos como el PP, para los que todo vale contra el Gobierno. Y, en segundo lugar, por sectores minoritarios que están cómodos con el viejo modelo. Pero yo creo que en la inmensa mayoría de las empresas, también de las que trabajan en el turismo, son partícipes de la necesidad de hacer cambios estructurales que permitan diversificar nuestra economía porque va en beneficio de todos. Es verdad que como estamos en un clima de hostilidad contra el Gobierno, todo se utiliza y a veces nos encontramos con circunstancias como las de esta supuesta polémica.

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha reclamado más controles en el aeropuerto de Barajas para las personas que vengan de fuera de España, pero al final son los madrileños los que más se mueven por todo el país. ¿El Gobierno se plantea algún tipo de control a la movilidad interior?

Desde el Gobierno seguimos siempre las indicaciones de los científicos, que se están aproximando al virus como hace la ciencia, aprendiendo a través de los diferentes estudios y poco a poco, con certezas siempre provisionales. Ojalá hubiéramos encontrado mayor colaboración en algunas Comunidades Autónomas a la hora de enfrentarnos a esta pandemia inesperada para todo el mundo. Pero a pesar de ello en el Gobierno estamos haciendo un desembolso brutal. Y como decía el otro día el presidente con acierto, es la primera vez que el Estado se ha endeudado para financiar programas específicos de las Comunidades Autónomas por cantidades superiores a los 20.000 millones de euros.

Durante la pandemia se ha hecho pública una investigación contra el ex jefe del Estado. Unidas Podemos ha pedido una investigación en el Congreso de los Diputados, pero el dictamen de los letrados dice que al rey emérito no se le puede investigar, ni antes ni después de su abdicación. El PSOE se ha opuesto a la comisión parlamentaria. ¿Esto afecta de alguna manera a la coalición con el PSOE? Y segundo, ¿cree que en España se puede investigar a Juan Carlos de Borbón?¿Este país está preparado?

El Gobierno tiene una enorme estabilidad y la va a tener. Trabajamos para ello en cualquier circunstancia.

Y en segundo lugar, todo el mundo conoce ya mi republicanismo activo, por supuesto, pero yo creo que aclarar los posibles casos de corrupción que haya va en beneficio de todo el país. El país está preparado perfectamente para conocer la verdad y al final la verdad se conocerá.

El PNV ha pedido otra vez, lo pide prácticamente en todas las legislaturas, reformar la Ley de Secretos Oficiales, ahora a cuenta de que saliera a la luz un informe de la CIA que apuntaba, en un informe con partes tachadas y las fuentes poco claras, al papel de Felipe González en la creación y en el manejo de los GAL. ¿Es partidario de cambiar esa ley?

Izquierda Unida siempre ha promovido que se acorten los plazos necesarios para poder desclasificar información que es buena que conozca la población, especialmente los historiadores, porque es bueno que conozcamos la verdad. No hace daño a nadie y creo que todo lo que ayude a clarificar épocas del pasado es positivo.

IU tenía previsto una asamblea en junio. ¿Cómo se reanudará ese proceso? Y ahora que Unidas Podemos está en el Gobierno, ¿cómo camina ese espacio político?

La Asamblea de Izquierda Unida se ha retrasado por la pandemia. Somos una organización con una enorme implantación territorial y necesitamos de debates presenciales para que la Asamblea sea eficaz.

Yo estoy contento con el trabajo que hemos realizado. Hace cinco años IU era una organización al borde de la desaparición electoral, con enormes problemas financieros a punto de quiebra. Y hoy somos parte del Gobierno, estamos saneados económicamente y vamos a una Asamblea para plantear qué hacemos en los próximos años.

Y estamos construyendo la unidad política con otras fuerzas aliadas, particularmente con Podemos. En este espacio que hemos construido hemos aprendido muchas cosas. Una de ellas es que ese camino es irreversible. La apuesta clara de IU y del espacio que yo he representado hasta este momento es claro en ese punto. La unidad no es la panacea, pero es absolutamente irreversible en este punto

El camino en Unidas Podemos tiene que ir un poco en lo que decía Julio Anguita días antes de fallecer, y es la necesidad de desplegar alianzas por abajo. Que nuestros territorios, nuestras gentes de Podemos e IU trabajen codo con codo con otros actores sociales y económicos. Esto es lo que yo particularmente he defendiendo durante muchos años y todavía tenemos muchas tareas pendientes ahí. Pero desde el punto de vista de las grandes consignas, está claro que todo el mundo ha asumido ya que este camino de Unidas Podemos es irreversible y es el camino que tenemos que continuar mejorando.