Lo traigo aquí como anécdota. El otro día explicando el funcionamiento de los hedge funds mencionamos a George Soros y su ataque especulativo a la libra, con el que obtuvo más de 15.000 millones de libras en beneficios. Soros es un economista experto en finanzas que gracias a sus actividades especulativas* ha llegado a ser una de las personas más ricas del mundo. Concretamente se encuentra en la posición número 35 en la lista de las personas más ricas del mundo que elabora Forbes.

Soros es también un filántropo, es decir, una persona que dona gran parte de sus ingresos y riqueza a causas solidarias. Al estilo Bill Gates. Cabría esperar que, en cualquier caso, Soros fuera un fanático defensor de un sistema y de una forma de concebir la economía que tanto beneficio le ha proporcionado en las últimas décadas. Sin embargo, en realidad Soros se declara adversario del pensamiento económico convencional y de la desregulación financiera desmedida. Pero sobre todo, Soros realza el valor explicativo de la teoría económica marxista. Ni más ni menos.

Soros no es comunista ni es mi ideal de economista, por supuesto, pero sabe distinguir entre la herramienta para entender el sistema económico capitalista (la teoría económica marxista) y la aplicación práctica de políticas socialistas basadas en la crítica al capitalismo (el comunismo real o como cada uno prefiera llamarlo). Sorprende, de hecho, que como economista hable de «sistema capitalista», algo que hoy en día casi ningún economista no heterodoxo hace (revisen los periódicos o los blogs de economistas liberales y busquen el concepto en cuestión).

Quizás todo esto debería hacernos reflexionar acerca de por qué el marxismo dejó de ser estudiado como teoría económica válida en las facultades de economía, y desapareció incluso de asignaturas optativas o de libre elección, y sin embargo existen economistas liberales que una vez se han hecho millonarios, aplicando las enseñanzas de Marx, reclaman el estudio del marxismo como vía para comprender mejor el mundo en el que vivimos. ¿No es por lo menos paradójico?

Aquí traduzco un párrafo de su libro «The Crisis of Global Capitalism» publicado en 1998, a modo de ejemplo:

«Hay un prejuicio generalizado acerca de que la democracia y el capitalismo van de la mano. En realidad la relación es mucho más complicada. El capitalismo necesita a la democracia como contrapeso debido a que el sistema capitalista por si mismo no tiene una tendencia hacia el equilibrio. Los propietarios de capital buscan maximizar sus beneficios. Dejándolos a su propia naturaleza ellos continuarían acumulando capital hasta que ello llevara al desequilibrio. Marx y Engels escribieron un muy buen análisis del sistema capitalista hace 150 años y mejor en cierto sentido, yo diría, que la teoría del equilibrio de los economistas clásicos. El remedio que ellos preescribieron -el comunismo- fue peor que la enfermedad. Pero la principal razón por la cual sus funestas predicciones no se llegaron a cumplir es el efecto mitigador de las intervenciones políticas en los países democráticos.

Desafortunadamente estamos de nuevo bajo el peligro de volver a sacar conclusiones erróneas de las lecciones de la historia. En la actualidad el peligro no viene del comunismo sino del fundamentalismo de mercado. El comunismo abolió el mecanismo de mercado e impuso el control colectivo sobre todas las actividades económicas. El fundamentalismo de mercado busca abolir la toma de decisiones colectivas e imponer la supremacía de los valores del mercado sobre todos los valores políticos y sociales. Ambos extremos son erróneos. Lo que necesitamos es un equilibrio adecuado entre la política y los mercados, entre el poder establecer las reglas y el jugar de acuerdo a ellas.»

* No se trata de un ataque peyorativo. Soros mismo afirma ser un especulador y además estar orgulloso de ello. Puede leerse en esta entrevista en la que a la pregunta de cómo se sentía siendo un especulador contestó lo siguiente: «Yo soy un especulador financiero, así como un filántropo y un filósofo. Y en este sentido más amplio estoy orgulloso de ser un especulador».