Uno de los aspectos que más llaman la atención de la teoría económica convencional es su falta de referencia a lo que clásicamente se considera son «las clases sociales». Por motivos metodológicos, la teoría económica convencional prefiere analizar la realidad social a partir de la dicotomía consumidor-productor, mientras que la teoría marxista (y otras de herencia más clásica) prefieren utilizar la división capitalistas-trabajadores. En todo caso no es sólo una cuestión terminológica, ya que hacen referencia a entidades completamente distintas.
Los marxistas buscan comprender la realidad social y, más concretamente, el funcionamiento del sistema económico capitalista. Un sistema éste que es una forma posible, entre muchas, que tiene una sociedad para organizar su produción, distribución y consumo. Sin embargo, cualquier científico social sabe que analizar la sociedad observando a los individuos uno a uno es un imposible. Es necesario hacer un proceso de abstracción teórica, es decir, se trata de reducir el sistema estudiado a elementos analíticos más simples pero que mantengan las propiedades generales.
Tanto los economistas convencionales como los marxistas anclan el estudio del individuo en el proceso de producción de bienes y servicios, en la actividad económica. Los primeros reducen la masa de individuos a dos tipos posibles: productores (generan bienes y servicios) y consumidores (agotan esos productos producidos). A partir de ahí levantan toda su teoría económica. Los marxistas, por el contrario, analizan el proceso de producción desde una perspectiva más clásica (en referencia a los economistas clásicos: A. Smith, D. Ricardo, etc.) y con especial atención al excedente, concluyendo que, en el grado máximo de abstracción, hay dos clases sociales posibles y que además tienen intereses contrapuestos: trabajadores y capitalistas.
Este análisis técnico y perfectamente riguroso ha sido históricamente trasladado al plano político en múltiples formas, dando lugar a un gran número de confusiones. Las circunstancias históricas, las estrategias políticas y un dogmatismo profundo tanto en la derecha como en la izquierda ha dado lugar a la creencia generalizada de que sólo se puede estar en uno de los dos bandos. O se es un trabajador que busca la revolución, o se es un capitalista explotador.
El capitalismo moderno es sustancialmente diferente al capitalismo que estudió Marx, el economista que mejor describió el sistema económico en el que vivimos. Las capacidades técnicas han cambiado muy notablemente, y con ellas también las formas en la que se configura la sociedad. Si nunca fue fácil detectar capitalistas y trabajadores en la realidad social, hoy aún lo es menos, al menos en su forma canónica. Ese es, precisamente, una de las acusaciones más habituales contra el marxismo: es una forma de mirar una sociedad que ya no existe.
Sin embargo el marxismo es una herramienta analítica de increible envergadura, y que a partir de su abstracción más profunda (la relación técnica que existe entre propietarios de medios de producción y empleados) es capaz de desarrollar explicaciones precisas de la realidad concreta (lo que diríamos que es el día a día, la vida cotidiana).
En los últimos años ese ha sido el trabajo de numerosos economistas de formación o inspiración marxista. Desde los marxistas más ortodoxos hasta los marxistas analíticos, pasando por los economistas de la escuela de la regulación, todos han intentado explicar la realidad social actual a partir del desarrollo de la dicotomía capitalistas-trabajadores.
A continuación, usando el esquema de A. Martínez González Tablas (2007), voy a mostrar un ejemplo de este proceso de concretización o, dicho de otra forma, un desglose de las dos clases sociales que componen el capitalismo.
Recordemos antes que los capitalistas son, en sentido estricto, los propietarios de los medios de producción. Dedican su riqueza a invertirla en el proceso productivo y así reproducir la misma en una escala mayor (consiguiendo el crecimiento económico). Los trabajadores son aquellos individuos que carecen de medios de producción y que necesitan vender su fuerza de trabajo para poder sobrevivir (a través de los ingresos que dedicarán al consumo). A partir de estas dos categorías abstractas se derivan las siguientes puntualizaciones concretas:
- Capitalistas parasitarios. Son aquellos cuya riqueza no es utilizada para producir bienes y servicios para la sociedad. Son ricos cuya riqueza aumenta por vías no vinculadas a la actividad económica.
- Capitalistas de capital ficticio. Son aquellos que tienen títulos de propiedad (acciones, por ejemplo) sobre alguna empresa que sí reproduce la riqueza de una sociedad. Sin embargo, no han sido los sujetos que aportaron los fondos iniciales para comenzar la propiedad productiva, y aunque dotan de liquidez a las empresas no están ligados a ellas más que de una forma especulativa. Sus intereses no están vinculados a los intereses a medio plazo de la empresa, es decir, un posible proceso de inversión que amortice en varios años puede ser contraproducente con los intereses de este tipo de capitalistas. Un ejemplo son los fondos de inversión: entidades con una lógica de maximización de la rentabilidad en todo activo financiero y que se desentienden del destino final de la empresa en la que se mantiene la propiedad (a menudo de forma muy breve).
- Capitalistas proveedores de fondos (de propiedad o de crédito). Son aquellos cuyos intereses están vinculados a la empresa. Obtienen ingresos de los intereses o dividendos. Son el clásico ejemplo del capitalista del siglo XIX al que se recurría para obtener recursos en alguna nueva empresa, y que se mantenía al tanto de la evolución de la misma.
- Capitalistas activos (en un sentido de control). Tienen títulos de propiedad y además gestionan la empresa.
- Cuadros, gestores o ejecutivos. Carecen de títulos de propiedad relevantes y en un sentido estricto son asalariados con gran capacidad de gestión sobre la empresa. Además, suelen ser retribuidos con formas financieras que vinculan los resultados de las acciones a sus ingresos (como las stocks options).
- Asalariados de cuello blanco. Se encargan de tareas de supervisión, organización, diseño, etc. en el marco de la empresa.
- Asalariados de cuello azul. Son los más vinculados directamente a la actividad productiva.
La utilidad de pensar la sociedad a través de este enfoque es múltiple, como veremos en los próximos días en este blog. Pero ante todo, hay varios elementos clave que me parece importante señalar. En primer lugar, esta estructura social es jerárquica, es decir, hay clases dominantes y clases dominadas. En segundo lugar, los conflictos entre las fracciones de clase son factibles, comunes y poderosos. En tercer lugar, la resolución de tales conflictos determina el modo y forma en que se desarrolla el sistema económico capitalista. En cuarto lugar, la cohesión de las diferentes fracciones de clase depende de la conciencia de clase, es decir, de la percepción de que entre un determinado grupo de individuos se mantienen intereses comunes. En quinto lugar, ninguna institución (Estado, bancos centrales, educación, teoría económica, etc.) opera en el vacío, sino que es también escenario del enfrentamiento entre las diferentes clases sociales y sus fracciones. Y en sexto lugar, la distribución de la renta es la cristalización final de la evolución de estas luchas.
El enfoque marxista, por lo tanto, hunde su raíz en el rigor analítico del estudio del excedente que se genera en la actividad económica, pero se complementa con el concepto de poder. Es a partir de estas herramientas como mejor podemos entender, en mi opinión, los devenires de nuestra sociedad.
Un vistazo a la actualidad política a partir de esta lente nos recordará que las clases sociales existen, que el análisis marxista es mucho más preciso que cualquier otro a la hora de revelar la realidad social, y que las luchas entre las distintas fracciones están a la orden del día. Lo vemos en España cuando los sindicatos de (des)organizan, cuando la patronal se posiciona conjuntamente, como dentro de la propia patronal surgen también disputas importantes (por ejemplo, al respecto del plan de ajuste que reducía la inversión pública: las empresas de la construcción se mostraron en contra, frente a un algarabío generalizado), etc.
Alberto, en la economia neoclasica (etiqueta, for the sake of argument, mas restringida que «ortodoxa», excluyendo desarrollos evolutivos, conductuales, institucionalistas y demas) hay capitalistas y trabajadores. Que no ocupan el mismo lugar que en el analisis marxista, vale, pero la teoria de la distribucion de la renta de acuerdo con las productividades marginales, que esta en la base de todos los analisis de equilibrio general -incluidos los que incluyen elementos de economia politica y grupos de interes, que es como tratamos los economistas ortodoxos la lucha de clases- entre los propietarios de los factores es parte del nucleo duro de la economia neoclasica desde hace, al menos, un siglo.
Luego, el concepto de clase tiene un sinfin de problemas/criticas, de las que supongo que estaras al corriente. Por ejemplo, en tu definicion «capitalista parasitario» (gente que obtiene su renta a partir de mecanismos distintos de la actividad economica) puedes meter a gente incapacitada que percibe pensiones a traves del estado de bienestar. (!). Luego tienes los funcionarios ¿a que clase pertenecen los funcionarios?
En cuanto a ver conflictos de clase en todos sitios, pues es artificioso y en muchos casos trivial http://www.lorem-ipsum.es/blogs/laleydelagravedad/2009/11/autocita-no-humilde.html. Puedes definir los intereses de clase como algo consciente, en cuyo caso la idea es directamente falsa -yo soy ortodoxo y, te lo creas o no, no defiendo las cosas por interes propio. O puedes defenderlo como algo que ocurre independientemente de la percepcion que los individuos tengan de un problema, en cuyo caso es algo igual de irrefutable que vacio (es decir, es imposible demostrar que alguien defiende algo por sus intereses de clase y no por otra cosa).
Si, y esta el problema de que lo que describes no pueden ser tipos ideales -es decir, para que el analisis marxista en terminos de clase tenga sentido, un individuo no puede pertenecer a dos clases al mismo tiempo; sino la ontologia social se te convierte en una mera clasificacion. Pero en la practica si es asi; hay trabajadores con planes de pensiones, capitalistas que ejercen tareas de supervision en otras empresas,…
La superposición de clases es evidente. Pero no es ningún problema (es una realidad) salvo que se pretenda realizar un estudio analítico basado en el individualismo metodológico. Reducir a una única «clase» cualquier individuo es un ejercicio matemáticamente factible pero en mi opinión poco útil (si lo que se busca es analizar la realidad y no simplemente construir modelos). Para un análisis distinto, de tipo estructural, analizar esa superposición es incluso una ventaja para comprender la evolución de las «alianzas».
En efecto muchos asalariados tienen planes de pensiones, y algunos capitalistas incluso pueden trabajar, están los funcionarios, etc. Eso hay que tenerlo todo en cuenta para no caer en el simplismo. Por esa razón se habla muchas veces de «trabajadores con intereses capitalistas», por ejemplo, aunque obviamente no lo son de forma completa (la riqueza financiera es una parte muy reducida del total de riqueza para la mayoría de los asalariados).
El caso más evidente es el de los grandes directivos. Son técnicamente asalariados, pues reciben una remuneración por trabajar y no son propietarios de los medios de producción. Sus intereses no tienen por qué coincidir con los de la empresa de la que forman parte. El clásico problema principal-agente. Los directivos buscarían reputación, crecimiento de la empresa, etc., mientras que los accionistas buscarían rentabilidad a través de las acciones. La solución está en vincular «objetivamente» esos intereses, y se logró a través de la remuneración asociada al valor accionarial (las stocks options). De esa forma, cuanto mayor valor creara la empresa, más ganaba el directivo. Consecuentemente, los directivos tenían ya, desde entonces, los mismos objetivos que los propietarios (accionistas): incrementar el valor de las acciones. Al final nos encontramos con una «alianza» entre directivos y accionistas, entre una fracción de asalariados y una facción de capitalistas. Y esa «alianza» nos permite comprender cómo ha sido la evolución reciente de las finanzas modernas y de las estructuras de gestión empresarial.
Dices que «es imposible demostrar que alguien defiende algo por sus intereses de clase y no por otra cosa», y es una idea que casi diría es núcleo de tu pensamiento. Yo disiento absolutamente. Los capitalistas tienen intereses objetivos que son de naturaleza técnica, si bien no así los asalariados.
Cualquier empresa privada que opere en el capitalismo está sometida a la presión de la competencia o «coerción competitiva». Tiene que maximizar la rentabilidad, y tiene que hacerlo por encima de la competencia o al menos no dejándose superar por la misma. Es decir, la dinámica del propio sistema obliga a la empresa privada a comportarse de una determinada forma. El capitalismo asigna un criterio objetivo a la empresa capitalista. Y, por ende, a sus representantes.
¿Botín actúa como tal por ser un capitalista o por ser Botín, hijo de algún padre y madre? Botín es claramente un individuo que importa en tanto que es capitalista y actúa como tal, y no importa en absoluto en otro contexto. Botín no me importa como ser humano, sino como su función. Él podrá ser sustituido por cualquier otra persona, pero su función no. Siempre habrá alguien que tenga que llevar a cabo el proceso de decisiones en un sentido ya determinado, impuesto. Actuar de acuerdo a ese sentido, a esa lógica, es ser representante de la clase capitalista. Es ser, en definitiva, medio por el cual el capital se revaloriza en el marco de un sistema económico capitalista.
Con los asalariados no ocurre lo mismo. Los asalariados no tienen una lógica de funcionamiento propia, más que a pequeña escala (aquella que se refiere a la coección de la competencia por no morirse de hambre y poder tener un trabajo). Pero más allá de esa cuestión, un asalariado no tiene metas objetivas. Puede hacer la revolución o no hacerla. Puede tener conciencia de clase (una visión subjetiva que supone que percibe su realidad al modo marxista de lucha de clases) o no tenerla. El criterio en la toma de decisiones de los individuos no es homogéneo, como sí lo es con las empresas privadas.
Eso se ve perfectamente con los incentivos. Los incentivos son útiles para las empresas, porque al saber qué criterio les guía se comprende de antemano qué decisiones «racionales» tomarían en tales o cuales circunstancias. Y cualquier empresa que no siga esa lógica, desaparecerá en el mar de la competencia y dejará de ser empresa. Pero los invividuos no tienen lógica capitalista y pueden ignorar todos los incentivos (de todo tipo) sin inmutarse. Los criterios de los individuos no son ya técnicos en este caso, sino que son también históricos, culturales, emocionales, etc.
Creo que es necesario tener en cuenta las diversas funciones o roles que cada individuo realiza en la sociedad para comprender uno de los motivos por los que el sistema capitalista perdura.
El Sr. López no solo es asalariado, también paga en negro a una extranjera que cuida a su madre y tiene un fondo de pensiones.
Si hubiera un gran porcentaje de solo asalariados, sería muy fácil que se rebelaran contra los capitalistas. Pensemos en los campos de concentración y planteémonos la recurrente pregunta: ¿por qué tantos prisioneros no se levantaron contra sus vigilantes? Entre otros motivos, ayudaba el sistema que repartía algunos beneficios a parte de los prisioneros: estos se convertían en prisioneros y levemente en represores.
Me parece que eso mismo sucede en nuestra sociedad y por ello creo que es importante no identificar al individuo con la función que consideremos relevante para un análisis concreto que vayamos a realizar, pues nuestro análisis puede perder riqueza. En este caso, perdería uno de las posibles causas que confieren longevidad al sistema.
El Sr. López puede rechazar al capitalista desde su función de asalariado, pero no va a luchar contra él, si se le permite que sea un poco capitalista.
(Por otra parte, enhorabuena por el blog. Me parece excelente. Espero que perdure.)
Efectivamente, en el marco de un análisis que olvide la globalización y la dinámica de desigualdad centro-periferia, se podría decir que los distintos roles, que desarrollan, en este caso, los asalariados hacen que sus intereses escapen de cualquier análisis. Tomando la parte por el todo, se podría argumentar que el mundo es tan complejo y las variables son tantas que cualquier análisis de cualquier clase social no puede realizarse.
Pero ese no es el caso.
Es cierto que la sociedad que estudió Marx era una sociedad cuya desigualdad tenía un alcance más visible entre los poseedores de los medios de producción y los asalariados. En todo caso las relaxines eran mas complejas que eso, y Marx y Engels las estudiaron también, aunque admito que ése no fue el núcleo de su discurso.
En nuestros días, en lo que se ha llamado desde una perspectiva occidental «sociedad post industrial», no es que las grandes industrias y cadenas de montaje no existan, simplemente están en otro lado (todos sabemos donde y sin perjuicio de que queden algunos restos en Europa y América).
Entonces la función más extendida dentro del mundo desarrollado, la que realizan los herederos de los obreros de la época de Marx, es mucho más compleja.
La antigua clase obrera occidental se encuentra en una contradicción que deviene del desarrollo del estado del bienestar y de su hijo bastardo, el neoliberalismo. Se han integrado en un sistema mundo, en el que los paises desarrollados en los que viven, poseen (bueno, ahora eso empieza a no estar tan claro) el control de las relaciones de producción.
Entonces aparece una doble divsión que también se daba en época de Marx, anque su alcance y extensión era mucho menor.
Por una parte están las relaciones sociales que devienen de las condiones de trabajo existentes en cada entorno (sector laboral, país, entidades supranacionales, etc)
Y por otro lado las relaciones sociales que las clases sociales del norte, (dirigentes y subordinadas) mantienen con las clases sociales del sur (dirigentes y subordinadas). Por supuesto es un esquema multivariante cuya complejidad es considerable. De ahí viene ese Sr López que paga en negro a una empleada.
Pero eso no quiere decir que no pueda analizarse desde un perspecitva de las ciencias sociales. De hecho se ha analizado desde Wallerstein a Samir Amin
Por otra parte éste esquema tampoco es nuevo, el propio imperio romano tenía uno parecido, y en el fondo cualquier sistema de dominación supraregional lo ha poseído.
Alberto, si tienes «superposicion de clases», el antagonismo de clases, entendido como que el capitalismo es un juego de suma cero con conflictos de intereses irreconciliables en su seno, se diluye infinitamente, porque no puedes tener a gente que este a ambos lados del tablero. No se exactamente cual es tu alternativa al «individualismo metodologico» en este caso, pero entender que la cohesion de una clase (de un grupo de forma general) depende de los intereses de sus miembros no creo que sea una concesion demasiado fuerte a nada en absoluto y ademas, es algo que puedes encontrar en Marx.
En el ejemplo de las stock options, el analisis de clases no añade nada al analisis principal-agente convencional; que existe un conflicto de intereses es evidente, pero ¿que pintan las clases en todo esto? ¿Que significa «una alianza»? ¿En que sentido es esto distinto de cuando tu madre de pequeño te prometia hacerte un regalo si sacabas buenas notas? Para mostrar, como creo que intentabas hacer en este post, que el analisis marxista en terminos de clase es importante no vale con que asumas como premisa que existen las clases y que todo depende de sus intereses objetivos; eso es lo que tienes que explicar.
De forma general, el analisis en terminos de clase en mi opinion peca de intentar ver TODOS los antagonismos en la sociedad como un problema que depende unicamente de la posicion en el sistema productiva. En la realidad, esto es algo que es muy dificil de compatibilizar con muchas cosas. Los conflictos etnicos, religiosos, etc… por ejemplo, no son antagonismos de clase. A nivel internacional, tienes el mismo problema (a menos que te saques de la manga que existen naciones proletarias y naciones capitalistas, en cuyo caso tienes un problema de explicar que pintan los capitalistas en naciones proletarias y los proletarios en naciones capitalistas).
La idea de que las empresas/clases se ven forzadas a competir etc,… tiene dos generos de problemas. El primero es que no respondes a mi pregunta: que las empresas se vean sometidas a la presion competitiva no significa que esa actitud transpire a todas las areas. Te limitas a mostrar que hay una fuerza que mueva a la gente en un determnado sentido, pero ¿estoy defendiendo yo mis intereses de clase cuando te llevo la contraria? ¿son la Señoritas de Avignon un subproducto de la lucha de clases?
El segundo es que lo que explicas es basicamente una version de la tesis de Alchian sobre la racionalidad: la gente es racional (tiene intereses de clase/maximiza los beneficios) porque de otra forma habria sido eliminada del mercado. Hoy por hoy, sabemos que este tipo de explicacion no explica muchas cosas: una empresa puede no maximizar sus beneficios de forma persistente, alguien puede actuar de forma inconsistente, sin que eso signifique nada. Con la conciencia de clase ocurre esencialmente lo mismo. ¿Como explicas, por ejemplo, lo de Caja Sur? La presion competitiva, en general, no es suficientemente fuerte para que eliminar cualquier otra cosa.
Lo que me parece criticable, de forma mas general, es que el analisis que pones no es «falsable» por decirlo asi. ¿Que tipo de fenomeno considerarias que debilita o es evidencia en contra de la existencia de clases y sus antagonismos -que no es, un instrumento o un marco de razonamiento, sino una teoria sustantiva? Porque da la impresion de que si yo encuentro algo que no concuerda tu lo vas a racionalizar como una «alianza entre clases»; si yo encuentro a alguien actuando contra sus intereses de clase, tu lo vas a racionalizar como una forma de alienacion o de falta de cohesion de clase, etc…
Citoyen, el problema que tú y yo tenemos es de paradigma. Los instrumentos que utilizamos para analizar la sociedad difieren sobremanera, llevándonos muchas veces a debates de sordos que sólo en determinadas ocasiones tratan temas que operan en el mismo plano. Al menos esa es la impresión que tengo.
Tienes que pensar que lo que creo que niegas es que exista una dinámica del sistema económico capitalista. El capitalismo es un sistema económico distinto del feudalismo y del socialismo, y tiene características que le son propias. Entre esas características está la propiedad privada de los medios de producción, la tasa de ganancia como motor de la actividad económica (ningún empresario invertirá si no tiene rentabilidad suficiente), la existencia de un mercado de trabajo, etc. Y creo que tú niegas estas características al menos como un todo, de tal forma que «puedes» aplicar tus herramientas de análisis a cualquier tipo de sistema económico y sociedad. Yo, como Marx, hablo del capitalismo y rara vez valdrá para analizar el feudalismo o el socialismo.
Ahora bien, si asumes como yo que el sistema capitalista tiene una dinámica propia basada en el crecimiento (o lo que Marx llamaba la reproducción ampliada) y en la tasa de ganancia como motor, entonces puedes encontrar los elementos que entran en juego para permitir que eso se mantenga en el tiempo. Es entonces cuando defines el rol objetivo que tienen asalariados y capitalistas. Y es técnico y objetivo porque tiene como misión mantener al capitalismo funcionando.
De ahí que la clave de análisis esté anclada en el proceso de producción. Pero tienes razón que no puede hacerse un análisis social a partir sólo de las clases sociales; efectivamente hay muchos otros aspectos sociales (étnicos, de identidad, etc.) que entran en juego e influyen en el desarrollo de la sociedad. Ahora bien, pero sí se puede hacer un análisis del desarrollo del capitalismo a partir de las relaciones de clase (del papel de cada uno en el proceso de producción).
Por otra parte, como ha escrito Álvaro, se puede hacer un análisis de clase a nivel internacional. Es lo que han hecho los marxistas del enfoque Sistema-Mundo, donde se estudia la dinámica del capitalismo a nivel internacional. En cierta medida prosiguen las discusiones con los marxistas más ortodoxos (que pensarían como tú: ¿qué pintan los capitalistas en los países menos desarrollados?), pero la cuestión está ahí.
Piensa que no se trata de que «no vale con que asumas como premisa que existen las clases y que todo depende de sus intereses objetivos; eso es lo que tienes que explicar». La cuestión es realizar un proceso de pensamiento que va desde lo concreto a lo abstracto y luego vuelve. Se trata de identificar la dinámica del capitalismo, encontrar las fuerzas que lo mueven y luego concretizarlas en la realidad social. No es una premisa: es el resultado de un estudio analítico sobre el funcionamiento del capitalismo. Tú utilizas un proceso de pensamiento similar para otras muchas cosas (al categorizar cualquier cosa en ciencias sociales se hace abstracción), pero tu forma de pensar la sociedad es más partiendo desde lo concreto (en parte porque el individualismo metodológico opera así). Pero en este punto es como en física: los movimientos de los objetos tienen una fuerza propulsora que hay que encontrar para saber por qué se mueven. Si imaginamos un sistema con un movimiento continuo, hay que encontrar esas fuerzas. Y en el pensamiento marxista esas fuerzas son las crean las clases sociales al confrontarse.
Como ves, es sustancialmente distinto del problema principal-agente. El problema principal-agentes está desprovisto de dinámica, es un problema que se utiliza para todo, y lo mismo vale para una empresa que para una familia que para los emperadores en la roma antigua.
Sobre la coerción de la competencia, dices «que las empresas se vean sometidas a la presion competitiva no significa que esa actitud transpire a todas las areas». Efectivamente, no todo tiene por qué ser resultado de la coerción de la competencia, pero el destino de las empresas (y por tanto del capitalismo, que es el objeto de estudio) sí lo será. Tú no dejas de ser asalariado (o lo que fueras) por llevarme la contraria. Pero si fueras una empresa y no siguieras las reglas del mercado, entonces dejarías de ser empresa. Insisto en que es clave distinguir entre empresas con lógica capitalista y otras entidades sin dicha lógica. No hablo de fuerzas que «mueven» a la gente: hablo de fuerzas que mueven a las empresas privadas capitalistas.
También comentas que se puede hacer lo mismo con los problemas de racionalidad modernos y que «una empresa puede no maximizar sus beneficios de forma persistente, alguien puede actuar de forma inconsistente, sin que eso signifique nada». Insisto en la separación de entidades, porque es clave.
Imagina que BBVA (empresa capitalista) decide usar los paraísos fiscales para obtener más ganancias, y Santander (empresa capitalista) no lo hace. Entonces BBVA presentará más beneficios que Santander, sus acciones serán más demandadas (y las de Santander menos) y estará venciendo en la lucha competitiva que mantienen. Entonces Santander tendrá que reaccionar moviéndose en los márgenes de acción que tenga para poder mantenerse, y tendrá que hacer uso de los paraísos fiscales. De ahí que la clave no sea que Santander o BBVA sean malos, sino en que son «empresas capitalistas» y tienen una lógica propia. La presión competitiva dirige el camino a seguir para las empresas capitalistas, porque pueden perder el mercado y desaparecer (en ese momento dejan de ser empresas capitalistas).
Finalmente, es factible que las empresas dejaran de competir y de ser capitalistas y que los individuos dejaran de ir al trabajo y ser asalariados. Pero entonces, se acabó el capitalismo y nuestra misión para comprenderlo. Mientras funcione el capitalismo, existirán las clases sociales porque seguirá existiendo la relación capitalista-asalariado en la producción y en la generación del excedente (que permite la reproducción ampliada y la continuación del capitalismo). Como ves, el proceso de pensamiento es distinto y, por lo tanto, no tiene sentido que «busques» en la realidad social excepciones. Porque excepciones las hay (superposiciones, contradicciones de asalariados, etc.), pero lo que aquí encontramos es una relación objetiva-técnica inicial que da origen a todo.
Un par de notas en este debate tan interesante.
1) Alberto no te lo tomes a mal pero en el 5º párrafo, en la tercera línea has escrito ha nivel intercional cuando es sin h. (En tu último comentario cuando hablas del Sistema – Mundo).
2) Alberto, a partir de tu última réplica a Citoyen voy comprendiendo un poco más el porqué se insiste desde «la política oficial» acerca de «las clases medias». Quieren hacer ver que el conflicto permanente en el sistema capitalista, capital vs trabajo, ha sido superado de tal forma que lo que se busca es una permanente competencia entre los trabajadores para mejorar sus condiciones y puesto de trabajo; y esto origina un conficto entre ellos mismo lo que tiene como consecuencia la desunión de los asalariados en sus intereses frente a los propietarios de los medios de producción. Espero no haberme equivocado mucho en mi idea que quiero transmitir y, principalmente, en las palabras que he utilizado.
Gracias por el aviso, Luís Carlos. Efectivamente había una falta de ortografía horrible, y que ya está arreglada.
Sobre el comentario, estoy de acuerdo de la misma forma que con Miguel y Álvaro. Es mi opinión también.
Buenos días Alberto, echo en falta en este análisis a varias partes importantes de la sociedad, no representadas por ningún tipo de los ahí descritos:
.- Desempleados (que pueden ser tomados como asalariados de cuello azul…sin retribución..o como capitalistas potenciales, ya que pueden crear su propia empresa?)
.- Amas de casa (que no trabajan ni quieren o ni pueden, pero a su vez tampoco van a crear empresa alguna)
.- Autónomos (auqellos que no crean empresa aunque son productores, pero que dan empleo, y el primero el suyo propio. son capitalistas y productores, pero en la mayoría de los casos en España, para obtener un salario..y a veces ni eso.)
.- y los que como yo pertenecemos a ambas categorías : emprendedor (mis propia empresita) y asalariado (para un tercero).
Creo que las teorias marxistas estuvieron muy acertadas para dar respuesta a un momento social y económico concreto, pero seguir pensando en la confrontación entre clases, creo que definitivamente ya no recoge la realidad social.
En referencia a lo que para mi es una utopía, es la finalización del capitalismo. Es intrínseco al ser humano, como seres egoistas y ambiciosos que somos. Siempre necesitamos geneticamente mejorar, y eso siempre llevará a que unos quieran más e incluso se merezcan más por su dinero, por su rabajo, por sus ideas, por sus obras…
A su vez otros humanos quedan estancados y si no hay capitalismo, no harán nada por ayudar al prójimo, ni al Estado ni a si mismos. (y estos suponen el 80% de la población). Ejemplos viví de viaje cuando aún sistemas «comunistas» estaban en vigor en Europa del Este.
Está claro que de momento estamos en el menos malos de los sistemas existentes. Más regulación es la solución!
(y menos especulación y venta de humo, tampoco vendría mal.) 🙂
saludos.
«Tienes que pensar que lo que creo que niegas es que exista una dinámica del sistema económico capitalista.»
Yo no niego nada. Yo te digo que tienes que explicarlo. Una explicacion que pretenda ser cientifica tiene que tener una estructura dada del tipo variable explicativa->variable explicada. Eso no depende del tipo de sistema economico; es un requisito de nuestro entendimiento.
Si tu quieres llevar a cabo un analisis en terminos de clases, estas proponiendo una variable explicativa (la clase) para explicar otras variables. Yo te pido que explicites el mecanismo por el que ocurre. No puedes decir que «forma parte de la logica del sistema» a menos que expliques cual es la logica del sistema.
Es decir, esto no es valido: «La cuestión es realizar un proceso de pensamiento que va desde lo concreto a lo abstracto y luego vuelve». No vuelve; eso se llama «explicacion funcionalista» que es una forma de explicar una causa por sus consecuencias que altera el orden de la explicacion. Esto, por ejemplo: » Y es técnico y objetivo porque tiene como misión mantener al capitalismo funcionando. ¿Que significa que «tiene como mision»? Las cosas o los procesos sociales no tienen «misiones» a menos que alguien los haya diseñado, alguien los mantengan conscientemente en marcha. Si ocurren de forma espontanea/descentralizada como un fenomeno emergente, no tiene una mision. El sistema (A) debe funcionar de una forma determinada porque hay algo (B) que lo haga funcionar asi; pero ese algo (B) no funciona asi porque esta dentro del sistema (A).
Caso practico: el tema de la competencia entre empresas. En la calle, hoy, hay un monton de empresas que no maximizan beneficios a corto plazo (entendido como la maximizacion del excedente) y que privilegian otros objetivos. Sal a la calle y echa un vistazo a todas las PYMES que hay en tu barrio, por ejemplo; la mayoria mantienen una relacion cordial con sus empleados, en parte porque mantener ese tipo de relacion te asegura cosas como la lealtad de los trabajadores que te permite ser mas competitivo y tener mas exito empresarial (http://www.ishkarioth.com/terapiadechoque/2010/03/22/el-porque-de-los-jefes-cabronazos-motivacion-extrinseca-vs-intrinseca/), en parte porque simplemente hay cierto grado de empatia entre el dueño y el trabajador. Esas empresas no son eliminadas del mercado, en parte porque a menudo suelen estar financiadas con fondos propios. ¿Como se explica esto con un analisis de clases? Lo que no es admisible es que digas que este tipo de analisis no es valido, porque estamos en un esquema capitalista donde, por definicion, esto no es posible.
O toma el caso de la segregacion racial, (comentarios de este post http://www.lorem-ipsum.es/blogs/materiasgrises/2010/05/escogiendo-chalados.html ) que ocurre de forma espontanea. ¿Vas a sostener como Kantor o Albert que si una empresa rechaza contratar negros a pesar de que ello sea rentable sera expulsada del mercado y que por eso la segregacion no existe de forma espontanea? Porque eso NO es lo que ha ocurrido y SI es a lo que te lleva el analisis sistemico.
El marxismo en relaciones internacionales con esquemas centro periferia te lleva a las paradojas que te mencionaba antes, donde las clases se segmentan por nacionalidades. Arrirghi (nunca me acuerdo de la ortografia) Emmanuel descubrio, para su sorpresa, que segun su analisis y dado que las tasas de ganancia eran muy similares en el primero y tercer mundo, los que explotaban a los trabajadores del tercer mundo eran los ¡trabajadores del primero!. Hoy por hoy, vemos una enorme redistribucion de renta desde los trabajadores y capitalistas del primer mundo a los de los paises emergentes con el resultado inverso. ¿Como se entiende todo esto? En general, aqui se suele recurrir a algun termino de normalizacion, como apuntar a que el capitalismo crea divisiones entre la clase trabajadora o que los que sugerimos todo estos somos esbirros del sistema. Y a eso me refiero: la idea al final acaba siendo circular, no tiene un contenido sustantivo.
¿Te ayuda el analisis en terminos de clases a entender el funcionamiento del capitalismo? Personalmente, creo que la posicion en el sistema productivo es algo que permite explica una parte de lo que se observa; pero si hay otros factores que tambien cuentan (la identidad, la etnia, etc,…) y esos conflictos se diluyen entonces es un analisis incompleto. Es decir, es posible que otro tipo de vinculos tengan mas fuerza que la identidad de clase.
Si algo transpira este blog son las ganas de cambio de sistema, hacia uno más justo. Este tipo de discusión a veces pierde su hilo argumentativo, porque una de las partes habla del capitalismo o el comunismo de hecho y el otro de sus versiones idealizadas o potenciales. Antes de estar en contra ‘perrifláuticamente’ del sistema capitalista, me gustaría preguntar si no puede existir una versión justa del capitalismo. Por eso quiero preguntar si es verdadera y necesaria una afirmación que haces, Alberto, en torno a la coerción de la competencia:
«no todo tiene por qué ser resultado de la coerción de la competencia, pero el destino de las empresas (y por tanto del capitalismo, que es el objeto de estudio) sí lo será (…) es factible que las empresas dejaran de competir y de ser capitalistas y que los individuos dejaran de ir al trabajo y ser asalariados. Pero entonces, se acabó el capitalismo y nuestra misión para comprenderlo.»
Hablas de BBVA y Santander y pones el ejemplo de que si el primero usa los paraísos fiscales y el segundo no, este último tendría menos ganancias y se vería en la disyuntiva de usar también los paraísos fiscales o desaparecer.
Yo te voy a poner otro ejemplo, que se puede situar en un pueblo de Castilla, donde hay un bar y yo decido abrir otro. Mi bar en realidad es ‘nuestro bar’, porque decidimos que en lugar de contratar camareros, vamos a poner unos cuantos algo de dinero y vamos a trabajar también todos nosotros. El dueño del primer bar explota a sus empleados y se puede permitir precios más baratos y tiene más clientela y más ganancias. Nosotros, según tu disyuntiva, tendríamos o bien que contratar camareros low cost o iríamos perdiendo ganancias hasta desaparecer. Pero a mí, se me ocurre otra solución: utilizo una herramienta del sistema que es la publicidad y convenzo al pueblo del bonito proyecto que hemos montado, en el que no hay explotados y, así, consigo nuestro objetivo: ganar una cantidad concreta al mes, de tal manera que podamos vivir todos bien. Además, como no somos avariciosos (es parte de nuestra imagen) permitimos al primer bar que siga con una ganancias, quizás algo más moderadas, pero considerables.
Bien, pues yo me pregunto si una versión del sistema capitalista permitiría este tipo de relaciones en la que dos empresas no tienen ni por qué luchar a muerte con la otra ni que aumentar indefinidamente sus beneficios. Yo creo que sí. Salgamos del pueblo castellano, y pongamos una sociedad más grande. Llamemos ‘educación’ a lo que yo he llamado ‘publicidad’. Y digamos ‘educar en valores’ en lugar de ‘convencer’. Y conseguimos una sociedad educada en unos valores que premian el negocio justo frente al negocio destructivo y la empresa que tiene unos objetivos de equilibrio y no de continua expansión. Valora también la iniciativa, y el trabajo bien hecho.
¿No crees que, al contrario de lo que dices en tu comentario, sí es teóricamente posible?
Muchas de las explicaciones en torno a la génesis y existencia de las clases sociales, que parece que es lo que se demanda desde la visión de Citoyen, (y dicho sea esto con todos mis respetos, me parece una pregunta lógica la que se plantea), ya han sido desarrollada por autores como Pierre Bordieu para sociedades capitalistas avanzadas.
Habría que hablar que para situaciones en desigualdad pero con un umbral mínimo de supervivencia (es decir, en el mundo desarrollado), ciertamente, la subjetividad en cuanto a la conciencia de clase es muy alta. Giddens ya demostró que en el Reino Unido, para distintos niveles de renta, la conciencia de pertenecer a una abstracta clase media, era muy alta. Ahora bién en todos esos niveles no existen problemas graves de desnutrición, trabajo infantil, acceso precario a la sanidad etc. Póngase los matices que se estimen oportunos
El caso es que la captación de recursos de índole muy distinta (económicos, pero también culturales, e incluso identitarios) crea condiciones objetivas muy distintas , con una alta movilidad de clase muy alta. Por lo tanto, la pregunta es lógica: ¿Cual es és Mínimo Común Denominador que hace que la clase social se forme y se reproduzca?
Se pueden delimitar dos líneas en cuanto a esto, sin perjuicio que existan más y de que se desarrollen de manera más profunda
En primer lugar, el acceso a los medios de producción en su gestión definitiva (toma de decisiones, asunción de riesgos, reparto de beneficios de todo tipo) está siempre concentrada en manos de las clases sociales altas. Que éstas permitan cierta participación de estratos populares en función de que hayan acumulado cierto capital, cierto poder en empresas pequeñas, capacidad técnica etc, no implica éstas clases subordinadas no dependan de las anteriores. He aquí un rasgo definitorio
En segundo lugar, todas estas subjetividades como identidad, religión, capacidad técnica y formación, la inercia histórica, las circunstancias y el azar, a la postre se revisten de un valor económico. No sólo entendido este valor como renta (valor de cambio), sino que adquieren un protagonismo clave en la configuracion de relaciones de producción, es decir de poder. Ésto es lo que explica Bordieu con el Habitus, el campo y la captación de recursos. En definitiva se trata de miríadas de recursos que se ponen en función de unas relaciones sociales. La enumeración de todos es tarea de la obra del pensador francés, así que para más aclaraciones, consultar su obra traducida al español en Anagrama.
Por lo tanto, para los marxistas. Las clases sociales si existen de manera objetiva. Su surgimiento se centra en torno a la acumulación de recursos, aunque de una manera que Marx no preveyó en su totalidad. Vale, nunca le hemos pedido que fuera un adivino. Que su reproducción sea relativamente abierta, y que por ejemplo hay que distinguir a Emilio Botín y su dinastía de banqueros de Amancio Ortega y su ingente capital de nuevo rico, no hace que no se contemple el estudio de sus circunstancias desde un punto de vista del materialismo histórico.
P.D.
El hecho que se cita de Arrighi Emmanuel es justo parte de la explicación que da validez a las relaciones centro periferia
Nuevamente, Citoyen nos muestra un ejemplo más de cómo para el análisis neoclásico (y quizá para otras perspectivas ortodoxas como las que cita y seguramente habrá contemplado alguna vez), pasan desapercibidas muchas dinámicas históricas que afectan a la evolución de las sociedades. Reconoce que existen dinámicas, pero no todas las que están ahí. «Si hay superposicion de clases, el antagonismo de clases (…) se diluye».
Es cierto que Marx pasa muy por encima de este fenómeno tan habitual hoy (aunque esta afirmación merece ser matizada, como haré más tarde), pero es que ¡bien raro era en la Alemania de 1860! ¿Cuántos obreros se podían permitir jugarse sus ahorros en Bolsa? ¿Y qué proporción de su renta total suponía el dividendo percibido? Es curioso que al tiempo que Marx desarrollaba su Economía Política, esta superposición recibía el pistoletazo de salida en EEUU para extenderse por todo el mundo como una política empresarial común. Pronto se dieron cuenta los bancos yanquis que, al abrir sucursales más y más hacia el oeste, hasta llegar a la costa, más y más autonomía tenían que otorgar a sus gestores, pues las distancias y los costes que generaban, por tanto, las transacciones entre unas zonas y otras, eran altísimos y crecientes.
El problema empezó cuando se vio cómo algunos grandes accionistas nombrados presidentes o directores de zona (y cuanto más al oeste, peor), flojeaban o arriesgaban mucho con sus decisiones empresariales, pues si sus acciones suponían el 10% de la empresa, sus beneficios apenas variarían en función de las que ellos mismos adoptaban, ya que las más influyentes en el resultado final, obviamente, provenían del conjunto del consejo de administración. Digamos que, lo que se diluye precisamente, es el «premio» o «castigo» a cada acción individual, cuando este refuerzo (o sanción) conductual se aplica por igual a accionistas con el mismo porcentaje de participación. Dicho de otro modo, el presidente de cada zona arriesgaba poco comprometiendo el futuro de TODA la empresa. Y cuando cayeron en la cuenta, estos consejos de administración empezaron a asalarizar estos puestos de alta dirección. Aparecieron los sueldazos de «ejecutivo», es decir, de gerentes de zona y hasta de empresa. Y esta dinámica se extendió por toda la escala directiva.
Décadas más tarde, se extendió una estrategia proeficiencia considerada antagónica: los incentivos salariales variables. Sin embargo, ahí se suele cometer un error al suponer que el análisis marxista entra en contradicción al incluir en clase trabajadora a gente que recibe, además de un salario base, incentivos en función de resultados (ya sean beneficios, ventas, reducción de costes o variables derivadas), pues lo importante, siempre, es el porcentaje de cada cosa. Ya Marx nos dio la clave al distinguir entre gran burguesía y pequeña burguesía. Y con ello, como tantas otras veces, nos ayuda a criticarle.
Otra cosa interesante del análisis marxista es que da las claves, por su propia metodología, para la autocrítica, además que por principio, es fundamental en el mismo. No se entiende hoy marxismo sin partir de ciertas críticas a conclusiones del propio Marx. Uno de los primeros en demostrarlo es Lenin, que aplicó el análisis marxista de forma tan certera que aún sorprende, y precisamente partiendo del economicismo de Marx. Lenin escribió mucho más de la pequeña burguesía y de sus contradicciones internas.
Hoy en día, es impensable un análisis marxista riguroso sin contemplar esas contradicciones presentes en todo individuo. Sin embargo, esto no enturbia el potencial, hasta ahora no superado por otra perspectiva, de la lucha de clases como abstracción de las principales dinámicas de las sociedades desde que aparece la explotación (la esclavitud, pongamos) hasta hoy y seguramente hasta que desaparezca ésta o la vida misma. En el 90% de las personas, estas contradicciones se vencen a diario, adoptando decisiones enfocadas o más bien para preservar su renta salarial, o para asegurarse uno la máxima no salarial. El resto, situado por lo general en el amplio limbo entre una categoría y otra, puede que no lo tenga claro y conjugue ambas estrategias simultaneamente. Es muy típico oir: «me cubro las espaldas con esto o aquello, por si las moscas».
Supongo que Alberto se refiere, en general, a todo el elenco de marxistas que analizan la realidad de hoy con una visión menos reduccionista que otros de hace pocas décadas, que hasta dejaban escapar matices de la sociedad de 1970 -ya bastante compleja, pero no tanto como la de hoy-. Es cierto que podría citar más ejemplos de lo que centra sus posts, pero es difícil quedarse con uno. A mí personalmente me parece interesante fijarse en todos los que reconocen que se mantiene abierto el debate conceptual en torno a las clases sociales y centran su atención en la explotación y la consiguiente contradicción irreconciliable.
Es decir, aún hoy, debemos ser honestos, se sigue discutiendo si proletariado es el conjunto de las masas trabajadoras incluyendo a todos los explotados, o solo a los que responden al arquetipo obrero industrial del XIX, que por tanto, estaría en extinción. Ese debate sería totalmente epistemológico y sin importancia fuera de ese campo, pues lo relevante es como se agrupan estas subcategorías en la lucha de clases. Es decir, cada clase social -incluso si admitimos todas las fracturas de hoy como fronteras- puede tener su particular percepción de la realidad y, por tanto, concluir que sus intereses son totalmente específicos: el campesinado, que los suyos no tienen nada que ver con el proletariado; éste, que lo que buscan es muy distinto a lo que luchan los funcionarios; y así sucesivamente. Sin embargo, si analizamos cómo les perjudica a todos una decisión que celebrarían todos los capitalistas, como puede ser una reducción salarial universal o un aumento generalizado de la jornada de trabajo, ahí vemos que al final, después de haber desarrollado la sociología de clases hasta el colmo postmoderno, seguimos teniendo aún dos grandes campos: el explotado y el explotador.
Cuando analizamos esto, vemos que es irrelevante que haya un 10% «confuso». El resto, puede hacer cuentas fácilmente: si gano tanto por nómina y tanto por dividendos, más me interesa que gane la liberalización de los mercados a que gane, por ejemplo, una tasa Tobin por mucho que ésta favorezca la estabilidad laboral.
Esto se podría aplicar incluso a cada individuo, con las limitaciones que presenta para ello toda la Ciencia Social, se mire al sujeto desde la perspectiva que sea. ¡También ya empiezan a reconocer algunos economistas ortodoxos que a veces ni la MAYORÍA de los consumidores actúa de forma racional en ciertas decisiones! Por tanto, ¿por que sorprende tanto que desde Lenin, se haya desarrollado tanto la teoría marxista de la fractura de clases, la dominación ideológica, la alienación de conciencia…?
La economía marxista no se basa en la conciencia de clases, sino en los intereses objetivos. Ahora bien, el resultado final dependerá de la conciencia de los individuos, por lo que si están adormecidos por infinitos factores, no podemos trasladar automáticamente lo que sale en las cuentas a lo que hará cada uno. Y para llegar a una conclusión equivalente, la economía neoclásica ha necesitado 80 años más: ahora reconocen que con más de 1 millón de alternativas de consumo posibles para más de cien mil productos de uso casi diario, ni el consumidor más racional puede adoptar lo que teóricamente sigue siendo la conducta más racional, que es analizar todas las opciones y quedarse con la que optimiza su utilidad. Como ya sabeis, esto equivale a quedarte a vivir en la tienda mientras te decides. Y aparecen teorías de «optimización de tiempo», «segundos óptimos», «mejor consumo dada una restricción de tiempo para escoger»….
Así también actúan las clases y los individuos vistos desde un prisma socialista, lo cual no quita que se pueda seguir esperando un rechazo creciente (observando tendencias de largo plazo, décadas y no años) al encarecimiento de la vida, inestabilidad y creciente explotación laboral y carrera de records de paro con cada crisis (ejemplos de situaciones inherentes al capitalismo de hoy). Existen periodos de reflujo, de reacción fuerte de la burguesía, de correlación de fuerzas contraria a las clases más explotadas, que limitan su conciencia de clase. Es humano aferrarte a los «cambios» más asequibles, aunque éstos no cambien tu situación. Muchos trabajadores se saben vencidos, pero puede parecer alentador que, «como esto siga así, llegará el PP (o Dios, o una plaga del cielo) y arrasará con estos cabrones (aunque en lo que respecta a distribución capital-trabajo, sus políticas sean idénticas)» Sin embargo, en las encuestas son muchos más los que están a favor de un control estatal de precios que de una política más flexible. Parece que las supuestas ventajas del libre mercado para todos los consumidores no convencen, a pesar de ser tan maravillosas en los análisis neoclásicos.
Los funcionarios son trabajadores que, salvo quizá un 1% (y mucho es), cobran más por su salario que por incentivos de productividad -incluso si llamamos así a los cobros ilegales que se derivan de su defensa del libre mercado, pues los premiados así por la burguesía sólo pueden ser políticos y no un mero administrativo-. Por tanto, es lógico que de todos los colectivos, sea éste de los más reacios a la privatización, a liberalizar sectores, a reformas laborales, etc. Esto no quiere decir que sea el más combativo y mucho menos, solidario. Bien sabemos que suelen ser los menos preocupados por la situación de paro, pero lo absurdo sería lo contrario, que les asustara más la crisis que a los temporeros de la construcción. Y además, ¿qué te hace pensar que sean los más reacios a que todo el mundo tenga un trabajo fijo? ¡todo lo contrario!
Es evidente que la mayoría no tiene en su cabeza este análisis, pero aun así, una parte inherente a un nivel de reflexión mínimo y básico, generalizado en casi todos los trabajadores, opera de forma casi inconsciente. Casi nadie se plantea qué pasaría si todo el sector privado estuviera en manos del Estado y éste se decidiera a gestionarlo de forma eficiente pero sin arriesgar: produciendo todos los años el mismo PIB (o aprox. ), contratando a todo el mundo pero sin regalar nada, controlando que la productividad no baje, que las cosas funcionen… SIn embargo, son muchos los que creen que ni es justo que un funcionario que no hace ni el huevo siga cobrando más y más sin temor a sanciones, ni que un futbolista (o su «propietario», el del club) cobren millonadas y la mayoría no resienta de la crisis, mientras el paro llega al 20%. Hay funcionarios conscientes de que la privatización de ciertos servicios públicos les afecta: por ejemplo, aumentando la carga de trabajo por funcionario -y eso lo he visto de cerca-. Es lógico que se solidaricen con los parados (aunque sin jugarse la piel como hacen los jornaleros), pues la privatización ni favorece al funcionario ni al parado que no ve otra opción que presentarse a unas oposiciones.
Otro ejemplo: un aumento salarial de 200 € al mes a todos los trabajadores del mundo a costa de subir el tipo máximo del IRPF en todo el mundo por igual, no debería cabrear a ningún trabajador (a no ser que cobre más por sus transacciones financieras o incentivos por beneficios de la empresa), mientras que lo raro es que guste al propietario de una empresa como el Santander. Y quién sabe, si tan generosos son esos empresarios que son ricos gracias a la música como Bono, puede ser que lo celebre porque es el «consumo» que le hace más feliz, visto desde esa óptica…
Y que hay discapacitados que podrían considerarse antagónicos a los explotados por cobrar pensiones… Supongo que estarías de broma. Primero, confundes percepciones minoritarias con categorías objetivas. Es cierto que algunos retrógrados aún consideran a estos indemnizados por su situación, «parásitos» del sistema, pero es como insistir en tratar en un juicio a las prostitutas que han sido traficadas como esclavas, como «objeto» y por tanto no aplicarles derechos humanos, porque así es como las ven sus prosenetas… Si el 90% está de acuerdo con subvencionar el nivel de vida de los impedidos, ¿quién además de Citoyen cree que se puede confundir uno entre capitalistas parásitos y estas víctimas de accidentes u otros problemas? Es más, también ellas preferirán que el Estado tenga recursos para costear sus necesidades, antes que blindar un libre mercado de capitales que pone en riesgo, como se está viendo, el mantenimiento del gasto público, con cada crisis.
En definitiva, la complejidad del mundo moderno, al igual que la de los anteriores, no puede ser excusa para simplificar el análisis científico de la realidad hasta convertirse en una caricatura. Los intereses de clase siguen siendo contrapuestos y la mayoría de las personas siguen viéndose o netamente perjudicadas o netamente beneficiadas por este sistema. Además, cuando algunos «ortodoxos» valoran de forma positiva lo que podemos llamar alianza de clases (aunque cuando es inconsciente no debiera denominarse así), lo que observamos a menudo es un chantaje fruto de una correlación totalmente desigual de poder. Desde hace meses, muchos celebran que el consumo aumente y que, por ello, aumenten las esperanzas de recuperación, pero lo que se está celebrando es, una vez más, la consumación de un chantaje. Sólo si consumimos más, se recuperará el empleo, pero muchos están dispuestos a consumir menos con tal de trabajar. Lo único que nos garantiza este sistema -un consumo creciente (y sólo visto de forma tendencial, pues siempre hay altibajos)- resulta que es el objetivo macroeconómico más prescindible de todos, para la inmensa mayoría, para casi todos los trabajadores. Si se les garantizara que nunca van a perder salario real ni ellos ni sus hijos (o sea, asegurándoles también que habría pleno empleo), por firmar un contrato con el Estado renunciando al crecimiento económico, seguro que el 70% lo firmaría. Otra cosa es que se te pague igual con 18 años que con 65, que como bien sabrá hasta Citoyen, ni está en discusión que a más experiencia más productivo eres (y casi todo el mundo considera razonable por esto mismo que se premie de algún modo), ni hay problema alguno en pagar más cuanto mayor eres en una economía estacionaria de crecimiento global 0. Y tampoco me negarás que el 90% de los propietarios de medios de producción EN CUANTIA CONSIDERABLE (no el que tiene un simple kiosko) se opondrían.
«¡bien raro era en la Alemania de 1860!»
Si, por eso Marx es un fantastico cientifico social, con intuiciones historicas interesantes y del cual, de hecho, la mayor parte de lo aprovechable que hay en sus analisis (que es mucho), como por ejemplo concebir las dinamicas sociales como interacciones estrategicas entre grupos (que en su epoca eran predominantemente las clases sociales, pero que hoy ya no es claramente asi), esta integrado en el analisis mainstream en economia y ciencia politica; pero retorcer sus analisis para que cuadren a una realidad totamente distinta es artificioso y en cierta medida esteril.
«discapacitados que podrían considerarse antagónicos a los explotados por cobrar pensiones… Supongo que estarías de broma»
No estoy de broma. Estoy poniendo de relieve que el analisis basado en la posicion que se ocupa dentro del sistema productivo y la existencia de excedentes para entender la dinamica de clases lleva a cosas contraintuitivas que a ti te hace sugerir que estoy de broma; porque un rentista y un minusvalido ocupan exactamente la misma posicion y no existe ningun criterio para diferenciarlos en el analisis. No se me ha ocurrido a mi; el ejemplo es de John Roemer.
Citoyen, es tu erre que erre personal que tiene menos sentido que demostrar que los musulmanes son, en el fondo, ateos. Si no entiendes el análisis marxista, ¿cómo pretendes derivar nuevas categorías dentro del mismo? Si pensáramos como tú, y quizá algún neonazi lo vea así, es posible que llegáramos a aceptar que un rentista y un camionero que se ahora vive de la pensión por la incapacidad que le ha dejado su trabajo son comparables. Por cierto, mucho antes que John Roemer, los espartanos creían que los bebés que en cuanto nacían, arrancaban a llorar, eran tan débiles que no merecían vivir y serían más útiles si servían de alimento a los buitres.
El análisis marxista, y esto sí lo entiendes bien, arranca con la mercancía y el origen de su valor, el trabajo. Hasta ahí, están casi de acuerdo David Ricardo y Marx. La cosa cambia cuando de esta conclusión deriva otra: ¿qué pasaría si toda la sociedad se organizara para sí misma, es decir, para satisfacer sus propias necesidades (producción, distribución y consumo? Como entre el 80 y el 90% de las personas entre 16 y 65 años están capacitados para trabajar, y la esperanza de vida ha ido aumentando en paralelo a la productividad, desde que la agricultura produjo excedente por vez primera hace más de 6 mil años hasta hoy casi sin excepción, ha sido posible alimentar al 100 % de la población con esa fuerza de trabajo, de entre 60 y el 70% del total, según el caso. Otra cosa es que ningún sistema clasista (esclavismo, tributario o capitalista) esté dispuesto a dar trabajo al 100% de la población capacitada por un sueldo digno y repartir la renta nacional entre todos.
Sin embargo, no estamos proponiendo aquí un sistema totalmente nuevo. Eximir de tener que trabajar a los que ya no pueden es una costumbre ancestral, que quizá se remonta a homínidos de hace más de 100 mil años. Y a pesar de haberse perdido en muchas sociedades esclavistas, y haber costado mucho recuperarla en la novedosa forma de Seguridad Social, sistema de indemnizaciones por accidentes de trabajo y demás incapacidades, etc., no significa que nos encontremos ante una nueva forma de «rentista» equiparable al capitalista decimonónico que no iba a la oficina porque ni tenía; porque tú lo digas. El análisis marxista, como bien sabes, no se limita a «describir»; se posiciona ante lo injusto y no defiende mantener lo que lleva más de 3 mil años siendo injusto. A cualquier trabajador le puede sobrevenir mañana una enfermedad o dolencia que le incapacite para trabajar, temporal o indefinidamente, y a todo aquél que supere los 65 años, le llegarán los achaques de la edad. Cuando una sociedad entera acuerda hacerse un seguro colectivo de contribución obligatoria, ya lo decidan en asamblea o a través de sus parlamentarios electos, no podemos considerar el grupo de los afectados como un parásito del resto, ¡eso es ridículo! ¿Qué marxista sería tan idiota? ¿Acaso alguien pagaría por un seguro a sabiendas de que no podría beneficiarse porque la compañía le excluye a priori?
También demuestra Marx, a pesar de que el 90% de las pruebas llegarían décadas más tarde y en parte es lo que ilustré antes con ejemplos, que todo lo que se produce se puede obtener sin capitalistas. Como decía, la Alemania que él conoció en 1860 aún separaba mucho la clase capitalista de la trabajadora. Alguno se atrevía a decir: «¿cómo se podrían fabricar toneladas y toneladas de acero, tan variados productos químicos, ferrocarriles, etc. si no fuera por los capitalistas, eficientes gerentes de empresa…?» Eso es no tener capacidad de previsión, porque como decía, ya cuando Marx escribía sobre las «armas» que entrega la burguesía al proletariado, en forma de educación, experiencia fabril, entrenamiento como capataz y demás, pueden conducirle a la emancipación. Y ahí se anticipó, pues si hubiera esperado un poco más a escribir sobre el tema cuando pudiera recabar ejemplos de EEUU, podría describirlo en pasado: ya se ha demostrado que, para cualquier trabajo, es mayor garantía de sostenibilidad (de mantener una productividad) la asalarización de todos los puestos indispensables (incluidos los de gerencia, supervisión y dirección necesarios) que la «perfección» de los mercados de capitales y la existencia de capitalistas.
La relativa dificultad para distinguir hoy, como señala Citoyen, entre capitalistas y trabajadores, no es más que la contundente prueba de que ya no hacen falta capitalistas para asegurar la productividad. Hoy en día se puede conseguir con incentivos salariales por resultados. En las eléctricas públicas de EEUU -algunas de ellas nacionalizadas por Bush, porque hasta él tuvo que admitir por lo bajini que en manos privadas el descontrol era inasumible-, los gerentes ganan mucho menos porque no tienen millones de acciones cuyo valor se duplica año tras año en las Bolsas de valores y, sin embargo, garantizan el suministro eléctrico sin bajar la productividad, cosa que no conseguían -ni les importaba- a los capitalistas, cuando eran ellos los que gestionaban este servicio. Si esto lo trasladamos a toda una sociedad (EEUU, Europa, Japón, África…), los beneficios son evidentes. Se puede garantizar un continuo crecimiento económico con 100% de empleo, repartiendo la carga de trabajo (y así las rentas) entre toda la población capacitada, sin tener que recortar ni pensiones ni ayudas de ningún tipo.
Y cuando digo relativa, es que si rascas, encuentras diferencias. No es tan difícil entender que todo aquél con más de 1 millón de euros, podrá tener un salario por «hobby», porque así le incentiva la empresa para cumplir y mantener una fidelidad, porque así se justifican ciertas retribuciones en especie o por la razón que sea, pero su renta fundamental, será no salarial. Con una rentabilidad financiera del 5% (que es apuntar bajo para estas fortunas), es lógico que le importe poco que el sistema capitalista es cada vez más volátil, con crisis más frecuentes y que causan más y más records de desempleo. Además, las reformas laborales y presiones a la baja sobre los salarios no afectan a los sueldos de directivos, que están por completo aparte. Distinto sería si no existieran mercados de capitales: los directivos se preocuparían por igual de esos recortes de sueldos, como ya molesta a barrenderos e incluso a jueces. Es más, incluso con menos, invirtiendo en una empresa menos de 300 mil euros, se pueden obtener ganancias de más de 50 mil sin tener que someterte al horario y disciplina que te someta a otro, dependiendo de la suerte que sufra tu negocio. Si no tienes ni 10 mil euros ahorrados, y tienes que alimentar a una familia, meterte en un negocio de dudoso porvenir es arriesgar demasiado para el 90% de los trabajadores. No olvidemos que 2 de cada 3 empresas puestas en marcha por trabajadores (personas que no poseían fortunas como para ser rentistas) se hunden antes de cumplir 4 años. No es tan difícil entender que, para el 90% de los trabajadores, sí están claras sus prioridades y eso es lo que valora el análisis marxista para distinguir clases sociales y, lo más importante, intereses de clase.
Para aquellos que confunden capitalistas y pensionistas, puede que les sea irrelevante la razón por la que uno y otro obtiene su renta, pero no es así ni para el análisis marxista ni para la mayoría de los trabajadores. Quizá debamos excluir a algunos votantes del PP y otros partidos que sueñan con que sus líderes «rectifiquen esto», no sé, pero para la mayoría, todo el que trabaja, ha trabajado X años o estaba dispuesto a trabajar hasta que le sobrevino la incapacidad, merece una renta. Como se desprende por numerosas estadísticas y encuestas, no parece que llegue ni al 1% quien propone reducir las indemnizaciones por accidentes laborales, y sí parecen mayorías los que aplauden que capitalistas y directivos se bajen sueldos y demás retribuciones. Además, es crucial en todo análisis de clases valorar la movilidad: sólo una minoría de trabajadores (menos del 10% por generación) llega a promocionar como capitalista (y luego hay que descontar los que «caen» y vuelven a su situación anterior), mientras que todos los trabajadores, al llegar a cierta edad, tienen derecho a una pensión. Es lógico, por tanto, que un análisis científico valore estos intereses comunes, por una parte, de los trabajadores, y por otra, de los capitalistas.
Enhorabuena Sr.Garzón por el blog, y gracias por cada artículo, que están muy currados y son muy muy buenos.
Antes de empezar una puntualización. No estoy de acuerdo con lo que dices en una de tus respuestas a citoyen.
citoyen, o al menos el «individualismo metodológico» no parte de lo concreto para llegar a lo abstracto (método inductivo), sino al revés: postula (se imagina) la existencia de un homo economicus (un inimaginable hiperultrasupercomputador egoista que no se dedica más que a asignar recursos escasos a fines alternativos) y de ahí «deduce» como funciona el mundo. Bueno, también necesita imaginar otras muchas fábulas como los rendimientos marginales decrecientes, el valor subjetivo de las mercancías en función de la utilidad marginal, la existencia de «factores de producción» sustituibles en una función de producción agregada cuyas productividades marginales explican precisamente la retribución de esos «factores de producción», etc. etc.
De lo que menos tiene el «individualismo metodológico» es de partir de lo concreto y, desgraciadamente, tampoco parece que le preocupe mucho regresar a lo concreto en algún momento.
Por decirlo brevemente, explicar la realidad ni le ocupa ni le preocupa.
A continuación, y aunque esto quizá no venga al caso, dices que en física (nuestra envidiada física…) «los objetos tienen una fuerza propulsora que hay que encontrar para saber por qué se mueven». Lo cierto es que, si te refieres a la gravedad, desde Newton es muy bien conocido cómo se mueven los objetos, con algunos refinamientos proporcionados por Einstein (y relevantes solo en condiciones extremas, al menos para la experiencia humana cotidiana), pero tanto entonces como hoy nadie sabe realmente «qué» es la gravedad, «por qué se mueven». Pero lo importante es que, como diría el otro, «eppur si muove». Einstein explicó que la gravedad «puede interpretarse» como una deformación del espacio tiempo, pero seguimos sin saber qué es exactamente. Los investigadores en gravedad cuántica están en ello. Esto en realidad sí que viene al caso más de lo que parece. Al final, todo está relacionado, y estudiando sobre el fundamento de la teoría objetiva del valor, descubrí (bueno, me indicaron, claro) una explicación del propio Marx sobre el particular, negando la posibilidad de tal fundamento, puesto que sería «ciencia antes de la ciencia» en sus propias palabras. Algo así como exigir a Newton que explicara qué rayos era esa «gravedad» de la que hablaba para concederle alguna utilidad a sus Principia. (Un poco en http://escaiguolquer.blogspot.com/2011/10/la-sustancia-de-la-economia-el-valor.html)
Bueno, y ahora, «al turrón»: las clases sociales en el capitalismo moderno.
Creo que estamos de acuerdo en que el análisis de clases sociales es una utilísima abstracción de la realidad que vivimos en la economía capitalista. Pero es una abstracción.
En primer lugar, sólo con maledicencia (porque no me creo semejante ignorancia) se puede decir que Marx, o nadie, mantenga que en el capitalismo SOLO hay capitalistas o trabajadores. Un terrateniente rentista, por ejemplo, no era un capitalista para Smith o Ricardo, y desde luego tampoco para Marx, y por supuesto no es tampoco un trabajador. Y meter de rondón a un señor pensionista entre los capitalistas con el argumento de que recibe un ingreso no salarial es reirse de todos nosotros, o intentarlo al menos. También hay bebés, estrellas del pop con un solo éxito en su carrera, reyes… Si nos proponemos perder el tiempo en tonterías tenemos donde elegir.
Es típico del método de Marx en El Capital emplear un grado decreciente de abstracción. Desgraciadamente, como sabe todo el mundo, no pudo culminar su proyecto y sólo disponemos de los tres primeros volúmenes, y eso gracias a Engels que editó los dos últimos, más la edición póstuma de las Teorías de la plusvalía, que iba a constituir el cuarto volumen.
Los últimos volúmenes, más concretos, aplicación de toda la teoría a las situaciones más cotidianas y más cercanas a la apariencia del capitalismo nunca se escribieron.
Pero entre estas «realidades concretas» estaban las relaciones del modo capitalista de producción «puro» con los restantes modos de producción con los que convivía y convive.
Lo que Marx (y Engels) analiza en los 3 primeros volúmenes de El Capital es el capitalismo puro. Ni Marx ni nadie medianamente pegado a la realidad defiende que el capitalismo funcione «en puridad». Y no me refiero a la existencia de un «sector público» en la economía. Me refiero a la producción de mercancías mediante modos que no son el capitalista. En la literatura marxista se la denomina la «pequeña producción de mercancías». Creo que un buen lugar que consultar sobre el particular es el magnífico Valor, acumulación y crisis de Anwar Shaikh (http://homepage.newschool.edu/~AShaikh/Anwar%20Shaikh%20-%20Valor%20Acumulacion%20Y%20Crisis%20%28Book%29.pdf). También (aunque me parece un poco más confuso) el Fundamentos de la economía capitalista de Gouverneur (http://www.i6doc.com/fr/auteur/?fa=ShowAuthor&Person_ID=10831).
La existencia de «terceros» al margen de la clase trabajadora y la capitalista es lo que explica que, no solo Alberto, sino Marx, Lenin y cualquier marxista que se haya dedicado a la práctica de la lucha de clases, se pueda hablar de «alianzas de clase». No se trata de hacer el trilero con los conceptos ni de tener respuestas para todo, como denuncia citoyen. Se trata de aplicar los conceptos teóricos a la realidad concreta. También se le puede llamar ciencia aplicada.
En definitiva, puede haber autónomos, pequeños empresarios que trabajan ellos mismos en la empresa y aún más categorías, que no entran en la dicotomía capital/trabajo. Sobre ello, dos apuntes:
1. En la época de Marx no había menos de esto. Había más, por la sencilla razón de que el capital, el modo de producción capitalista es expansivo y tiende a apoderarse de todas las esferas que se ponen a su alcance. La «pequeña producción de mercancías» es un residuo del pasado. La «economía de los servicios» es la penetración del modo de producción capitalista en sectores donde antes sería impensable.
La época de Marx no era «más capitalista». Lo era «menos». Que gracias a la lucha de la clase obrera durante todo el s.XX se hayan obtenido condiciones de vida muy superiores a las de la época de Marx y que ello esté ayudando (no es la única causa ni la principal) a dificultar la conciencia de clase en nuestros tiempos (al menos hasta hace poco) no quiere decir que hoy en día la sociedad sea más compleja que entonces. De hecho, creo que cada vez se simplifica más todo. Otra cosa es que cada vez estemos más cegados y nos cueste más ver detrás de los focos.
2. Lanzarse a hacer tipologías del tipo de la que Alberto nos ha puesto como ejemplo sin tener en cuenta esto es equivocarse con casi total seguridad. La de Martínez González Tablas no menciona la existencia de rentistas (a no ser que les llame «capitalistas parasitarios», a pesar de que un rentista, por definición, no es un capitalista, no obtiene un beneficio mediante la explotación del trabajo asalariado), y no hay posibilidades de utilizarla para explicar la existencia de funcionarios, especuladores, autónomos… No me parece muy útil. Y sobre los peligros de dividir a los trabajadores, ver http://econnomia.blogspot.com/2011/09/otra-vez-sobre-el-trabajo-productivo-e.html.
Miguel: No, no es posible un buen capitalismo. Relee lo que dice Álvaro sobre el lugar que ocupa cada uno en el capitalismo y como la fuerza de las leyes inmanentes a él nos lleva a donde estamos, y piensa en todas las experiencias cotidianas que nos lo demuestran. Por ejemplo, el que comentas sobre el bar: los que tienen políticas de comunicación y publicidad de gran éxito son las empresas capitalistas. Los bares tradicionalmente eran de imposible acceso para el modo de producción capitalista, pero hoy en día, sea por franquicias o por gestión directa cada vez hay más cadenas- hostelería en régimen de producción capitalista, y no cito ejemplos. Incluso ni siquiera hace falta que el bar del «explotador» que mencionas ponga los precios más bajos que tu bar «social»: mira apple el éxito que tiene por vender sus cacharritos más caros que nadie.
Espartaco: lo que es una utopía es que el capitalismo dure mucho. No se porqué dices que «está claro que de momento estamos en el menos malo de los sistemas existentes». No sólo no está claro sino que a mi me parece que está claro todo lo contrario. El egoismo innato del ser humano del que hablas es a lo que llama Álvaro el «individualismo metodológico» y yo llamaba más arriba «homo economicus». Simplemente, es una mentira de esas que de tanto repetirlas desde el «pensamiento único» hemos terminando creyéndolas. La familia, la amistad, el trabajo en equipo, el software libre y un millón de otras experiencias cotidianas, por no hablar de la antropología o la zoología demuestran sin el menos género de dudas que es absolutamente falso.
Álvaro: Marx distinguía perfectamente entre el capitalismo financiero (Botín) y el industrial (Ortega). Y no era adivino, pero su enfoque era tan apropiado que más de un siglo después sigue absolutamente vigente y no superado. No sé de donde sacais estas afirmaciones, pero es que llega a tocar las narices. De buen rollo te lo digo. Por lo demás, de acuerdo contigo: la división en clases no es la única división vigente y operativa, del mismo modo que no todo en la vida social es economía. No obstante, la división en clase es la más importante y explicativa (nunca aisladamente), del mismo modo que la economía es el aspecto más profundo e importante de la vida social, al menos en el capitalismo.
Bueno, esa es mi opinión.
Salud
reducir a dos clases sociales a partir de la división entre explotadores (dueños de los medios de producción) y explotados (vendedores de fuerza de trabajo, para aplicar al neocapitalismo me parece reduccionista. Por otra parte, al decir que vende… se está aceptando que hay un mercado… qué es éste, cómo se construye, define y comprota? no es fácil.
Bien por la subdivisión (tipologías ?)de los primeros (capitalistas). Convendría hacer lo mismo con los segundos (trabajadores)
Es cuando ya tenemos una compleja situación a estudiar si asumimos el mercado como una realidad y el cambio tecnológico…. etc.
@Jorgebs, he estado buscando a que post corresponde tu comentario y no lo he encontrado. Por lo que aún a riesgo de mear fuera del tiesto, decirte que tu opinión es acertada depende de la dimensión a que se refiera, me explico. Sí responde a una dimensión explicativa del modelo teórico, efectivamente la división en función de la propiedad o no de los medios de producción es acertada(capitalistas-trabajadores), ya que pretende explicar la diferencia base entre la compra de mercancias entre capitalistas (intercambio entre iguales, que no añade valor real al producto ) y la que se da entre el capitalista y el trabajador: en la que el trabajador vende su fuerza de trabajo, una mercancia ésta que necesita de los medios de producción del capitalista para realizarse y crear valor. Esa relación de desigualdad en el intercambio entre trabajadores y capitalistas, y al mismo tiempo el hecho de que es el trabajo, la fuerza de trabajo la que realiza, crea valor y genera plusvalía, son fundamentales.
Ahora bien, es cierto que a la hora de explicar una estructura, relación o mercado concreto, histórico, no se puede recurrir al reduccionismo de un esquema o modelo de análisis y se hace necesario observar la realidad histórica con todas sus multiplicidades y cambios, desde una visión global. Espero haber servido de ayuda.
Saludos Cordiales BARBARIE O DEMOCRACIA